Ciutadans
De su falta de ideolog¨ªa, nace un partido programado para el votante decepcionado, indeciso y hasta para el que no vota
Del programa de C?s, explicitado en su propaganda para las pasadas elecciones del 27S, me llamaron la atenci¨®n dos apartados. A uno lo encabeza el eslogan ¡°Una Catalu?a sin bandos¡±. Al otro, ¡°Bajaremos los impuestos¡±. Me gustar¨ªa comentar ambos asuntos, porque me parece que de ambos se desprende el car¨¢cter indeterminado y gaseoso de este partido, aunque los equipos de simulaci¨®n (de lo que no son) y disimulaci¨®n (de lo que son) funcionen a pleno rendimiento. C?s ya no es un partido que prometa. Cuando naci¨®, su suelo sociol¨®gico era una inc¨®gnita. Pero con veinticinco esca?os en el parlamento catal¨¢n, adem¨¢s de su posici¨®n determinante en varios ayuntamientos del resto de Espa?a, ya tenemos una idea aproximada de sus caladeros de votos. Caladeros, nos guste o no, sorprendentemente transversales. Lo que no creo que se pueda calcular es su techo. Aunque sospecho que ello est¨¢ directamente ligado a lo mejor o peor que lo hagan sus adversarios en las pr¨®ximas citas electorales, entre ellas, las del 20 de diciembre.
¡°Una Catalu?a sin bandos¡±. En este apartado, C?s hace alusi¨®n a fronteras, a los lazos que unen a catalanes y ¡°el resto de los espa?oles¡± y a la defensa de los intereses de los catalanes frente al gobierno central y dem¨¢s comunidades aut¨®nomas. No dudo de la buena fe de todas estas propuestas. Y sin embargo me quedan dudas. Por ejemplo, dudas de que cuando los dirigentes de C?s (In¨¦s Arrimadas y Albert Rivera) insisten machaconamente de que la l¨ªnea que separa a la izquierda y la derecha ideol¨®gicas ya no existe, no se est¨¦n refiriendo a los partidos de izquierdas y de derechas tambi¨¦n como bandos, que ellos no mencionan como tal en su programa, pero que lo piensan, tal es su engrasada maquinaria de grosera simplificaci¨®n. Como si los partidos pol¨ªticos no dataran del siglo diecinueve, al socaire de las luchas para hacer que de una vez para siempre los trabajadores vivieran en condiciones humanas y dejaran de auto aniquilarse por cuatro perras durante doce horas de diarias. Es evidente que en el partido de Albert Rivera nadie se ha parado a pensar nunca, por ejemplo, en la tragedia de la Comuna de Par¨ªs y en la feroz represalia posterior, como un asunto en el que estaban en juego dos naturalezas ideol¨®gicas enfrentadas por el capital. Si pensaran en asuntos hist¨®ricos tan tr¨¢gicos como estos, seguramente caer¨ªan en la cuenta, que salvando todas las distancias, que hoy todav¨ªa hay gente en muchos lugares del mundo que sigue viviendo miserablemente como en el siglo de Dickens. Sin contar, claro, los cuatro millones largos de parados en Espa?a a los cuales nunca se refieren, no fuera que tuvieran que comprometerse con una pol¨ªtica de izquierdas o derechas.
?Cuando el C?s? hace gala de su centralidad nos est¨¢n informando de su condici¨®n de partido desideologizado
¡°Bajaremos impuestos¡±. El mantra de siempre pera ganar votos. Desconozco si las primeras espadas de C?s conocen el concepto de ¡°Econom¨ªa vud¨²¡±. Tambi¨¦n conocido como ¡°La curva de Lafter¡±, porque quien la esgrimi¨®, como quien se saca un conejo de la chistera, fue el economista norteamericano Arthur Lafter. La leyenda dice que Lafter, asesor del entonces presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, le dibuj¨®, en una servilleta del restaurante donde se hab¨ªan reunido para hablar de la futura pol¨ªtica econ¨®mica, una gr¨¢fica en forma de campana. En ese prosaico papel, el trazo de abscisas y ordenadas le garantizaban a Reagan que si bajaba los impuestos, la recaudaci¨®n aumentar¨ªa. Evidentemente, la recaudaci¨®n no aument¨®, porque el ex actor de Hollywood solo baj¨® los impuestos directos a las rentas m¨¢s elevadas y subi¨® los impuestos indirectos, quebrando el principio de progresividad (Jos¨¦ Carlos D¨ªez, La econom¨ªa no da la felicidad, pero ayuda a conseguirla, 2015).
As¨ª que esto es lo que ofrece el C?s. Cuando hacen gala de su centralidad nos est¨¢n informando de su condici¨®n de partido desideologizado. Y de esa falta de compromiso ideol¨®gico, nace un partido programado para el votante indeciso, el decepcionado e, incluso, para el que nunca ha votado. Pero tambi¨¦n para el nuevo rico y el que se ha cre¨ªdo a pie juntillas el discurso de la modernidad pol¨ªtica. Por todo esto, a Ciutadans no hay por d¨®nde cogerlo. Desde la FAES, lo vinculan al PSOE. Otros no dudan en vaticinar que si al PP le hiciera falta apoyos para cubrir la mayor¨ªa que presumiblemente no obtendr¨¢ en las pr¨®ximas elecciones, C?s se los dar¨¢. Otros los ningunean, que es otra manera de temerlos. En resumen, un partido con un futuro esplendoroso. Si nada ni nadie hacen algo para desnudar su peligrosa insustancialidad.
J. Ernesto Ayala-Dip es cr¨ªtico literario
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