Algunas maneras de vivir
La segunda edici¨®n del Rock Fest despliega en Can Zam el costumbrismo met¨¢lico de 6.000 incondicionales de la m¨²sica m¨¢s dura
Un territorio al margen de los dem¨¢s ecosistemas, un h¨¢bitat con sus propias reglas: un festival de rock duro. Ayer noche, el Rock Fest despleg¨® su rep¨²blica aut¨®noma en Can Zam, en Santa Coloma de Gramanet, y al pie de los bloques coloreados que reptan por la colina en Can Franquesa, los fans del heavy acudieron como procesionarias a los pinos. Si se quer¨ªa llamar la atenci¨®n nada como una camiseta blanca o de colores, habida cuenta de que sin luto aparente todos iban de negro, con los nombres de sus grupos favoritos estampados en la camiseta a modo de muestra de fidelidad. Y ¨¦ste, la fidelidad incluso al tejano largo en d¨ªas de can¨ªcula, es el concepto que a¨²na a los fans del rock duro, conocidos como los aficionados m¨¢s conocedores, entregados y consecuentes del planeta m¨²sica, hasta el extremo que se rumorea que saben la fecha de publicaci¨®n de los discos de los grupos que siguen antes que sus propios componentes.
Unas seis mil personas se entregaron a las bandas que formaron el cartel de este festival que a¨²n se prolongar¨¢ hasta ma?ana s¨¢bado. Es la segunda edici¨®n del Rock Fest y este a?o tiene una jornada m¨¢s de programaci¨®n, tres. Huele a ¨¦xito.
A primera hora de la tarde, cuando los aspersores para refrescarse a¨²n no funcionaban, el calor era propio del Sahel. Con el sol de cara, Rosendo se desga?itaba ante unos buenos miles de espectadores que por sus canciones aguantar¨ªan un mar de lava en los pantalones. Cantaba Masculino singular y sin quererlo defin¨ªa por aproximaci¨®n la tipolog¨ªa de la asistencia, con mayor¨ªa de varones. Ellas, sin colas en los lavabos, disfrutaban de sus acompa?antes, atendidas como sultanas. Entre los espectadores m¨¢s veteranos, frisando las cinco y seis d¨¦cadas, extranjeros en pareja o en grupos de amigos con pinta de comedido, cosa de la edad, comando cervecero. En el ¨¢rea de comida: chorizo frito, carne, pizza y patatas bravas, nada con zanahorias, y el pago, como en los viejos tiempos, con dinero de verdad, ajeno a la virtualidad.
Comando cervecero en el ¨¢rea de comida: chorizo frito, carne, pizza y patatas bravas, nada con zanahorias; y el pago, como en los viejos tiempos: con dinero de verdad, ajeno a la virtualidad
Sin programas de mano nadie preguntaba qui¨¦n actuaba, o sea que todos lo sab¨ªan. Una moqueta evitaba el polvo frente a los escenarios, dos en paralelo y, ojo al dato, una caseta donde tres grupos (Asphyxion, Sabaton y Nightwish) firmaban a los fans. Lo jam¨¢s visto en otros artistas y festivales.
Tras Sabaton (heavy paramilitar de Suecia), Dream Theater (heavy l¨ªrico con teclado y gorgorito) y Status Quo (rock trot¨®n reci¨¦n hallado en Atapuerca), fueron Scorpions, con permiso de Saxon y Wasp, quienes marcaron la pauta ante un personal educado y entusiasta que ya hab¨ªa comprado su camiseta del festival en el puesto con m¨¢s colas del recinto, barraca de firmas al margen.
Con una producci¨®n de escena propia de estadio, la banda alemana abri¨® con Going Out With A Bang a todo trapo, despleg¨® en pantallas una bandera espa?ola tama?o FAES en Make It Real (por la reacci¨®n del respetable puede afirmarse que tambi¨¦n hay heavyes soberanistas) y remataron la entrada con The Zoo. Lo m¨¢s esperado era, sin duda, el momento balada, que en su mayor esplendor se reservaba para el final, con la prevista Still Loving You y su ¨¦pica del mechero. Como hab¨ªa cantado antes Rosendo, son Maneras de vivir. Que sigan.
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