La deuda con Pinazo
Los valencianos se reencuentran con el pintor de Godella en su centenario
Se ha escrito que para Pinazo su Godella fue como el Tahit¨ª para Gauguin. Una inspiraci¨®n, tambi¨¦n un descanso, un refugio. Una sucesi¨®n inagotable de escenas sencillas a su alrededor que prend¨ªan vigorosas ante la mirada del pintor.
All¨ª en Godella estas ¨²ltimas semanas se han celebrado varias cenas peque?as para presentar ante ojos sensibles el Centenario Pinazo, certificando que el pr¨®ximo a?o hace 100 que falleci¨®. En las veladas algunas frases apuntaron que ¨¦l era de ese tipo de valencianos tan ilustres que pudiendo elegir caminos muy pomposos deciden encumbrarse a su tierra, desde su tierra.
Tras regresar de una Roma cautiva a su pincel, vio entre los suyos una fuente inagotable de asombro en una Valencia que era centro clave en la evoluci¨®n de la pintura espa?ola. Estamos en la segunda mitad del siglo XIX. Una serie de artistas nacidos entre 1840-1850 daban un impulso herc¨²leo al arte valenciano, creando un terreno m¨¢s f¨¦rtil cuyos frutos recoger¨ªan las generaciones siguientes (y entre ellos, Sorolla).
Pinazo, constantemente subido a la innovaci¨®n, era en contexto una figura excepcional. El padre de la modernidad valenciana, y no pasa nada por enunciar tan rotundo porque su legado testifica por ¨¦l. Una personalidad compleja y contradictoria con una obra rica en matices y registros. Ahora que su memoria renace ¡ªporque se aproxima su centenario, porque los valencianos le deben mucha honra pendiente, pero tambi¨¦n porque Valencia est¨¢ receptiva a reconciliarse con sus iconos culturales¡ª, ahora se intenta resumir su aportaci¨®n para volver a introducirlo. Pero es complicado. Su creaci¨®n es un di¨¢logo tanto con los representantes de la gran tradici¨®n como con los coet¨¢neos m¨¢s modernos. Un pintor naturalista m¨¢s all¨¢ del impresionismo, lo hemos definido en alguna ocasi¨®n.
Aunque se puede considerar como uno de los primeros impresionistas hispanos, junto a Regoyos y Beruete, su aportaci¨®n adquiere significado no s¨®lo por esta perspectiva sino por el conjunto de una creaci¨®n de gran intensidad emotiva. Fue un hombre curioso e inquieto, un esp¨ªritu anal¨ªtico, un prototipo de artista moderno que reflexiona sobre el sentido del arte y la vida. El prototipo de artista valenciano de origen muy humilde que se revuelve a base de voluntad y esfuerzo hasta la m¨¢xima consagraci¨®n. S¨®lo un detalle: cuando recibi¨® la Medalla de Oro en la Exposici¨®n Nacional de Madrid las tracas resonaron en Valencia como un triunfo colosal. A su muerte miles de ciudadanos salieron a la calle a darle el ¨²ltimo adi¨®s.
Pinazo escribi¨® una cr¨®nica pl¨¢stica de la vida valenciana como nadie lo hab¨ªa hecho hasta entonces, de una manera sutil y exquisita a la vez que sint¨¦tica.
El impresionismo es el lenguaje moderno que mejor se adapta a su voluntad de atrapar el fluir de la vida y el movimiento. Pero se trata de un impresionismo pinaciano, intuitivo y personal, que en ocasiones desarrolla la narraci¨®n vali¨¦ndose de unas pinceladas m¨¢s caligr¨¢ficas y gestuales al modo oriental.
?C¨®mo encasillarlo? A la vez maestro de la instant¨¢nea y a la vez un creador concienzudo que reelabora a fondo sus composiciones. Sus retratos son documentos biogr¨¢ficos de fuerte hondura psicol¨®gica. Es uno de los grandes retratistas europeos y en este campo no hay ning¨²n otro creador valenciano que lo supere. En la percepci¨®n decididamente moderna del paisaje de la huerta, fue indiscutible el protagonismo de Ignacio Pinazo, tambi¨¦n pionero en la plasmaci¨®n del paisaje de la playa bastante antes de que Sorolla transitara por ella buscando inspiraci¨®n para sus ¨®leos luminosos.
La vida campesina, esa huerta, lo atrapan sin remisi¨®n. All¨ª Pinazo, sobre la tierra. Observaba agudo. En sus obras sobre la huerta se refleja el vitalismo, pero tambi¨¦n su sarcasmo, esteticismo y melancol¨ªa. Su manera de darle relevancia a lo que es propio y natural.
Y est¨¢ Godella, de la que Pinazo hace un relato del d¨ªa a d¨ªa, que ¨¦l observa desde la proximidad y la distancia, en detalle y en grupo, agazapado como el cazador esperando el momento oportuno para disparar o registrar la acci¨®n en su cuaderno de notas o en las peque?as tablas en las que condensa m¨²ltiples experiencias visuales.
Reivindicar a Pinazo lleva por automatismo a reivindicar la modernidad valenciana, donde habitan las mejores virtudes propias.
Una cuesti¨®n de Familia
La publicaci¨®n valenciana Pensat i Fet quiso preguntarle en 1914 a Ignacio Pinazo qu¨¦ pensaba hacer el a?o siguiente, cu¨¢les eran sus planes. Pinazo contest¨® claro: "Pienso morirme, as¨ª resolver¨ªa algo que tengo pendiente desde que nac¨ª". Aplaz¨® el desenlace un a?o m¨¢s.
Un enfisema pulmonar se lo llev¨® por delante tras una vida fumadora. ¡°Se escond¨ªa en el estudio para fumar, a escondidas de su esposa Teresa¡±, comentan ahora sus bisnietos. ¡°Cuando sufr¨ªa un ataque de insuficiencia respiratoria recurr¨ªa a su l¨¢piz. Much¨ªsimos dibujos y escritos acreditan por su graf¨ªa la dureza del momento¡±.
Desde entonces la familia, siempre la familia, se ha conjurado con un prop¨®sito inaplazable: conservar el legado. La punta del iceberg es la Casa Museo Pinazo, en Godella, un cajet¨ªn de sorpresas. Hoy acceder a esa vivienda es lo m¨¢s parecido a ver el fiel reflejo de la Valencia transitando entre el XIX y el XX. Pinazo parece seguir por all¨ª. Jos¨¦ Ignacio y Jos¨¦ Eugenio son los bisnietos encargados de mantener esta bandera en todo lo alto en un lugar donde los imprevistos siguen apareciendo.
Como cuando la restauradora Asun Tena trabajaba con la Mujer dormida y encontr¨® que la pintura de la dama podr¨ªa estar escondiendo en realidad el relato pict¨®rico de un crimen pasional en el carnaval de Valencia. ¡°?Fue esa historia la que llam¨® la atenci¨®n del artista?¡±, se preguntan los Casar Pinazo, sus descendientes. ¡°Si pudi¨¦ramos hablar con ¨¦l tambi¨¦n nos gustar¨ªa averiguar por qu¨¦ en una ocasi¨®n utiliza determinados recursos pict¨®ricos y en otra, a priori parecida, recurre a otros¡±.
La devoci¨®n del hijo Ignacio por su padre, tan intensa que don¨® a la Real Academia de Bellas Artes la mayor parte de la colecci¨®n Pinazo para que se difundiera entre la sociedad. De la nieta Esperanza, congeniada con los Tom¨¢s Llorens y Andreu Alfaro para incorporar su memoria modernista al IVAM.
Y ahora los bisnietos, desde la familia, como siempre, afrontan el nuevo reto: ¡°queremos contar con una gran aceptaci¨®n social de los valores de su pintura. Por y para ello llevamos luchando ya tres generaciones apostando por la exhibici¨®n p¨²blica de su obra¡±.
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