Hermoso, cruel, inolvidable
'A louer' de Peeping Tom, lo mejor hasta el momento del festival
De nuevo el colectivo de danza-teatro Peeping Tom, del franc¨¦s, Franck Chartier y de la argentina, Gabriela Carrizo, ha seducido y agredido emocionalmente al p¨²blico barcelon¨¦s con otro espect¨¢culo, ? Louer, un hipn¨®tico trabajo sobre las obsesiones, deseos y fantas¨ªas de una familia burguesa arruinada. Una pieza en la l¨ªnea de Le Salon, que el grupo belga present¨® en el Mercat de les Flors en 2006, pero alejada del lirismo que destilaba la inolvidable 32 rue Vandenbraden, que se convirti¨® en el mejor montaje? del Grec 2012 y de la cruda emoci¨®n de Vader (Pare), la obra m¨¢s aplaudida de la pasada edici¨®n de este festival.
En el ecuador de la programaci¨®n del Grec 2015, ? Louer se apunta como el mejor espect¨¢culo de danza hasta el momento y uno de los m¨¢s impactantes en general de la programaci¨®n. La obra se present¨® en el marco de la programaci¨®n de Temporada Alta de Girona en 2011, obteniendo un rotundo ¨¦xito, el mismo que obtuvo anoche en el Mercat de les Flors, donde el p¨²blico puesto en pie ovacion¨® y aplaudi¨® calurosamente a esta magn¨ªfica compa?¨ªa.
? Louer est¨¢ interpretada por los seis maravillosos bailarines, tambi¨¦n actores y acr¨®batas, que el p¨²blico conoce de los montajes anteriores. Ellos, que tambi¨¦n firman la coreograf¨ªa son: Jos Baker, Leo De Beul, Eurudike De Beul, Marie Gyselbrecht, Hun-Mok Jung, Seoljin Kim y Simon Versnel. En esta ocasi¨®n cuentan con la participaci¨®n de ocho figurantes, entre ellos anoche act¨²o la codirectora de la compa?¨ªa, Gabriela Carrizo. El baile de esta formaci¨®n es violento y din¨¢mico. Los cuerpos de sus int¨¦rpretes se lanzan en el espacio a una velocidad asombrosa, el suelo para ellos es una pista de aterrizaje, en la que las rodillas, codos y cabezas se deslizan como peonzas. El bailar¨ªn coreano, Seoljin Kim (cuyo nombre repetido se convierte en un verdadero leit motiv de la obra), un aut¨¦ntico contorsionista, dobla sus extremidades de forma inaudita, sus pies, como los de Marie Gyselbrecht y los de Jos Baker, se convierten en piezas ajenas a su cuerpo, sus tobillos se giran, se retuercen y andan como si nada. ?Incre¨ªble!.
La acci¨®n de ? Louer transcurre en el sal¨®n de una casa habitada por una familia burguesa venida a menos. En una obra surrealista, en la que lo cotidiano y lo so?ado se engarzan en un cruento retrato familiar. Las relaciones que se crean entre sus decadentes protagonistas, que luchan por no perder la poca dignidad que les queda, ©¤la se?ora, el mayordomo, el abuelo, el joven hijo, cuya madre obsesionada por la ¨®pera, (magn¨ªfica Eurudike De Beul) nunca se ha preocupado de ¨¦l y un padre d¨¦bil©¤, son crueles, ego¨ªstas e ir¨®nicas, no hay lugar para una pizca de ternura. Pero, curiosamente, s¨ª que arrancan la carcajada o sonrisa del espectador, algo que no lograban los anteriores montajes.
Ver como el mayordomo, Seoljin Kim, se lanza del sof¨¢ contra el piano perseguido por una d¨ªscola, Marie Gyselbrecht, que momentos antes se ha estrellado en el suelo al entrar en el sal¨®n. O como este mismo mayordomo se deja engullir por una butaca, provocan la risa de los grandes momentos del cine mudo, y la sorpresa.? El trabajo coral es fascinante, hay momentos que al espectador le viene a la memoria el de los espect¨¢culos de Pina Bausch: a nivel visual es cierto pero el sentimiento que les mueve es diferente, la crueldad de Pina era m¨¢s refinada, m¨¢s sutil, la de Peeping Tom es m¨¢s cruda, no tiene piedad.
Enumerar los fragmentos brillantes de ? Louer no es f¨¢cil, ya que son muchos pero destacar¨ªa el gateo de todo el grupo escondi¨¦ndose entre los sof¨¢s, el improvisado coro que acompa?a los cantos de Eurudike De Beul, la canci¨®n al piano del abuelo (majestuoso Leo De Beul, ?qu¨¦ gran rey Lear har¨ªa! -el actor fue el inolvidable protagonista de Vader-), y ese joven Jos Baker que convertido en peonza no deja de girar en el suelo. Si pueden no se pierdan este espect¨¢culo.
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