El fracaso del miedo
No tiene l¨®gica que el Estado solo se dirija a Catalu?a, con el silencio c¨®mplice de la izquierda espa?ola, a trav¨¦s de la orden o de la amenaza
Faltan solo dos d¨ªas para que podamos medir la distancia que media entre Catalu?a y Espa?a. A fecha de hoy sabemos que es enorme e irreversible. El domingo por la noche conoceremos los kil¨®metros exactos. Por primera vez, los que han utilizado t¨¦rminos como abismo o ruptura van a llevar raz¨®n y por ello, esta vez s¨ª, me atrevo a darles un consejo: no lean los datos a la luz del discurso de los poderes estatales, econ¨®micos o medi¨¢ticos, perdonen la redundancia. Sean honestos.
La secuencia es l¨®gica. Estamos aqu¨ª porque Espa?a no ha elaborado un discurso de la diversidad. Por miedo, por fobia, por pura desidia o por la inercia de una historia llena de traumas. Porque lo asociaba a debilidad, por razones econ¨®micas o por lo que sea, pero llegados a 2015 podemos decir que la Espa?a diversa ha fracasado. Si exceptuamos la literatura cient¨ªfica producida sobre la inmigraci¨®n que atrajo la breve bonanza econ¨®mica, no ha tenido oportunidad de pensar qu¨¦ significaba la diversidad cultural, social o econ¨®mica de sus territorios. Ning¨²n Paco Candel escribi¨® Los otros espa?oles. La falta de un relato de inclusi¨®n ha hecho que sea imposible encontrar un desarrollo sostenido de conceptos como diversidad o alteridad.
La diversidad ha sido una tara, nunca una oportunidad. No se ha sabido crear un contexto f¨¦rtil que pudiese beneficiar el conjunto de la poblaci¨®n y Espa?a contin¨²a doliendo y doli¨¦ndose. Ha preferido da?ar su propio contenido plural a beneficiarse de ¨¦l. Se ha descrito y afirmado tantas veces uniforme que uno comprende que se puedan llegar a negar incluso las evidencias m¨¢s palmarias y cometer destrozos por doquier. No solo en Catalu?a, claro, en Galicia, Baleares, en el Pa¨ªs Valenciano o en Euskadi. En Espa?a.
La l¨®gica tiene una secuencia porque no hemos tenido mediadores. Se puede argumentar que cuando falla una relaci¨®n, la culpa siempre es de ambas partes. Puedo estar de acuerdo, siempre y cuando se calibre y se describa la diferencia de poder que las separa. No hemos visto ni un solo programa en TVE, por no hablar de las cadenas privadas, donde se promocionara el intercambio entre las diferentes culturas de la pen¨ªnsula porque significaba reconocerlas de facto. Lo triste es que pensemos que puede que haya sido mejor as¨ª, visto el tratamiento que se les dispensa. Los traductores sociales han fallado cuando no han actuado de mala fe vendiendo sus productos estrella, la victimizaci¨®n del fuerte con el conflicto ling¨¹¨ªstico o el nacionalismo asfixiante.
No hemos visto ni un solo programa en TVE donde se promocionara el intercambio entre las diferentes culturas de la pen¨ªnsula porque significaba reconocerlas de facto
Al otro lado, tienen una mediaci¨®n plausible, imperfecta como todas, pero real. La realidad demogr¨¢fica ha creado todos los puentes posibles en Catalu?a. La mediaci¨®n se ha hecho en la cama, en la calle, en la escuela y en el trabajo. Por eso no se va a perdonar que se haya jugado de manera miserable a romper la convivencia resultado de ese esfuerzo de mediaci¨®n. De la derecha lo esper¨¢bamos, pero que la nueva izquierda busque apellidos y etnias... No funcionar¨¢. Esperen a los resultados de domingo. Sean los que sean van a ser enormes.
Lo que ya no tiene tanta l¨®gica, basta recordar el rid¨ªculo de Rajoy con los pasaportes, es que el Estado solo se dirija a Catalu?a a trav¨¦s de la orden o de la amenaza. Roma locuta por boca de jueces que no dudan en dictar sentencias como la que ordena que toda una clase deba cambiar la lengua vehicular si un solo alumno lo pide. Sus pol¨ªticos y altos funcionarios, perdonen la redundancia, repiten sin cesar que el amor de la convivencia se va a transformar en ira a la ma?ana siguiente de la separaci¨®n. ?C¨®mo vas a querer convivir con un Estado que te quiere dejar sin nada? ?C¨®mo se podr¨ªan olvidar las amenazas de la patronal y de los bancos o las presiones a multinacionales? ?C¨®mo, el aval de los socialistas catalanes a asociaciones como SCC, cuyo presidente est¨¢ siendo investigado por difamaci¨®n en las redes? ?Y el silencio c¨®mplice de la izquierda espa?ola? Si no fuese porque el poder que se expresa de esta manera es un lastre para todos, sobre todo para los catalanes no independentistas e incluso para los espa?oles, nos partir¨ªamos de risa.
Cuando todo lo que se ofrece es miedo, se acaba la l¨®gica. Con amigos como estos lo que da verdadero miedo es no alcanzar la mayor¨ªa suficiente para empezar la secesi¨®n.
Ya falta menos.
Francesc Ser¨¦s es escritor
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