En busca de ¡®El Mes¨ªas¡¯
El concierto participativo de La Caixa re¨²ne a m¨¢s de 400 cantantes no profesionales
Las cuerdas cortan el aire. Las primeras notas de El Mes¨ªas, la obra de H?ndel, llenan el Auditorio Nacional. Despu¨¦s de la actuaci¨®n del solista, David Wilson-Johnson, bajo, el director belga Daniel Reuss baja la batuta.?Y de repente, 414 cuerpos se ponen en pie, levantan las tapas y comienzan el recital. No son cantantes profesionales, son madrile?os voluntarios que se han apuntado al concierto participativo que organiza la Obra Social La Caixa antes de Navidad desde hace 10 a?os. Entre ellos hay?documentalistas, marineros de guerra, administrativos, catedr¨¢ticos, tripulante de l¨ªneas a¨¦reas, parejas y miembros de una misma familia. Las voces de 414 desconocidos reunidas con las de 30 miembros del coro profesional?Cappella ?msterdam y con los instrumentos de la?Orquesta del Siglo XVIII.
"Una mezcla intensa, interesante e inexplorada", en palabras de Reuss, que La Caixa repite por el ¨¦xito que cosecha a?o tras a?o. Hoy es su segunda actuaci¨®n en Madrid, despu¨¦s del lleno de ayer. En las dos jornadas, El Mes¨ªas va a reunir a 4.000 personas: dos aforos completos consecutivos. Desde que empez¨® el proyecto en 1995, m¨¢s de 42.000 personas han participado cantando y el p¨²blico total ha superado las 392.000 personas.
Cada pausa es un silencio atronador, la del vac¨ªo de casi 500 voces cantando al un¨ªsono. "Se trata de formar un todo, de lograr hacer m¨²sica juntos", reflexiona el director. "La flexibilidad es limitada porque son muchas personas a las que dirigir, pero no creo que haya ning¨²n problema de organizaci¨®n, quitando que siempre hay alguien que llega tarde", bromea Reuss que dice tener "muy buenas sensaciones" sobre la reuni¨®n de tan dispares voces.?
En el d¨ªa del ensayo, los cantantes llenaban los pasillos, nerviosos, con las tapas en la mano. Ya sab¨ªan d¨®nde colocarse: se hizo un sorteo para la distribuci¨®n de los puestos. "Para que no haya favoritismos con la visibilidad", cuentan. Y es que los 400 participantes ocupan todo el frontal del auditorio: mujeres enfrente, hombre a ambos lados.?
Cantar con una orquesta profesional, de la talla de la Cappella ?msterdam ¡ªun conjunto compuesto por miembros de m¨¢s de 20 pa¨ªses y que solo se re¨²ne cinco veces al a?o¡ª, es algo inolvidable para algunos de estos aficionados a la m¨²sica. Alba Jim¨¦nez tiene 32 a?os, un grado medio de piano, una discapacidad visual y el sue?o de participar en estos conciertos. "Es una experiencia enriquecedora, envolvente, impresionante. M¨¢s que un sue?o", confiesa esta soprano.?
Para llegar a cantar en el concierto, los participantes tuvieron que pasar unas audiciones. "Ah¨ª no buscamos a los mejores, sino ver que tienen unas capacidades m¨ªnimas para la m¨²sica", cuenta desde la organizaci¨®n. Despu¨¦s siguen dos meses intensos de ensayos durante cinco fines de semanas: ocho horas entre s¨¢bado y domingo. "Ha sido durillo, tantas horas, pero yo he estudiado m¨²sica desde peque?o y esto es un momento ¨²nico", confiesa Pablo Cancio, de 12 a?os, el cantante de menos edad del concierto. Es la primera vez que participa y el resto de participantes le sacan una media de 20 a?os, pero este joven no se amedrenta: "Me han puesto de contraalto, as¨ª que me coloco con las chicas".?
En el otro extremo, con los bajos estar¨¢ Carlos Andradas, rector de la Universidad Complutense, que tambi¨¦n participa en estos conciertos. "Me empujaron a apuntarme unos amigos, por no decir que me apuntaron ellos", dice entre risas. "Est¨¢ siendo una experiencia muy interesante, nueva para m¨ª, pero muy sacrificada tambi¨¦n, los ensayos son largu¨ªsimos", se?ala el rector, que apunta que "menos mal que son en fin de semana" para poder compatibilizarlo todo.?
Entre las historias an¨®nimas, se cuela alg¨²n ¨¦xito. Como la de un joven que participaba desde los 14 a?os en los conciertos de Granada y este a?o act¨²a como solista "completamente emocionado". Cuentan los organizadores que este concierto siempre deja abierta la peque?a posibilidad de cruzar la frontera: bajar de las gradas para situarse junto al director.
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