?Hartos del mismo men¨²?
Despu¨¦s de un buen arranque de temporada, falla el p¨²blico en los conciertos de la OBC
Algo falla en los conciertos de la OBC. La temporada comenz¨® en septiembre con buenos augurios en cuanto a la respuesta del p¨²blico, pero, tras el espectacular arranque en la Sagrada Familia bajo la direcci¨®n de su titular, Kazushi Ono, y los primeros llenos, el aspecto de la sala grande del Auditori, con demasiadas butacas vac¨ªas, indica que algo no funciona. Siempre hay muchos factores en juego a la hora de analizar la respuesta del p¨²blico; en el caso de la OBC, uno de ellos es la rutinaria programaci¨®n que, b¨¢sicamente, repite semana tras semana un men¨² sin espacio abierto a la imaginaci¨®n.
No es cuesti¨®n de calidad, sino de aburrimiento; en los siete conciertos celebrados hasta la fecha, han repetido la propuesta m¨¢s trillada del mundo cl¨¢sico; una obertura, suite o pieza breve para comenzar, un concierto con solista invitado -muy buenos, por cierto- para continuar y una gran partitura sinf¨®nica para terminar. Lo de siempre, pero con agravantes, ya que cuatro de los siete solistas invitados son violinistas: Vadim Repin, Joshua Bell, Viviagne Hagner y, el pasado fin de semana, Isabelle Faust.
Isabelle Faust
Isabelle Faust, viol¨ªn. OBC.
Antoni Wit, director.
Obras de Ravel, Prok¨®fiev y Shostak¨®vitch.
Auditori, 8 de noviembre
Tampoco puede decirse que los responsables de dise?ar la programaci¨®n de la OBC sean capaces de sorprender en la selecci¨®n de compositores; Repin abri¨® temporada con el segundo concierto para viol¨ªn de Serguei Prok¨®fiev e Isabelle Faust ha tocando el Primer concierto del mismo compositor. Lo toc¨® con finura y elegancia, pero sin mostrar mucha familiaridad con la pieza.
Quien s¨ª demostr¨® completo dominio de las partituras fue el director polaco Antoni Wit, que abri¨® el programa con una bien equilibrada y sutil versi¨®n de la suite Mi madre la oca, de Maurice Ravel. Dio brillo a los colores orquestales desplegados por Ravel para evocar el mundo de los cuentos infantiles de Perrault. Estuvo muy bien, pero, teniendo en cuenta que la OBC ya ha ofrecido otras tres partituras de Ravel, no podemos hablar de gran variedad en el men¨² que sirven cada semana.
El concierto culmin¨® con la brillante energ¨ªa de la Primera sinfonia de Dimitri Shostak¨®vitch, explosi¨®n de talento juvenil - la dej¨® lista con 19 a?os, asombrando a sus profesores- que Wit dirigi¨® con acierto y variedad de contrastes, Lo dicho, no es cuesti¨®n de calidad, porque la hubo en este concierto; si el p¨²blico est¨¢ fallando m¨¢s de la cuenta quiz¨¢s es porque comienza a estar harto del mismo men¨².
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