El misterio del cuadro troceado
Un lienzo de 7 metros que sali¨® del Prado y se crey¨® destruido en un incendio en 1915, aparece despiezado en el museo Cerralbo. El Tribunal Supremo prepara una exposici¨®n que evoca esos sucesos
Un lienzo de trasunto hist¨®rico-pol¨ªtico, y de enorme formato, pintado en 1827 por el pintor neocl¨¢sico Jos¨¦ Aparicio Inglada, que se daba por destruido en el incendio del Palacio de Justicia en 1915, ha sido localizado casi por casualidad. El lienzo estaba fragmentado en 21 piezas en el Museo Cerralbo de Madrid. El hallazgo se produjo durante los preparativos de una exposici¨®n en la actual sede del Tribunal Supremo para recordar el incendio de la sede judicial donde tantas obras de arte se perdieron. Todo comenz¨® el a?o pasado cuando la investigadora de la Universidad de Alicante Pilar T¨¦bar asoci¨® aquella gran tela hallada en el Cerralbo con las fotograf¨ªas de unos retratos sueltos de personajes decimon¨®nicos pintados por Jos¨¦ Aparicio y que estaban en su poder.
El arte tiene muchos novios. Uno de sus amantes m¨¢s vehementes lo fue en Madrid Enrique de Aguilera y Gamboa, marqu¨¦s de Cerralbo. Historiador, arque¨®logo y pol¨ªtico carlista, dedic¨® gran parte de su vida (Madrid, 1845-1922) y de su fortuna a la investigaci¨®n arqueol¨®gica y a atesorar obras de arte. Y ello con miras a crear un museo privado, hoy estatal, que figura entre los m¨¢s singulares del pa¨ªs. Situado en el barrio de Arg¨¹elles, el museo es uno de esos recoletos enclaves madrile?os que rezuman historia y belleza. Con ¨¦l quer¨ªa el marqu¨¦s dar cuenta no solo de su propia sensibilidad y de su exquisito gusto, sino tambi¨¦n brindar testimonio de la cultura de una ¨¦poca trepidante.
Un documento hist¨®rico
Fue, presumiblemente, aquel amor¨ªo hist¨®rico-art¨ªstico, trufado por su ideolog¨ªa ultraconservadora, el que llev¨® al marqu¨¦s a adquirir en El Rastro, seg¨²n aseguran fuentes del Ministerio de Cultura, un lienzo de enorme valor documental: El desembarco de Fernando VII en el Puerto de Santa Mar¨ªa. La obra representa al rey Fernando VII y su recepci¨®n por el duque de Angulema en 1823. En ¨¦l figura toda la familia real espa?ola ¡ªincluido el hermano del monarca y futuro pretendiente carlista Carlos Mar¨ªa Isidro de Borb¨®n (Aranjuez, 1788-Trieste, 1855)¡ª, as¨ª como muchas de las principales personalidades de la ¨¦poca, casi medio centenar. El cuadro era propiedad de las Colecciones Reales, no de ning¨²n vendedor privado del Rastro.
El citado duque de Angulema, Luis Antonio de Borb¨®n, fue el espad¨®n que dirigi¨® a los llamados Cien mil hijos de San Luis, contingente militar con el que el Congreso de Verona sofocar¨ªa el trienio liberal-progresista en Espa?a (1820-1823), para inaugurar el periodo absolutista del monarca Fernando VII, conocido como La d¨¦cada ominosa (1823-1833).
Nada de particular tendr¨ªa la adquisici¨®n del cuadro por el marqu¨¦s de Cerralbo, de no haberse visto acompa?ada por varias particularidades que presentaba el lienzo, pintado en 1827 en formato de siete metros de longitud por cuatro de altura por el pintor neoclasicista Jos¨¦ Aparicio Inglada (Alicante, 1773-Madrid, 1838). Antes se crey¨® que era obra de Jos¨¦ Camar¨®n. Por fortuna, el propio Aparicio Inglada pint¨® una copia del mismo lienzo, en formato reducido, hoy en el Museo Rom¨¢ntico.
Lo m¨¢s singular del caso fue que, tras ser cedido el lienzo en 1883 por el Prado ¡ªdepositario de las colecciones reales¡ª al Ministerio de Gracia y Justicia, fue dado por destruido en el voraz incendio que devast¨® el Palacio de Justicia de Madrid el 4 de mayo de 1915.
Una exposici¨®n sobre aquellos sucesos, que prepara desde hace un a?o el Tribunal Supremo, ser¨¢ inaugurada el pr¨®ximo jueves en la sede judicial. Las gestiones preparatorias de la muestra han llevado a confirmar que el Museo Cerralbo conservaba ¡ªeso s¨ª, fragmentada¡ª buena parte de aquel lienzo dado por desaparecido.
Precisamente, un fragmento del rostro de Fernando?VII, procedente de aquel expolio y reci¨¦n restaurado por el Museo del Prado, ser¨¢ exhibido en la exposici¨®n madrile?a del Tribunal Supremo, que contar¨¢ con 50 excelentes fotograf¨ªas del estudio del periodista-fot¨®grafo Alfonso, que cubri¨® el incendio del Palacio de Justicia. Otro fragmento, el del rostro de la reina Mar¨ªa Josefa Amalia de Sajonia, tambi¨¦n est¨¢ siendo restaurado en el Prado.
El legado del marqu¨¦s
El marqu¨¦s de Cerralbo don¨® sus colecciones al Estado en 1922. El museo por ¨¦l fundado depende hoy del Ministerio de Educaci¨®n, Cultura y Deporte. Su legado fue completado a?os despu¨¦s con el de su hijastra, Amelia del Valle, marquesa de Villa-Huerta. Entre los bienes de esta herencia hay 13 retratos enmarcados y ocho fragmentos del lienzo de Aparicio.
El primer director del Cerralbo, Juan Cabr¨¦, los fotografi¨® en 1927 y los entreg¨® al Estado. Esas placas fueron precisamente las que sirvieron a la investigadora Pilar T¨¦bar, de la Universidad de Alicante, para iniciar la identificaci¨®n de la obra pict¨®rica.
En el museo aseguran que algunos de aquellos fragmentos con rostros de personalidades en el lienzo de Aparicio Inglada ya fueron expuestas en el llamado Montaje Sanz Pastor, en 1944, pero en el Palacio de Justicia no hab¨ªa constancia conocida de tal paradero hasta fechas muy recientes.
Las dudas surgen al comprobarse que el gran lienzo que, evidentemente, no fue destruido por el fuego, fue presumiblemente sustra¨ªdo tras el incendio por desconocidos y troceado. Sus fragmentos fueron a parar, nadie sabe c¨®mo, al Rastro. Eso, en el mejor de los casos. De hecho, hay dos hip¨®tesis. La primera se?ala que la partici¨®n del lienzo en piezas, correspondientes a la cincuentena de rostros cortesanos, obedeci¨® a la prevista rentabilidad de la venta a particulares de cada uno de ellos. Otra teor¨ªa es que el marqu¨¦s de Cerralbo, carlista, trocease el cuadro para ocultar que el pretendiente ultraconservador, Carlos Mar¨ªa Isidro, aparec¨ªa en ¨¦l en actitud sumisa ante una injerencia militar extranjera en la pol¨ªtica espa?ola.
Arde el palacio, el gran lienzo se da por destruido
La justicia sanciona sucesos, pero rara vez los sucesos sancionan a la Justicia. Tal fue el caso, sin embargo, de un hecho acaecido en el palacio de Justicia de Madrid hace ahora un siglo, que su inquilino actual, el Tribunal Supremo, ha querido evocar. Lo ha hecho mediante una serie de eventos, con mapeo incluido de su fachada, conferencias, debates y juegos infantiles de divulgaci¨®n de la Justicia. De su oferta cultural destaca una exposici¨®n, que ser¨¢ inaugurada el pr¨®ximo jueves 10 de septiembre, que da noticia gr¨¢fica y textual de aquel suceso que jalon¨® entonces la historia de la Justicia en Madrid.
Poco despu¨¦s del mediod¨ªa del 4 de mayo de 1915, un ronquido agudo precedi¨® el s¨²bito ascenso de una gran humareda sobre la cubierta del hist¨®rico edificio de Las Salesas de Madrid: la c¨²spide del palacio de Justicia ard¨ªa velozmente. Gregorio Valle, de 8 a?os, asomado a un balc¨®n de su casa, dio la voz de alarma. Decenas de visitantes del edificio ¡ªera d¨ªa h¨¢bil¡ª y transe¨²ntes que circulaban por las calles inmediatas se apartaban acollonados de las aceras contiguas al palacio y desde lugares pr¨®ximos elevaban, aterrados, los ojos al cielo, en apenas unos instantes cubierto por una sofocante cortina oscura. Del palacio comenzaron a salir precipitadamente ujieres, abogados, jueces y empleados, veinte de cuyas familias, hasta 23 ni?os, continuaban viviendo en sus ¨¢ticos, ya pasto del fuego. Una directiva oficial, all¨ª incumplida, obligaba desde el a?o 1913 a las familias de los funcionarios a desocupar las sedes ministeriales. El porte y las fachadas p¨¦treas del palacio no permit¨ªan columbrar su vulnerabilidad al fuego que, por razones entonces desconocidas, hab¨ªa surgido en la parte superior del edificio, en la zona correspondiente a la Secci¨®n Tercera.
Alguien record¨® que en los s¨®tanos se hallaban los calabozos del ministerio de Justicia, donde permanec¨ªan encerrados varios presuntos delincuentes, a disposici¨®n del juez de guardia. Fueron sacados al exterior. La reina madre Mar¨ªa Cristina de Habsburgo, que cruzaba la zona en autom¨®vil, contempl¨® el incendio en directo. El rey Alfonso XIII, que tiraba al pich¨®n en Somontes, se present¨® sobre el lugar de los hechos para instar a la creaci¨®n inmediata de una comisi¨®n evaluadora de los documentos judiciales que el fuego acababa de destruir.
Un equipo de j¨®venes boys scouts, (entonces llamados "exploradores"), cuya sede se hallaba en la cercana calle del General Casta?os, acudi¨® a extinguir el fuego. Bomberos del Parque de Santa Engracia, con aljibes tirados por mulos, lucharon con denuedo contra las llamas. Casi todo aquel esfuerzo resultar¨ªa in¨²til. Las llamas consumieron todo: muebles, enseres, esculturas y cuadros¡Entre estos lienzos se crey¨® que hab¨ªa sucumbido El desembarco de Fernando VII en el Puerto de Santa Mar¨ªa. Mas el cuadro aparecer¨ªa mucho tiempo? despu¨¦s despiezado.
Jos¨¦ Mar¨ªa Armada, que olvido documentos dentro del palacio, entr¨® en el edificio y ya no sali¨®. Fue la ¨²nica v¨ªctima. Viv¨ªa solo. Su entierro, en el que recibi¨® trato de h¨¦roe, fue presidido al d¨ªa siguiente por el ministro de Gracia y Justicia. De todo ello, el gran fot¨®grafo Alfonso hizo la cobertura gr¨¢fica, a¨²n hoy paradigma del mejor Periodismo, que el Tribunal Supremo ha querido recrear en su hist¨®rica sede madrile?a con una exposici¨®n evocadora de aquel suceso que estremeci¨® la ciudad. En los actos conmemorativos, los boys scouts madrile?os ser¨¢n homenajeados por el c¨ªvico comportamiento de sus compa?eros de entonces.
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