Veteranos de la Via Lliure
Un millar de personas, muchas de ellas curtidas en manifestaciones independentistas, viaja desde Lleida para ir en comitiva a la Meridiana
Nueve y media de la ma?ana. Una multitud de camisetas blancas decoradas con punteros de varios colores acude a un aparcamiento, al lado del estadio de la Uni¨® Esportiva Lleida. Pronto, un millar de personas subir¨¢ a los 18 autobuses que se dirigen a la Via Lliure desde la capital del Segri¨¤. El objetivo: llenar el tramo 58 de la marcha.
Es la cuarta acci¨®n de este tipo que la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y ?mnium Cultural organizan, y muchos de los que acuden a los autocares son veteranos en estas movilizaciones.?Es el caso de Josep Maria Curri¨¤, miembro de la ANC en Lleida desde su fundaci¨®n. ¡°Lo importante, m¨¢s que el n¨²mero de personas, es el hecho de que habr¨¢ una masa de gente inmensa, para un pa¨ªs de siete millones de habitantes¡±, asegura, mientras fotograf¨ªa a la gente que va llegando. ?Por qu¨¦ se sum¨® al soberanismo? ¡°[Espa?a] solo se ha interesado en extraer los recursos de Catalu?a¡±, sostiene Curri¨¤, de 72 a?os.
Otros, sin embargo, acaban de subir al autob¨²s. Literalmente. Es el caso de Rosa Mar¨ªa P., de 70 a?os, quien ha decidido unirse a la caravana minutos antes de su partida, a las diez. ¡°Me dijeron que hab¨ªa un sitio libre y sub¨ª¡±, explica. Cuenta que ¡°los amigos¡± y ¡°el ambiente¡± la han hecho decidirse. ¡°Soy apol¨ªtica, pero ¨²ltimamente [la presi¨®n del Gobierno] es demasiado¡±, a?ade.
Los autocares dejan Lleida, las esteladas colgadas en sus ventanas traseras. Las bromas y el buen ambiente son la t¨®nica general. De vez en cuando pasa al lado alg¨²n motorista con una estelada colgada del hombro, que arranca los v¨ªtores del grupo.?Sobre todo cuando la caravana cruza un ¨¢rea de servicio en la que cientos de ellas se encuentran aparcadas. Jordi Prenafeta, poeta y profesor de catal¨¢n, ameniza el trayecto con el poema L'Hora Gran. ¡°?No falt¨¦is, a la hora grande! Ya hemos sufrido demasiados a?os de ofensas, demasiado miedo¡±, rezan sus versos. Prenafeta, de 38 a?os, viste un jersey blanco, en lugar de la camiseta oficial. No le importa que la Via caiga en el primer d¨ªa de campa?a. Espera que ayude al ¡°autoconvencimiento¡± del voto independentista. ?Un objetivo que considera suficiente, ante la imposibilidad de celebrar un refer¨¦ndum. "Estoy convencido de que hay mucha gente independentista en las filas de Podem", a?ade.
De vez en cuando pasa al lado alg¨²n motorista con una estelada colgada del hombro, que arranca los v¨ªtores del grupo
Los autobuses leridanos se aproximan al ¨¢rea metropolitana de Barcelona. Los bloques de pisos remplazan el verde de los bosques. ¡°Me estoy poniendo nerviosa¡±, confiesa Maria, sentada en una de las ¨²ltimas butacas. Ella y sus amigos han ido juntos a cada una de las marchas de la Diada, acompa?ados de sus padres. ¡°Voy por sentimientos, contra la Lomce y por la cultura catalana¡±, explica esta estudiante de Humanidades, de 20 a?os. Como su amigo Roger, licenciado en la misma titulaci¨®n, ve en la independencia una oportunidad para un pa¨ªs ¡°con justicia social, igualdad y feminismo¡±.
El grupo llega a Barcelona. Mientras atraviesan Glories, Ram¨®n, coordinador de la marcha, recuerda que los punteros que llevan los manifestantes se repartir¨¢n en el mismo tramo de la marcha. ¡°Se pide pagar la voluntad¡±, recuerda a los viajeros.?Minutos despu¨¦s, llega el momento: la caravana aparca en la Meridiana. Cientos de familias ataviadas con esteladas y camisetas blancas bajan de los autocares para abarrotar los restaurantes y bares de la zona. ¡°Recordad que hay volver a las siete. ?Salimos de aqu¨ª!¡±, avisan desde el coche.
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