Intensidad

Prosigue el Festival de Jazz barcelon¨¦s en un local tan atractivo como es el auditorio del Conservatorio del Liceo de Barcelona con buena visibilidad, mejor ac¨²stica y un aforo id¨®neo para conciertos que no aspiran a conseguir asistencias multitudinarias (no porque no las merezcan sino porque la industria musical es as¨ª y no la cambiaremos, por ahora).

Un buen ejemplo fue el magn¨ªfico concierto del tr¨ªo que se presenta como Children Of The Light y que, en realidad, es, nada m¨¢s y nada menos, que el cuarteto de Wayne Shorter sin, l¨®gicamente, Wayne Shorter. El patriarca, a sus 82 a?os, ha decidido no embarcarse en una nueva gira y ha enviado a sus reto?os a seguir proclamando su mensaje, el del mejor jazz, uno de los m¨¢s intensos y, por ende, reconfortantes de las ¨²ltimas d¨¦cadas.

Y as¨ª fue, Danilo P¨¦rez, John Patitucci y Brian Blade ofrecieron el pasado mi¨¦rcoles uno de esos conciertos que no permiten ni el m¨ªnimo respiro en la audiencia. De los que te clavan en el asiento y te mantienen casi dos horas en constante tensi¨®n. Una tensi¨®n que va variando sin obedecer a reglas preestablecidas, sino a sentimientos, a sensaciones. Una de esas m¨²sicas que te penetra por los poros de la piel creando inicialmente una sensaci¨®n de desasosiego que r¨¢pidamente se torna en entrega total.

Los tres m¨²sicos se conocen a la perfecci¨®n, llevan trabajando juntos desde el a?o 2000, cuando los reuni¨® Shorter, y se nota desde el primer acorde. Sonrisas, complicidades y constantes sorpresas llenan una m¨²sica turbulenta que encuentra sus componentes m¨¢s r¨ªtmicos, esos que te golpean el est¨®mago, en un Brian Blade absolutamente magistral e impredecible ante sus tambores.

El toque latino y sonriente surge del piano de Danilo P¨¦rez y el indiscutible virtuosismo sigue en las manos de John Patitucci que volvi¨® a mostrarse como uno de los contrabajistas m¨¢s seguros e inventivos de la actualidad pero que, al coger su bajo el¨¦ctrico de seis cuerdas levant¨® al personal de sus butacas.

Una velada memorable, intensa como pocas, de las que por si solas justifican la existencia de un festival de jazz.