Los 25 a?os de la UPF
Nos ir¨ªa mejor si el poder real en las universidades estuviera m¨¢s repartido entre el Gobierno de turno, los funcionarios universitarios y la sociedad civil
Desmemoriado, solo me acord¨¦ del 25 aniversario de las primeras clases de la entonces nueva Universitat Pompeu Fabra cuando recib¨ª una invitaci¨®n de mi rector a cenar para celebrarlo este mes de octubre. La conmemoraci¨®n es acaso prematura. 250 a?os de historia, no 25, permiten cavilar si una universidad ha aportado algo realmente valioso a la cultura perdurable. Cierto, las evaluaciones cient¨ªficas necesitan menos tiempo, pero 25 a?os son todav¨ªa insuficientes: la edad media de un premio Nobel de f¨ªsica es de 55 a?os, 58 en los casos de qu¨ªmica o fisiolog¨ªa y medicina. Nuestros primeros alumnos andar¨¢n ahora por los 43. Y, a¨²n m¨¢s b¨¢sico, los abogados sabemos que nadie es buen juez de su propia causa: ?c¨®mo podr¨ªa yo evaluar una universidad en la que me he dejado mi madurez? Solo puedo cantarla y pedir ayuda para otros.
Enric Argullol, el primer rector de la UPF, hizo bien casi todo lo fundamental: ¨¦l escogi¨® a los fundadores y all¨ª estaban cenando, por ejemplo, el primer jurista de Catalu?a ¡ªquien es adem¨¢s el m¨¢s cort¨¦s de Espa?a¡ª y su economista senior m¨¢s sustancial, un antiguo catedr¨¢tico en Berkeley y en Harvard, todav¨ªa conseller en funciones. Argullol solo se equivoc¨® con quien escribe esto, dicho sea sin fingida modestia.
La UPF se fund¨® con vocaci¨®n de influir en las ciencias sociales. Enseguida se propuso hacerlo sobre las ciencias de la vida. Finalmente, atac¨® las tecnolog¨ªas, aunque nunca os¨® afrontar los retos de las ciencias duras de la naturaleza. Nuestros vecinos nos abrumaban, son muy buenos en f¨ªsica por ejemplo. Las promociones de estudiantes que un a?o tras otro eligen la UPF la retratan mejor que sus profesores: hay seis estudios con nota de corte de selectividad de 11,50 o m¨¢s. Es un indicador ¨²til aunque sesgado, pues la nota de corte, es decir, la calificaci¨®n del ¨²ltimo de la lista de los nuevos alumnos admitidos de primero en cada estudio, depende del n¨²mero de plazas ofrecidas por la universidad y, luego, hay estudios muy buenos, pero poco solicitados. En todo caso, si una universidad programa una carrera que tambi¨¦n ofrecen otras, pero por la cual no opta casi nadie con buenas notas, deber¨ªa hac¨¦rselo mirar. Falta dinero, pero bastante del que tenemos lo tiramos.
Luego, a la UPF le ocurre un poco como a la ciudad de Barcelona, pues puede f¨¢cilmente descentrarse derivando hacia una ¡°universidad objeto¡±. M¨¢s del 60% de los estudiantes extranjeros que acoge la UPF vienen a unos cursillos de tres meses fugaces y fascinantes, que esta ciudad es fabulosa y m¨¢s si tienes dieciocho o veinte a?os. Ser¨¢ man¨ªa de profesor viejo, pero queri¨¦ndolos mucho a todos, prefiero a quien viene a Barcelona a estudiar para aprender saberes sustanciosos o pr¨¢cticos que a quien lo hace para hacer turismo cultural y vital.
Finalmente, mi universidad, como probablemente todas las dem¨¢s universidades p¨²blicas ¡ªen Espa?a hay unas cincuenta, adem¨¢s de treinta y algunas privadas¡ª es cautiva de sus funcionarios. Esto se ha notado mucho en los a?os de hierro de la crisis, pues a los funcionarios universitarios solo nos han reducido el sueldo. En todo lo dem¨¢s somos intangibles. El peso de los recortes ha reca¨ªdo en mayor medida en los m¨¢s pobres de entre quienes trabajan en la universidad, en los empleados de empresas subcontratadas de limpieza o similares que cumplen con sus tareas cada d¨ªa junto a nosotros los brahmanes, pero que son invisibles. Las universidades han reducido mucho las partidas presupuestarias de los invisibles, pues pod¨ªan hacerlo. El resultado ha sido pavoroso, sobre todo porque esta gente no puede ni quejarse, carece de toda representaci¨®n en un claustro universitario. Tambi¨¦n han pagado m¨¢s que nosotros los antiguos profesores asociados cuyos contratos no han sido renovados o los j¨®venes o post-j¨®venes profesores no funcionarios, cuyas carreras han sido congeladas nada m¨¢s empezar. Si la cultura necesita un cuarto de milenio para evaluarse y la ciencia medio siglo, las pol¨ªticas sociales se sufren cada d¨ªa.
Por eso acabo con un canto a la pol¨ªtica. Nos ir¨ªa mejor si el poder real en las universidades estuviera m¨¢s repartido entre el Gobierno de turno, los funcionarios universitarios y la sociedad civil. Uno de los dos o tres mejores sistemas universitarios p¨²blicos del mundo es el de la University of California y all¨ª el gobernador del Estado nombra al presidente de su board of regents para un mandato de 12 a?os, como tambi¨¦n ocurre con 18 de sus 26 miembros. En Catalu?a, es una reforma viable.
Pablo Salvador Coderch es catedr¨¢tico de Derecho Civil de la UPF
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