El tesorero
Cunde la idea de que vamos a un largo per¨ªodo de estancamiento. Hay quien piensa que ser¨ªa hora de hacer un ¡®reset¡¯ en el que tanto Mas como Rajoy asumieran su responsabilidad
Nunca es deseable que los caminos de la justicia y de la pol¨ªtica se entrecrucen, porque suele ser indicio de promiscuidad entre poder ejecutivo y poder judicial o entre pol¨ªtica y dinero. Y, a menudo, de ambas a la vez. Tanto Catalu?a como Espa?a viven en la confusi¨®n de un final de ¨¦poca, y al desconcierto propio de la situaci¨®n se suman nuevas irrupciones de la justicia en la escena pol¨ªtica.
Estos d¨ªas se han conocido revelaciones sobre el caso G¨¹rtel que confirman que se trataba de una red de corrupci¨®n muy estructurada en torno a las finanzas del PP, desarbolando as¨ª el victimista argumento de Rajoy de que ¡°no era una trama del PP, sino una trama contra el PP¡±. Y se han conocido tambi¨¦n nuevos datos sobre la m¨ªtica red del 3% de CDC, con nombres de personas y pr¨¢cticas de extorsi¨®n ya conocidos por el caso Palau y por el caso Pujol. Estamos ante redes clientelares, que desmienten el t¨®pico de que la corrupci¨®n en Espa?a es atribuible a solitarios desalmados, la cuota estad¨ªstica de delincuentes, que act¨²an en estricto beneficio propio. No responden a este perfil los casos que nos ocupan. Son, hasta donde se conoce, tramas organizadas en torno a la financiaci¨®n de los partidos.
Vivimos la explosi¨®n retardada de uno de los puntos negros de la democracia espa?ola: el dinero de los partidos. No quiso afrontarse al inicio, se crey¨® en la impunidad por complicidad (si todos hacen igual, no vamos a denunciarnos) y ha acabado estallando, convirti¨¦ndose en una de las fuentes de descr¨¦dito del r¨¦gimen, porque ha sido la base de partida para la construcci¨®n de s¨®lidos sistemas clientelares, que han convertido al Estado de las autonom¨ªas en una forma posmoderna del eterno caciquismo.
Los dirigentes pol¨ªticos han contribuido a la irritaci¨®n ciudadana al negarse a asumir las responsabilidades que por acci¨®n o por omisi¨®n les correspond¨ªan. Y ha aparecido la figura del tesorero, como cabeza de turco. La culpa es de B¨¢rcenas, de Os¨¤car, de Viloca. Un tesorero no es un cargo cualquiera. Acostumbra a ser una persona de m¨¢xima confianza y lealtad del jefe. Y un presidente de un partido es un irresponsable si se desentiende de una cuesti¨®n tan sensible como el dinero.
La informaci¨®n judicial ha irrumpido en el embarullado escenario catal¨¢n. Primero, fue la semana de la justicia por delegaci¨®n de un Gobierno del PP incapaz, que ha transferido a los jueces la resoluci¨®n de la cuesti¨®n soberanista que no sabe c¨®mo afrontar. Despu¨¦s, la semana del 3%, donde la justicia ha contado con el acompa?amiento del espect¨¢culo policial. Simult¨¢neamente a estas dos pantallas judiciales, hay otras abiertas en el ¨¢mbito pol¨ªtico. La primera es la pantalla Mas: su reelecci¨®n se complica d¨ªa a d¨ªa. Y produce cierta desaz¨®n la actitud mendicante del presidente ante la CUP. La dignidad es un capital pol¨ªtico.
La culpa es de B¨¢rcenas, de Os¨¤car, de Viloca. Un tesorero no es un cargo cualquiera. Acostumbra a ser una persona de m¨¢xima confianza y lealtad del jefe
La segunda es la pantalla Parlamento: donde la candidatura de Carme Forcadell para la presidencia y la filtraci¨®n de la declaraci¨®n por la rep¨²blica catalana, que inaugurar¨¢ la legislatura, lo confirman como epicentro de la hoja de ruta soberanista. Y la tercera, la negociaci¨®n de una lista unitaria para las elecciones espa?olas. La pretensi¨®n de Francesc Homs de encabezarla choca con Esquerra que s¨®lo est¨¢ dispuesta a aceptar un n¨²mero uno independiente. De fondo, la amenaza de tener que repetir las elecciones catalanas, un fiasco dif¨ªcil de digerir, por una sociedad a la que se han generado grandes expectativas, y, de momento, s¨®lo ve barullo.
Sumando pantallas, cunde la idea de que vamos a un largo per¨ªodo de estancamiento. Y que el 20-D dif¨ªcilmente abrir¨¢ un horizonte que permita desbloquear el conflicto. Ni el independentismo tiene capacidad para imponer su proyecto, ni Espa?a para ahogarlo. Por eso hay quien piensa que ser¨ªa la hora de hacer un reset. Y este deber¨ªa empezar porque Mariano Rajoy y Artur Mas asumieran sus responsabilidades: expliquen algo de lo que saben. Y dejen de darle la culpa al tesorero, personaje que va camino de convertirse en s¨ªmbolo de un r¨¦gimen que en materia de corrupci¨®n iguala a Catalu?a y a Espa?a. No basta con decir que tambi¨¦n en este campo la independencia ser¨¢ el b¨¢lsamo de Fierabr¨¢s. El pasado pesa.
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