La guerra es la respuesta, la muerte la conclusi¨®n
Albert Pla, Ferm¨ªn Muguruza y Refree reflexionan sobre la opresi¨®n en su espect¨¢culo
En Barts, llena la sala, se vio a Pla haciendo de Pla; a Ferm¨ªn Muguruza haciendo de s¨ª mismo y a Refree, ataviado de monje, interpret¨¢ndose como m¨²sico. Y la guerra como tel¨®n de fondo, blanco de la iron¨ªa, objeto de reflexi¨®n y finalmente ganadora absoluta de un espect¨¢culo formalmente bien resuelto en el que Pla, muy c¨®modo en su papel de actor y cantante -si es que para ¨¦l existe diferencia entre ambos cometidos- ejerce de puntal. Por momentos m¨¢s obra de teatro musicada que concierto con texto, aunque en la obra suenan una buena cantidad de canciones y la m¨²sica ejerce como hilo conductor y veh¨ªculo del texto, Guerra es una vuelta de tuerca al pensamiento de Pla, que ha sabido rodearse de dos dispares personajes, para as¨ª entre los tres orquestar una f¨¢bula audiovisual que a grandes rasgos funciona, que sugiere riesgos por parte del tr¨ªo protagonista, tiene momentos de indudable impacto y finalmente se embarulla en un largo final predecible.
Quiz¨¢s el mayor acierto de ¡°Guerra¡±, un espect¨¢culo sobre la opresi¨®n, haya sido llevar a Ferm¨ªn Muguruza, una roca gran¨ªtica de compromiso pol¨ªtico y pensamiento alternativo, a representar su propio personaje travestido en el alma de una ciudad. Ferm¨ªn, arquetipo euskald¨²n del activista de izquierdas, se enfrenta as¨ª a un Pla que desempe?a el papel de un soldado/opresor y al mismo tiempo coraz¨®n de una guerra que lo acaba devorando todo. Pla, pez en el agua en este espect¨¢culo, borda su ingenuidad con la soltura de quien interpreta una canci¨®n de dos horas, encarnando el falso sentido com¨²n de una ciudadan¨ªa que acepta un concierto ben¨¦fico patrocinado por marcas comerciales como una forma razonable de luchar contra la guerra y alcanzar la libertad que m¨¢s tarde, vitri¨®licamente, se identifica con un 'Duty Free'. En otro momento impagable, Pla solicita a Muguruza que se tranquilice, que pierda su vehemencia ideol¨®gica, que no se enerve, que aplaque militancia y consignas para mirar la vida con los ojos esperanzados del cordero que ajeno a su fin se acerca al matarife.
En este sentido, es Muguruza quien m¨¢s riesgos corre en la obra, ya que sale completamente de su registro no solo por ejercer en muchos instantes como actor, sino porque en el discurrir del espect¨¢culo se ve obligado a recitar mel¨®dicamente, lejos de su tono euf¨®rico e inflamado, e incluso a cantar como un cantante mel¨®dico, siempre lejos del euskera. Otro de los aspectos destacables de ¡°Guerra¡± es la resoluci¨®n escenogr¨¢fica a base de proyecciones, que si bien van perdiendo capacidad de sorpresa a lo largo del espect¨¢culo, funcionan bien como entorno para que deambulen los actores/cantantes. En el debe de la obra puede constar una m¨²sica no particularmente destacable, as¨ª como un final que todo y su aparente sorpresa, lejos de sugerir preguntas apuesta por las respuestas. Y cuando Pla responde es menos Pla que cuando pregunta, disimula o insin¨²a, remueve menos.
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