Poco memorable

Muchos pensaban que el deb¨²t de Juan Diego Fl¨®rez en el papel de Edgardo, de Lucia di Lammermoor, pasar¨ªa a los anales del Gran Teatre del Liceo como una noche hist¨®rica. No lo ha sido. El gran tenor peruano tiene algunas de las cualidades que exige el emblem¨¢tico personaje belcantista y lo lleva a su terreno, m¨¢s ligero, pero a su interpretaci¨®n le falta un hervor ¡ªy tambi¨¦n una voz m¨¢s potente¡ª para poder medirse con los grandes Edgardos que en el Liceo han sido. De hecho, s¨®lo alcanz¨® el nivel que se espera en un divo de su cotizaci¨®n en el ¨²ltimo cuadro de la rom¨¢ntica ¨®pera de Gaetano Donizetti.

El astro peruano derroch¨® expresividad, elegancia y control absoluto de los recursos vocales en su escena final, Tombe degli avi miei... Fra poco a me ricovero, que ha cantado en concierto, y con ¨¦xito, para preparar el deb¨²t. Pero antes de llegar a ese climax vocal, quedaron demasiados flancos al descubierto en una interpretaci¨®n demasiado verde y a¨²n poco memorable.

Lucia es, ante todo, ¨®pera de soprano y, aunque la rumana Elena Mosuc tiene tablas, dominio t¨¦cnico y s¨®lidos agudos, su interpretaci¨®n result¨® plana y aburrida, sin el carisma de las grandes int¨¦rpretes del fabuloso y dif¨ªcil personaje. Fue una buena, pero no excepcional Lucia y mantuvo el tipo en la famosa escena de la locura, la ¨²nica teatralmente potente del gris y anodino montaje de la ?pera de Z¨²rich firmado por el director de escena italiano Damiano Michieletto.

Lo apuesta todo a una carta que simboliza el aislamiento de Lucia, una torre de hierro y cristal, muy inclinada e inc¨®moda para cantar, que obliga a Lucia a subir y bajar escaleras como una posesa hasta llegar, en un golpe teatral m¨¢s propio de Floria Tosca, al salto al vac¨ªo desde las alturas mientras lanza su estremecedor agudo final. El salto fue tan espectacular que la doble de Lucia deber¨ªa haber salido a saludar en solitario.

Muy tosco, sin matices, el Enrico del bar¨ªtono italiano Marco Caria y algo pasado de decibelios y efectista Raimondo del bajo menorqu¨ªn Sim¨®n Orfila, que se entreg¨® a fondo y se llev¨® entusiastas aplausos. Nivel muy justo en los comprimarios y correcta prestaci¨®n, sin m¨¢s, del coro del Liceo.

El repertorio belcantista exige elegancia y refinamiento en el foso, pero la direcci¨®n de trazo grueso, ruidosa y exasperantemente lenta del director italiano Marco Armiliato no hizo justicia a los bellos matices de la partitura de Donizetti. Ni en el c¨¦lebre sexteto, extraordinario concertante bisado en el Liceo en algunas funciones memorables, prendi¨® la llama de la pasi¨®n oper¨ªstica en una noche que promet¨ªa gloria y no la alcanz¨®.