La comunidad creativa
Hoy la mayor¨ªa de creadores vive a salto de mata e incluso han desaparecido compa?¨ªas y nombres consolidados
Mientras se vac¨ªa la sala donde el ConCa ha presentado su informe anual sobre el estado de la cultura, una mujer me dice que est¨¢ haciendo experiencias bonitas con ¡°personas vulnerables¡± para que expresen su angustia o su rabia. No dudo de la intensidad de estas expresiones o de su utilidad, pero andamos como obsesionados con la tem¨¢tica social. Es cierto que siempre que una crisis brutal rompe los equilibrios, la primera que vuelve los ojos hacia el destrozo es la cultura.
Se crea espont¨¢neamente una cultura de batalla, de denuncia, de consuelo incluso, y es bueno que esta sensibilidad exista hoy en Barcelona, pero es un registro entre muchos, una opci¨®n personal que no deber¨ªa serlo institucional. El ConCa, que est¨¢ pasando por una etapa muy activa despu¨¦s de largas vacilaciones, acierta en un diagn¨®stico: hay que reescribir las pol¨ªticas culturales. Estamos usando criterios ¡ªy tambi¨¦n personas¡ª que han envejecido.
El primer mandato de una ciudad, siempre, es facilitar el acceso general a la cultura. As¨ª que visito los equipamientos de mi barrio. Les Corts no tiene biblioteca de distrito, que es el formato m¨¢s bendecido por los ciudadanos. El edificio de muros tostados que la albergar¨¢ est¨¢ en obras y el cartel anuncia la biblioteca para dentro de un a?o justo. Los trabajos vienen del mandato anterior , pero alivia ver que contin¨²an.
Doy vuelta a la esquina para ver c¨®mo est¨¢ el laboratorio de fabricaci¨®n 3-D, que hasta ahora se ha movido casi en la clandestinidad: me cuentan que funciona solo para escuelas. Y como la biblioteca que tengo cerca, la de can Ros¨¦s, es tan peque?a que es pr¨¢cticamente de apoyo escolar, camino media hora hasta la Miquel Llongueras, en el l¨ªmite con L'Hospitalet, que es un establecimiento serio, moderno y luminoso, como tiene que ser.
La oferta es claramente popular y claramente multimedia. Lo ¨²ltimo son los libros, pero hay suficiente material para hacerse sabio. Es media ma?ana, hay poco movimiento. Me gusta el silencio concentrado de los jubilados leyendo el diario, del par de adolescentes en el ordenador. En un mostrador hay una novela de Ian McEwan con una etiqueta: ¡°Tenim el DVD¡±, para quien quiera ahorrarse las letras. Las bibliotecas son el nivel b¨¢sico de acceso a la cultura y funcionan con eficacia.
Por la tarde paso por el centro c¨ªvico, una instalaci¨®n que ha perdido prestigio pero que no est¨¢ nada obsoleta. Entro a Can Deu por el jard¨ªn, plet¨®rico de gente en las mesas del bar y de criaturas corriendo en la plena seguridad del espacio acotado. Can Deu es una residencia industrial del siglo XIX, con esa altivez burguesa de la torre que la corona, como un castillo en miniatura. Est¨¢ dedicado a cursos de todo tipo, a grupos de apoyo terap¨¦utico, a conciertos de jazz. Subo a la primera planta, de un se?or¨ªo espectacular. Hay una sesi¨®n de filosof¨ªa y el ponente est¨¢ diciendo, teatral y rotundo, que ¡°un fil¨®sofo no se vende porque no tiene nada que vender¡±. La sala est¨¢ a tope y un grupo de j¨®venes est¨¢ sentado en el suelo, en el pasillo. Supongo que es efecto Merl¨ª, bienvenido sea. La plaza de la Conc¨°rdia tiene la misma actividad viv¨ªsima, hay una continuidad entre lo que pasa dentro y lo que pasa fuera.
El informe del ConCa, entre acad¨¦mico y estad¨ªstico, juega con un concepto: la porosidad. Es preciso que todo sea poroso, que los sectores y las estructuras se inspiren unos a otros. Tengo la impresi¨®n de que har¨¢ fortuna, porque estamos en tiempos de realidades colaborativas, de combinaciones inesperadas.
Al final, Gemma Sendra, que est¨¢ resumiendo el informe, habla de la ¡°comunidad creativa¡± y aqu¨ª, creo, hay una de las claves de la urgencia cultural. Los creadores est¨¢n en un grado de precariedad semejante al de 1975, cuyo aniversario celebramos. Sin censura y con una incipiente institucionalizaci¨®n, esa gente ped¨ªa algo tan elemental como la profesionalizaci¨®n. El compromiso pol¨ªtico ¡ªno se hablaba de lo social¡ª y personal lo ten¨ªan, a cambio quer¨ªan futuro.
Hoy la mayor¨ªa de creadores vive a salto de mata e incluso han desaparecido compa?¨ªas y nombres consolidados. Subvenciones mal dirigidas, circuitos obstruidos, debilidad del mercado, mala formaci¨®n de p¨²blicos, lo que quieran, la lista es infinita. Y es una enmienda a la totalidad de las pol¨ªticas culturales, todas. Habr¨ªa que empezar por aqu¨ª. Yo solo oigo hablar de participaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.