R¨¦quiem por el Caf¨¦ Comercial, vestigio ¨²nico del siglo XIX
Emilio Carrere, Rafael Cansinos Assens, Ignacio Aldecoa y Manuel Vicent tuvieron en ¨¦l tertulias y encuentros
El reciente cierre del caf¨¦ Comercial es un hito en la Historia de Madrid. Apenas quedan ya caf¨¦s de un estilo como el suyo, grato procurador de sosiego, solaz y conversaci¨®n que se acredit¨® hace 128 a?os entre aquellos veladores de m¨¢rmol sujetos por varillas de hierro forjado, ce?idos por sillas de madera tan brillantes como antip¨¢ticas para la ri?onada. Pero en pocos lugares de la ciudad, en todos estos a?os, se obtuvo un grado tan intenso de conversaci¨®n en intimidad, debate e, incluso, peroraci¨®n pol¨ªtica como en sus lares de la glorieta de Bilbao, sembrada anta?o de otros caf¨¦s hoy desaparecidos: La Campana, varadero del modernista Manuel Machado vecino de la contigua calle de Churruca; El Europeo, patria chica del dramaturgo Enrique Jardiel Poncela, que all¨ª escribi¨® muchas de sus obras; y El Espa?ol, del que fue asiduo el fundador falangista Primo de Rivera.
Entre la clientela del Caf¨¦ Comercial ha figurado en lugar de honor un ajedrecista, ejerciente all¨ª hasta el pasado fin de semana, Omar Rossi; un cogollo de profesores de la no lejana Complutense, como el llorado Andr¨¦s Bilbao Sent¨ªs, mentor de la Sociolog¨ªa Econ¨®mica en Espa?a; su colega Ram¨®n Ramos o Juan Carlos Monedero, ideador de Podemos antes de su salto a la pol¨ªtica directa; el editor Juan Jos¨¦ Mart¨ªn Ramos; am¨¦n de estudiantes y estudiantones moradores de pensiones cercanas, en ocasiones en fuga de la Polic¨ªa franquista, que hallaron en el caf¨¦ disimulada coartada tras sus carreras y reuniones prohibidas.
De igual modo, han frecuentado el caf¨¦: jubilados de ambos sexos del cercano barrio de Chamber¨ª; gentes en busca de un remanso tras las compras de ropa y zapatos por Fuencarral o Chueca; am¨¦n de amantes llegados de todos los rincones de la ciudad y pegados a una ¨²nica consumici¨®n durante una tarde entera. La dieta diferencial del Comercial fueron los desayunos tempraneros -croissants a la plancha untados de olorosa mantequilla- y los chocolates con churros, merienda grasa de la media tarde. Dos costumbres en declive, por cierto, causa parcial pero eficiente del cierre sobrevenido por presumibles imperativos econ¨®micos vinculados a la adaptaci¨®n del establecimiento a tiempos tan inciertos para el bolsillo. A partir de ahora, la leal parroquia del c¨¦ntrico caf¨¦ quedar¨¢ con certeza dispersa y desorientada por otros establecimientos capitalinos; pero, pese a que hallar¨¢n en ocasiones un probable mejor confort, los nuevos locales carecer¨¢n de esa p¨¢tina de veteran¨ªa que timbraba la imagen del viejo caf¨¦ de la Glorieta de Bilbao con una orla de prestigio ciudadano, literario y pol¨ªtico, dirigido por los primos Fernando y Andr¨¦s, gestores y mantenedores de la vitalidad cultural del Comercial, aderezada por la simpat¨ªa de Teresa, desde la barra y el camarero-escritor Juantxu Bohigues, que pronto editar¨¢ su primer libro.
Mucho antes de ¨¦l, los escritores Antonio y Manuel Machado, Emilio Carrere, Rafael Cansinos Asens y el mayor de los Paso, Antonio, m¨¢s tarde Manuel Vicent, Ignacio Aldecoa y recientemente Arturo P¨¦rez Reverte, celebraron tertulias o reuniones con sus editores en el caf¨¦ ahora clausurado, tras 128 a?os de existencia ininterrumpida. Los ¨²ltimos herederos de su legado literario han sido los asiduos de ¡°El rinc¨®n de don Antonio¡±, una tertulia dedicada al mayor de los Machado establecida en la primera planta del caf¨¦, hace cuatro a?os, por Rafael Soler y Pablo M¨¦ndez, nutrida por Alberto Infante, Ana Ares, Jos¨¦ Elgarresta y Antonio Daganzo, entre otros vates consagrados: son quienes han impulsado los cuatro Encuentros anuales de Poes¨ªa que en su ¨²ltima edici¨®n, el pasado primer viernes de julio, congreg¨® a 60 de los mejores poetas hispanos, entre ellos el joven y prometedor Fernando L¨®pez Guisado. Tambi¨¦n en la primera planta tuvo su lugar de encuentro el Club 004 que, bajo el lema ¡°M¨¢ximo secreto¡±, se configura en torno a Fernando Mart¨ªnez La¨ªnez y el catal¨¢n Jos¨¦ Luis Caballero para tratar sobre asuntos de Literatura y Espionaje. Una tertulia de aviadores republicanos sent¨® tambi¨¦n su sede en el veterano caf¨¦.
Homenajes como los tributados a los literatos Tom¨¢s Segovia y Ram¨®n Hern¨¢ndez, micro-teatro, sesiones de magia, cuentacuentos y numerosas otras actividades han perfilado el d¨ªa a d¨ªa del decano caf¨¦ Comercial. Su cierre marca el principio del fin no solo de un local vital y se?ero sino, adem¨¢s, el de un singular tipo de lugar de encuentro, por donde ha discurrido buena parte de la vida ciudadana madrile?a, la literaria y la pol¨ªtica incluidas, desde las postrimer¨ªas del siglo XVIII hasta nuestros d¨ªas. Amores, conspiraciones, debates o tertulias han te?ido de actividad incesante las horas que en los caf¨¦s como el Comercial sobrevivieron asombrosamente con parsimonia y largueza. El caf¨¦, regentado por una saga familiar con dos hermanas a la cabeza y atendido por un amplio plantel profesional de cocineras, empleados y camareros, muchos de ellos y ellas con d¨¦cadas de oficio, ha sido una instituci¨®n civil donde se administraba el tiempo personal privado en clave social. Tal mixtura fue sin duda la clave de su ¨¦xito y, habida cuenta de los cambios sobrevenidos en la esfera de la intimidad y de las relaciones sociales, quiz¨¢ tambi¨¦n ha sido la causa de su muerte.
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