Y Shakespeare tambi¨¦n segu¨ªa ah¨ª
Un estudio resigue las fascinantes huellas del gran dramaturgo en series y filmes de hoy
El mundo del audiovisual, y en especial, la televisi¨®n, viven en un estado de gracia desde finales del siglo XX. ¡°Nada parece imposible, todo se puede formular, no hay miedo a nada¡±, resumen los profesores de narrativa audiovisual Jordi Ball¨® y Xavier P¨¦rez. ?Y si, como el cuento de Augusto Monterroso del dinosaurio, detr¨¢s de series como Breaking bad, The Wire o Juego de tronos y de las pel¨ªculas de Quentin Tarantino estuviera ah¨ª agazapado (o no) Shakespeare, que part¨ªa de esos supuestos? A seguir las huellas en el audiovisual de hoy, 400 a?os despu¨¦s, del m¨¢s grande de los dinosaurios de la narrativa de todos los tiempos es la raz¨®n de ser de El mundo, un escenario. Shakespeare: el guionista invisible (Anagrama, en catal¨¢n y castellano) en un estudio que es ya ¡°un instant classic¡±, como lo define su editor, Jorge Herralde.
Podr¨ªa ser una hip¨¦rbole o una boutade cultista, pero 226 p¨¢ginas de eruditos ejemplos expuestos de manera llan¨ªsima y clasificados seg¨²n recursos dramat¨²rgicos parecen darles la raz¨®n. As¨ª, esa moderna sensaci¨®n de rapidez que da que un filme arranque sin pr¨®logo, con los protagonistas ya en acci¨®n como si fueran conocidos (t¨¦cnica del in media res), como ocurre en La red social de Aaron Shorkin (que se inicia con la discusi¨®n entre los actores que encarnan a Mark Zuckerberg y su novia y que tantas cosas anticipa del filme) est¨¢, entre otras obras, en Los dos caballeros de Verona (¡°No me insistas m¨¢s, amigo Proteus¡± es la frase que arranca la pieza teatral).
?Di¨¢logos que portan en s¨ª mismas estructuras adversativas (¡°S¨ª, pero...¡±) que hacen avanzar la acci¨®n, como suele ocurrir en la obra de Woody Allen? Pues Romeo y Julieta, sin ir m¨¢s lejos.
Tambi¨¦n est¨¢ de moda lo que parec¨ªa imposible en un medio audiovisual: seducir, manipular y transformar a trav¨¦s de la palabra con mon¨®logos o discursos largos, como demuestran El lobo de Wall Street, el Don Drapper de Mad men o el sagaz Petyr Baelish de Juego de tronos. De alg¨²n modo, todos son ¨¦mulos de personajes tan parlanchines del dramaturgo de Stratford-upon-Avon como Hamlet, el Antonio de Julio C¨¦sar o los que deambulan por Macbeth. El ¨¦xito es tal que hasta se les ha a?adido mediadores a partir de terapeutas para facilitar esos mon¨®logos, como bien ejemplifica la serie Los Soprano.
Mostrar o no la violencia, como la tortura en Reservoir dogs de Tarantino (nada alejado de la s¨¢dica sangre que se vierte en Titus Andronicus o en los ojos arrancados a Gloster en El rey Lear), es casi anecd¨®tico ante el auge de la maldad y su protagonismo casi heroico que encarnan los personajes de Breaking bad o Dexter. ¡°La empat¨ªa con el espectador es muy interesante, sobre todo si se muestran sinceros con el p¨²blico; ¨¦stos evocan la maldad protagonista de un personaje tan shakespeariano como el de Ricardo III¡±, citan. Una atracci¨®n que vinculan al dibujo de un protagonista excesivo, algo en lo que el ingl¨¦s era un experto, como prueba su Falstaff.
Pertrechados y curtidos tras analizar el cine y sus fuentes primigenias (La semilla inmortal) y la serialidad televisiva (Yo ya he estado aqu¨ª), Ball¨® y P¨¦rez piensan con fundamento que la televisi¨®n va un par de pasos por delante del cine, como denotan ¡°las tramas corales, que el star-system hab¨ªa arrinconado: eso explica el triunfo El ala oeste de la Casa Blanca o The Wire¡±. ?D¨®nde estuvo Shakespeare ah¨ª? ¡°En la trilog¨ªa de Enrique VI, donde todos tienen sus razones y derechos de r¨¦plica y todas las clases sociales tienen voz¡±.
La influencia del genial dramaturgo e, incluso, de todo el teatro isabelino llegar¨ªa hasta el extremo de que "trabajaban como un colectivo de un modo que no difiere mucho de c¨®mo lo hacen hoy los equipos de guionistas". Y eso explicar¨ªa que surjan di¨¢logos tan brillantes, con sus r¨¦plicas y contrarr¨¦plicas, cuya excelencia puede reseguirse escuchando las invectivas que se lanzan los protagonistas de The Big Bang Theory, seg¨²n Ball¨® y P¨¦rez.
?Quiz¨¢ no se ha podido exportar de Shakespeare su poes¨ªa? ¡°No est¨¢ tan claro: planteamientos de Lost o de Doctor en Alaska, por no hablar de esa imagen de Twin Peaks de la foto en el ojo de la chica que refleja a su asesino, son met¨¢foras visuales muy potentes¡±, argumentan. Nada: Shakespeare tambi¨¦n segu¨ªa (y sigue) ah¨ª.
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