Primer tren a Katanga
El primer AVE que consigue salir hacia Madrid tarda en llegar cuatro horas y media a Atocha
Afortunado mortal llego arrojadamente a la estaci¨®n de Sants a coger el AVE de las 11 a Atocha poni¨¦ndome en lo peor, que es mucho, cuando anuncian que la l¨ªnea se ha restablecido. El ambiente en la zona de los trenes de (hoy ya no) alta velocidad es de playa griega con muchos refugiados. Me hacen formar en una fila en la que solo nos falta el petate ¨Cyo sal¨ª de aqu¨ª hace una eternidad para ir a la mili y que viva Mircea Eliade y el eterno retorno- que pronto se bifurca y se vuelve a bifurcar hasta que un estadounidense y un chino ponen orden. Una nube de fot¨®grafos nos retratan como si fu¨¦ramos los pasajeros del Titanic.
Cuando pienso que a¨²n saldr¨¦ de rositas y casi a la hora se escucha una alarma estridente: es el actor Ferm¨ª Reixach que anda perdido y trata de marcharse por las puertas de emergencia. Entonces estas se abren de par en par y accede desde fuera de la estaci¨®n una muchedumbre que esperaba en los autocares y que ahora se precipita hacia los mostradores. Mientras llegan a las colas yo ya me he hecho con un papelito que me acredita como feliz poseedor de la plaza 11B en el coche 15 (sic), aunque no est¨¢ detallado si el trayecto es a Atocha, a Gun Hill o a Katanga. Recordando mis mejores tiempos de jugador de rugby y empujando un poco aqu¨ª, otro all¨¢, dejando atr¨¢s por piernas a una anciana y a una mam¨¢ con cochecito, me subo al vag¨®n que est¨¢ ya lleno de gente con cara de haber encontrado el tren del oro nazi.
Salimos con m¨¢s de media hora de retraso, pero es el primer AVE en hacerlo en toda la ma?ana. Cuando nos las prometemos muy felices el tren se detiene en Tarragona donde aguarda una multitud que ha sido llevada previamente en autocares. Muchos suben sin acomodaci¨®n. En el bar, donde he conseguido un bocadillo justo antes de que la barra se ponga en condiciones dignas de la balsa de la Medusa me encuentro con el librero Llu¨ªs Morral que va a Liber a recoger el premio que le han dado a Laie. Es de los que ha subido en Tarragona y pone cara de hiena cuando le digo que yo vengo tan ricamente de Sants. Regreso silbando a mi asiento y resulta que est¨¢ ocupado por un t¨ªo con barba. Le afeo el hecho ¨Cque me haya cogido el sitio no que lleve barba, por mi como si es hipster- y aduce que a ¨¦l le han quitado el suyo y que hay que ser solidarios, no te fastidia el t¨ªo Podemos. Le digo que ya se est¨¢ levantando, cosa que hace a rega?adientes mientras todo el vag¨®n nos mira con expresi¨®n de no nos mover¨¢n y de aqu¨ª va a haber tomate, que bien porque hoy de pel¨ªcula, nada. Me siento y me aferro mucho a mi recuperado asiento, de forma que cuando llegamos a Lleida tengo calambres. Ya nadie se levanta ni para ir al lavabo.
Me debo haber quedado dormido porque son las 3 y nos detenemos en Guadalajara. En el vag¨®n reina un ambiente de resignaci¨®n punteado por el llanto incesante de un beb¨¦. Una abuela con tres nietos a bordo recibe un mensaje en el m¨®vil: la han visto en Antena 3 y le env¨ªan ¨¢nimos. La noticia pasa de boca en boca. Las maletas amontonadas en plataformas y pasillos confieren un ambiente de Far West: en cualquier momento atacar¨¢n los indios o la banda de Jesse James. En todo el trayecto no se nos ofrece la m¨¢s m¨ªnima informaci¨®n ni agua, ni, como queda dicho, la pel¨ªcula. Dado que viajo para una charla sobre el gale¨®n de Manila trato de absorber la atm¨®sfera por si me sirve de algo. Me digo que si esto dura m¨¢s sufriremos escorbuto. A las 15.25 llegamos a Madrid-Atocha. La llegada estaba prevista a las 13.45. Y somos los afortunados. Mientras descendemos, la pantalla electr¨®nica del vag¨®n se ilumina con un mensaje: ¡°Au revoir¡±.
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