Ya veremos si se puede

Comencemos por describir lo ocurrido de la manera m¨¢s as¨¦ptica y convencional posible: en las elecciones catalanas de noviembre de 2012, el t¨¢ndem Iniciativa-Esquerra Unida obtuvo 13 esca?os; en las del pasado 27-S, ambas fuerzas totalizaron cuatro diputados (Joan Coscubiela, Joan Josep Nuet, Marta Ribas y Marc Vidal), porque los otros siete conseguidos por Catalunya S¨ª que es Pot pertenecen a Podemos o son independientes. As¨ª, pues, el eclipse de la marca propia y el arrinconamiento de los l¨ªderes org¨¢nicos han sido, m¨¢s que un sacrificio, una autoinmolaci¨®n.

Al parecer, y a modo de consuelo, algunos cuadros de ICV sostienen que, de concurrir como Iniciativa igual que tres a?os atr¨¢s, el resultado podr¨ªa haber sido peor. ?Peor que la ca¨ªda de 13 a 4 esca?os? Y en tal caso, ?por qu¨¦? Dado que los Herrera, Camats, etc¨¦tera desarrollaron, durante la legislatura anterior, una labor de oposici¨®n parlamentaria impecable, s¨®lo cabe una respuesta: a causa de la bipolarizaci¨®n alrededor de la independencia. Pero si esta cuesti¨®n pod¨ªa ser devastadora para el electorado tradicional de ICV, ello significa que una gran parte de dicho electorado se inclinaba por el s¨ª, y se alej¨® de una c¨²pula instalada en la tergiversaci¨®n, la ambig¨¹edad y la reticencia al respecto.

Naturalmente, la coartada oficial para los malos resultados de Catalunya S¨ª que es Pot el ¨²ltimo domingo de septiembre es otra: que no consiguieron romper el marco conceptual ¡ªel famoso frame¡ª plebiscitario impuesto por Mas y por Junts pel S¨ª. ?Impuesto por Mas, o dictado por la realidad? Cuando uno se empe?a en avanzar en sentido contrario al de un alud que mueve al 80% largo de los votantes, desde Ripoll hasta Castelldefels, desde Esquerra a Ciutadans, es normal resultar arrollado.

Cuando uno se empe?a en avanzar en sentido contrario al de un alud que mueve al 80% de los votantes es normal resultar arrollado

Luego est¨¢n los errores t¨¢cticos acumulados durante la campa?a. Puede que un l¨ªder vecinal barcelon¨¦s como Llu¨ªs Rabell no fuese consciente de ello, pero Catalu?a no es Barcelona, y la traslaci¨®n mec¨¢nica del ¨¦xito primaveral de Ada Colau a la contienda del 27-S constitu¨ªa una hip¨®tesis ilusoria. Tampoco hizo ning¨²n bien la borrachera de superioridad moral que exhibi¨®, por ejemplo, Joan Herrera el d¨ªa que, en un grosero insulto a los votantes de Junts pel S¨ª, le espet¨® a su excompa?ero Romeva: ¡°No es pot construir res de nou sobre la merda¡±.

La historia, como bien sabemos, es una materia de manejo m¨¢s delicado que la nitroglicerina. Justamente por eso chirri¨® a muchos o¨ªdos que destacados candidatos de Catalunya S¨ª que es Pot (Coscubiela, Rabell...) se arrogasen el monopolio de la memoria del PSUC e incluso atribuyeran a su coalici¨®n el rango de ¡°PSUC del siglo XXI¡±. El PSUC, igual que la verdad, es un espejo roto, fragmentos del cual pueden hallarse hoy en Junts pel S¨ª, en la CUP, en el PSC y, por supuesto, en Catalunya S¨ª que es Pot. Pero resulta especialmente problem¨¢tico pretenderse los herederos ¨²nicos del PSUC en el curso de una campa?a absolutamente colonizada por los Pablo Iglesias, ??igo Errej¨®n y dem¨¢s salvadores procedentes de Madrid. Porque, si no me equivoco, el PSUC fue tambi¨¦n el partido de Joan Comorera, de Antoni Guti¨¦rez D¨ªaz, de Rafael Rib¨® y de muchos otros que pelearon duro por preservar la soberan¨ªa de la gran sigla antifranquista y rechazar las tutelas e ingerencias de los Santiago Carrillo o Julio Anguita de turno. El aut¨¦ntico PSUC ni necesitaba ni hubiese admitido tantas muletas.

En todo caso, el resultado electoral de Catalunya S¨ª que es Pot tiene algo de endiablado, porque plantea una serie de contradicciones dif¨ªciles de resolver en las semanas que quedan hasta las generales. Desde Iniciativa, un poco escamados por el pinchazo del globo violeta, quieren mantener la f¨®rmula de coalici¨®n de izquierdas, pero haciendo m¨¢s visibles y fuertes el perfil nacional y la contribuci¨®n de ICV. Desde Podemos, y ya con un pu?ado de diputados en el Parc de la Ciutadella, ven en Catalu?a lo que han visto siempre PSOE, PP y ahora tambi¨¦n Ciudadanos: un apetitoso granero de votos con los que alcanzar la Moncloa. Por tanto, pretenden concurrir en diciembre con su propio nombre, sus propios candidatos en cabeza y su propio programa. Ese que, al parecer, esbozar¨¢ un giro al centro y huir¨¢ como de la peste de referencias demasiado izquierdistas.

?Son conciliables ambos prop¨®sitos? ?Funcionar¨¢ en las urnas una eventual s¨ªntesis? To be continued.

Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.