El hombre que lo consegu¨ªa todo
Un cosmopolita, educado, caballeroso sin ser cursi y culto de verdad
Leopoldo Rod¨¦s, catal¨¢n y cosmopolita, el hombre con la mejor agenda de Espa?a. Hac¨ªa tantas cosas Leopoldo, que, a lo largo de los a?os y de la vida, me lo he ido encontrado en teatros, museos, auditorios, consejos y salas de reuniones. Incluso en estos ¨²ltimos a?os, en los que hab¨ªa ido delegando algunas de sus ocupaciones empresariales, su agenda segu¨ªa abult¨¢ndose con nombres y m¨¢s nombres. No recuerdo nuestra primera vez, el momento en que me fue presentado. Pero s¨ª la ¨²ltima. Fue en el Liceu de Barcelona, un lugar por el que compart¨ªamos amores, temores y cr¨ªticas. Siempre,?noblesse oblige, sin alzar la voz. Al preguntarle c¨®mo estaba, me dijo, entre risas y besamanos, ¡°a punto de entrar en mi d¨¦cada prodigiosa¡±. Y luego a?adi¨®: ¡°?O no es un prodigio ir dentro de nada a cumplir 80 a?os y seguir vivo, escuchando ¨®pera, con los hijos bien y se?oras como vosotras a mi lado?¡±.
Era Leopoldo Rod¨¦s un barcelon¨¦s bien educado, culto de verdad, de esos que reconocen una cantata de Bach ya en la primera aria; caballeroso sin ser cursi y capaz, seg¨²n Juan Antonio Samaranch, con quien compartieron a?os de trabajo para que Barcelona fuera ol¨ªmpica, de ¡°conseguirlo todo¡±. Algunos se asombran por la cantidad de cargos que acumulaba, pero es que todos quer¨ªan tenerle cerca.
Leopoldo Rod¨¦s era un hombre curioso y bien informado. Coincid¨ª con ¨¦l en los setenta durante las conferencias que organizaba Sebasti¨¢n Auger en el Grupo Mundo de Barcelona, cuando Espa?a constru¨ªa una democracia. Pasaba por all¨ª Santiago Carrillo, escondido bajo una peluca, cuando le o¨ª decir a Leopoldo: ¡°O esta democracia se hace con todos o no se har¨¢ nunca¡±. Se lo record¨¦ mucho a?os despu¨¦s, tomando un caf¨¦ en La Rambla, mientras ¨¦l me ayudaba a conseguir el s¨ª para el Estatuto de Pasqual Maragall. No se acordaba de sus palabras, pero me cont¨® que hab¨ªa charlado muchas veces con Carrillo. No compart¨ªa ideolog¨ªa con el secretario del PCE, desde luego, pero s¨ª un sentimiento de orgullo por la Transici¨®n democr¨¢tica. Por eso, ¨²ltimamente le costaba entender lo que pasaba en Catalu?a, aunque no dejaba de repartir las culpas, demasiado inteligente para cargarlas solo a un lado. La divisi¨®n entre soberanistas y espa?olistas, empezaba a cansarle. ¡°Vols creure que un senyor ha escrit un llibre i m¡¯ha posat a la llista dels espanyolistes? Fan llistes ¡¡±. ("?Quieres creer que un se?or ha escrito un libro y me ha puesto en la lista de los espa?olistas? Hacen listas..."
Segu¨ªa invitando a su casa, llena de arte contempor¨¢neo, a los amigos de cualquier tiempo, lugar y opini¨®n, para hablar de pol¨ªtica y de cultura. Jam¨¢s le o¨ª hablar de cuentas de resultados. En la mesa no se habla de dinero. ?l ten¨ªa que conseguir mecenas para los museos, como el MACBA, que presid¨ªa, pero lo hac¨ªa sin pedir, solo siendo, adem¨¢s de amable, imprescindible; ten¨ªa Leopoldo Rod¨¦s una incre¨ªble capacidad de seducir a los ricos. Consideraba que las artes merec¨ªan todo el apoyo y a ellas se dedicaba con entusiasmo. Por eso, quiz¨¢s, se enfad¨® tanto cuando el Gobierno de Rajoy no aprob¨® una buena Ley de Mecenazgo. ¡°Nos han condenado a seguir en la segunda liga de la Cultura europea¡±, dijo en un diario.
En la ¨²ltima cena a la que asist¨ª, en su comedor no faltaban flores ni cava ¨C¡°el cava, cuando es bueno, es mejor que el champagne; pero al¨¦jense del malo¡±, defend¨ªa- ni amigos: el escritor Eduardo Mendoza, la actriz Rosa Novell, el director de la Tate Modern Vicent Todol¨ª, y varios periodistas de Barcelona y Madrid. Pasamos la cena discutiendo, discrepando, intentando entender. Hoy sigo oyendo en sordina las risas de Rosa Novell mientras los dos perros de Ainhoa, la mujer del anfitri¨®n, se empe?aban en morderle los tobillos a Fernando Rod¨¦s, uno de sus cinco hijos. Fernando confesaba: ¡°los perros me odian¡±. Y su padre, desde sus 190 cent¨ªmetros de altura, propios de un homenot de Pla, apostillaba con sorna: ¡°Algo les habr¨¢s hecho¡±. Mi p¨¦same a esa familia de empresarios barceloneses amantes de la cultura. Que tus hijos, Leopoldo, sigan construyendo puentes.
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