El liderazgo de Mas
Es m¨¢s c¨®modo decir que Artur Mas ha embaucado a los catalanes que saber por qu¨¦ muchos catalanes quieren irse. Pero con Mas o sin ¨¦l, hay larga vida para el independentismo
Es Artur Mas el l¨ªder del proceso soberanista catal¨¢n? Hay un sector del independentismo, en el entorno de la vieja CDC, un partido en tr¨¢nsito hacia otra vida, que as¨ª lo cree y le considera irreemplazable. El Gobierno espa?ol, los partidos contrarios a la independencia y los medios de comunicaci¨®n cr¨ªticos con el soberanismo lo han asumido y han centrado reiteradamente sus ataques en la figura del presidente catal¨¢n. El desaf¨ªo de Mas, el plan de Mas, la deriva de Mas, los enga?os de Mas, son expresiones habituales. Obviamente, Artur Mas es el presidente de la Generalitat y, por tanto, quien tiene firma para tomar decisiones como convocar una consulta o unas elecciones. Hay adem¨¢s una regla de la comunicaci¨®n pol¨ªtica ¡ªy especialmente en escenarios electorales¡ª que es la polarizaci¨®n: buscar la cohesi¨®n de la parroquia propia con la construcci¨®n de un enemigo. Y el enemigo para ser identificable necesita un rostro. Artur Mas era la m¨¢scara ¨®ptima para el espect¨¢culo, por el cargo y por la tradici¨®n.
Desde finales de los setenta la dial¨¦ctica Espa?a/Catalu?a ha pasado por Converg¨¨ncia, interlocutor habitual de los Gobiernos de turno. Durante el pujolismo funcionaron las reglas no escritas de un juego de complicidades, un tira y afloja permanente, que result¨® rentable a las dos partes. Cuando, a partir de 2010, el eje del catalanismo se desplaz¨® del nacionalismo conservador al independentismo, en los centros de poder pol¨ªtico, medi¨¢tico y econ¨®mico de Madrid, pero tambi¨¦n en buena parte de los de Barcelona, no cundi¨® la alarma porque se sigui¨® razonando en los t¨¦rminos tradicionales. Se daba por hecho que Artur Mas sub¨ªa la tensi¨®n para acabar como siempre negociando alg¨²n nuevo paquete de transferencias y dineros. Despu¨¦s de las elecciones de 2012 era un lugar com¨²n que, cuando el sufl¨¦ de la calle bajara, Mas moderar¨ªa las exigencias y acabar¨ªa aceptando un acuerdo como siempre.
Pero el proceso creci¨®, Mas no fren¨® y poco a poco se fueron encendiendo las alarmas. Esta vez era distinto. Probablemente la mayor aportaci¨®n de Mas al proceso es no haber dado marcha atr¨¢s, contra todo pron¨®stico. Y la perplejidad se adue?¨® de poderosos sectores econ¨®micos que lo consideraban ¡°uno de los nuestros¡±. Mas se convirti¨® en el punto de mira. El PP crey¨® que cargarse a Mas ser¨ªa liquidar el proceso. Y desde entonces va a por ¨¦l. Sorprende ver c¨®mo los partidos y los medios contrarios a la independencia eluden la pregunta sobre las causas: ?por qu¨¦ se ha llegado hasta aqu¨ª? ?Pereza intelectual o miedo a la realidad?
?Mas es una pieza destacada de un proceso del que nunca ha sido el l¨ªder indiscutible, por mucho que lo haya intentado
Es m¨¢s c¨®modo decir que Artur Mas ha embaucado a los catalanes que saber por qu¨¦ muchos catalanes quieren irse. Si Mas les tiene enga?ados, quit¨¢ndole de en medio se acabar¨ªa el problema y los catalanes despertar¨ªan de su inocencia y volver¨ªan el redil. Pura ilusi¨®n.
Artur Mas es una pieza destacada de un proceso del que nunca ha sido el l¨ªder indiscutible, por mucho que lo haya intentado. Algo falla cuando un l¨ªder tiene que ocupar el cuarto lugar en su lista electoral. En la euforia de la Diada de 2012, y reforzado por el rechazo frontal de Rajoy al pacto fiscal, Artur Mas quiso hacerse con el tim¨®n del independentismo. Convoc¨® elecciones y recibi¨® un serio castigo. En medio de la gran fractura social de la crisis, el partido genuino de las clases medias catalanas, por mucho que se envolviera en la utop¨ªa disponible de la independencia, no pod¨ªa salir indemne de unas elecciones, y menos habiendo sido fiel ejecutor en Catalu?a de las pol¨ªticas de austeridad del PP.
Desde entonces su autoridad sobre el soberanismo ha estado siempre muy condicionada. Quiso convocar elecciones cuando el gobierno prohibi¨® el 9-N y no le dejaron; quer¨ªa que las auton¨®micas fueran despu¨¦s de las elecciones generales y sus socios le obligaron a convocarlas antes. Y para imponer su obsesi¨®n por la lista unitaria, tuvo que aceptar que el primero de la cordada fuera otro. ?Se imaginan al general De Gaulle o Angela Merkel en una lista no encabezada por ellos? Artur Mas superar¨¢ o no la prueba del 27-S. Pero con ¨¦l o sin ¨¦l hay larga vida para el independentismo.
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.