Una gran sacerdotisa laica
¡®Blank Project¡¯, reaparici¨®n espectacular tras 18 a?os, abraza los ritmos urbanos a costa de limitar la franja estil¨ªstica de su protagonista
Hace tiempo que Neneh Cherry no se corresponde con la mitad de aquel d¨²o junto a Youssou N¡¯Dour que obtuvo gracias a Seven Seconds el ¨¦xito masivo m¨¢s at¨ªpico e inteligente de los a?os noventa. Bueno, en realidad hace tiempo que Cherry no encaja con perfil de ning¨²n tipo, si tenemos en cuenta que Blank Project, el ¨¢lbum que tuvo a bien entregarnos en 2014, era su primer registro fonogr¨¢fico en 18 a?os. Un par¨¦ntesis de esas dimensiones, solo al alcance de Peter Gabriel, desactiva hasta al p¨²blico m¨¢s disciplinado: el retorno de esta sueca neoyorquina a Joy Eslava se sald¨® con una afluencia modesta y los dos anfiteatros quedaron in¨¦ditos. Pero habr¨¢ que recuperar la fe en la hijastra de Don Cherry, a juzgar por el abrumador caudal de sonidos marcadamente urbanos y transgresores que nos ofreci¨® este jueves. Experimentaci¨®n contempor¨¢nea y electr¨®nica que, sin embargo, no pierde de vista a la canci¨®n como unidad de referencia.
Neneh se ha reencontrado con un neo soul de marcado car¨¢cter callejero, virguer¨ªas electr¨®nicas con bajos de profundidad abisal y arrebatos de intensidad como para dejar los ojos en blanco. El hip hop sobrevuela como referencia impl¨ªcita toda la noche (hasta volverse palmaria en los dos ¨²ltimos t¨ªtulos, Across The Water y Buffalo Stance) y los acompa?antes de la dama, el d¨²o RocketNumberNine, se comportan como tipos furibundos, tan despiadado el uno tras la bater¨ªa como el otro disparando ritmos col¨¦ricos, de esos que se escuchan mejor en la boca del est¨®mago que con los t¨ªmpanos. El mejor resumen de todo ello es la canci¨®n central, Blank Project, una pieza de tribalidad selv¨¢tica con la que nuestra protagonista desata sus mejores movimientos convulsos por medio escenario. Como una gran sacerdotisa laica.
Las proyecciones de espectros digitales e im¨¢genes de p¨ªxel desaforado sugieren la alienaci¨®n de nuestra fren¨¦tica era 2.0, aunque la propia Cherry dulcifica el mensaje proclamando su ¡°fascinaci¨®n por el ser humano¡± o el car¨¢cter ¡°m¨¢gico¡± de la vida y los encuentros que protagonizamos en ella. En realidad, solo cabe objetarle que su adhesi¨®n actual hacia los dictados digitales no admita dobleces, como si de un credo universal se tratara. La c¨¢lida voz de Neneh soportar¨ªa con seguridad otros sesgos, diferentes prismas, pero el culto al bajo retumbante lo sepulta todo. La velada termin¨® con buenas vibraciones y, como ya habr¨¢n sospechado, sin rastro de aquellos famosos Siete Segundos.
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