H¨¦roes y cobardes
Desconfiar de la heroicidad es un deber moral e intelectual
El hero¨ªsmo tiene mala fama. Es comprensible, las contiendas las narran los vencedores, que son capaces de deformar las atrocidades hasta convertirlas en gestas. Tenemos suficiente curr¨ªculo de dictadura garbancera para relativizar la figura del h¨¦roe. Las muertes limpias de las pel¨ªculas de Hollywood de los cuarenta y cincuenta, los buenos y los malos a lo Stallone de los ochenta son simple propaganda, de la peor.
En la cultura dominante Senderos de gloria es una excepci¨®n y puede que por ello Europa central y sus sat¨¦lites hayan abrazado el pacifismo. Por defecto. Unos recuerdan la Segunda Guerra Mundial, otros las noticias fr¨ªas de los Reagan y Andr¨®pov y los de m¨¢s all¨¢ hubiesen sido felices si Fukuyama hubiese tenido raz¨®n y hubi¨¦semos asistido al fin de la historia.
La historia no se va a detener por ning¨²n Fukuyama y las zonas de confort ideol¨®gico duran poco y mal. La unanimidad, si es naif, es doblemente reprochable. Prueba de ello es que se puede llegar a permitir una matanza como la de Srebrenica en nombre del pacifismo de males menores. Despu¨¦s, eso s¨ª, en nombre del pacifismo o del inter¨¦s estatal se puede llegar a hablar de nacionalismos exacerbados. La historia de la infamia peninsular siempre necesita un nuevo ap¨¦ndice, aqu¨ª los h¨¦roes son todav¨ªa el torero y su cuadrilla.
En Europa no andan mucho mejor. Si no, no se entiende que mientras los medios se lamenten de Srebrenica e Hiroshima presten una atenci¨®n m¨¢s que relativa a guerras como la que sufre el pueblo kurdo. Bueno, se entiende demasiado bien. Turqu¨ªa es un aliado estrat¨¦gico y el amor s¨²bito de los Estados Unidos por Ir¨¢n vuelve a dejarlos solos a los kurdos. Solos contra todos, que es lo que sucede cuando no se tiene un estado que te defienda, que el resto de gobiernos se lava las manos incluso viendo la batalla de Kobane en directo. El pueblo kurdo ha luchado contra lo malo de lo peor, baste recordar el genocidio ordenado por Sadam Hussein o los equilibrios de las tropas que ocuparon Irak para no ofender a Turqu¨ªa. Un pa¨ªs que todav¨ªa no ha reconocido el genocidio armenio, ?c¨®mo va a reconocer el kurdo?
El pueblo kurdo lucha contra ISIS con una mano atada a la espalda. Gracias a las redes sociales, que tanto disgustan al presidente Erdogan, hemos visto desfilar a las mujeres kurdas hacia el frente y hemos le¨ªdo el testimonio de voluntarios que nunca tendr¨¢n el reconocimiento de aquellas otras Brigadas Internacionales. Puede incluso que la izquierda europea, tan limpia ella, llegue a repudiarlos por nacionalistas.
A veces la negaci¨®n del hero¨ªsmo ajeno es la excusa para no aceptar la propia cobard¨ªa. Piensen en el Kurdist¨¢n y escojan un d¨ªa al azar, de hace un a?o o de dentro de dos meses. A la humillaci¨®n cotidiana hay que a?adir atentados, detenciones arbitrarias o asesinatos como el de Ekin Van, cuyo cad¨¢ver desnudo y vejado sirvi¨® de advertencia para el resto de mujeres de Sirnak.
Claro que hay h¨¦roes. Los miles de j¨®venes estadounidenses que desembarcaron en Normand¨ªa para luchar por unas gentes que no conoc¨ªan y por un pa¨ªs que puede que no supieran situar en el mapa. Los desaparecidos en Chile, Argentina y Nicaragua y los que hoy vuelven a desaparecer en M¨¦xico buscando otros desaparecidos. ?C¨®mo poner en duda la valent¨ªa de familias como la de Malala, la ni?a tiroteada por los talibanes? ?Y el arrojo de padres y madres que en estos momentos cruzan Serbia despu¨¦s de huir de Siria? El conservador del patrimonio de Palmira Khaled Al-Assad decidi¨® quedarse y fue decapitado.
No todos somos iguales. Hay individuos y grupos que pueden permitirse ser pacifistas. Incluso ejercer de tales y manifestar un pacifismo c¨ªnico y condescendiente, progresista y conservador. Europeo, en definitiva. Ya no nos extra?a que tres norteamericanos reduzcan a un terrorista en un tren franc¨¦s.
Desconfiar de la heroicidad es un deber moral e intelectual. Usar esa desconfianza para mantener la propia comodidad es cobard¨ªa. No es dulce morir por la patria y dejo al juicio de cada cual saber si es decoroso hacerlo por la familia o por nuestros vecinos. Lo que seguro es indecoroso es no reconocer el valor en la tragedia, porque por muy ajena y nacional que sea, tambi¨¦n es propia. La valent¨ªa en democr¨¢tica empieza por informar. Informemos sobre el Kurdist¨¢n, sobre el T¨ªbet y sobre M¨¦xico. Si no es por hero¨ªsmo, que sea por decencia.
Francesc Ser¨¦s es escritor.
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