Lorca y Rigola invitan a morder la flor de Diana
No hay que dejarse enga?ar por la belleza de la puesta en escena de 'El p¨²blico' de Lorca que dirige Rigola; es s¨®lo un hermoso manto al cual el director no ha cosido su etiqueta
?Qu¨¦ pase el p¨²blico! Que pase, pero que no tarde en beber o aspirar la flor de Diana que hizo de Titania esclava enamorada de un asno. No es una p¨®cima de amor lo que se ofrecer¨¢ al espectador que deje atr¨¢s el mundo cuando entre en el espacio imaginario que un d¨ªa fue la Sala Gran del TNC. Es poes¨ªa l¨ªquida para quien la acepte. Es el sortilegio que s¨®lo funciona en el bosque de un sue?o de una noche de verano o en un planeta llamado Lorca. Cometa de tierra oscura, con una ¨²nica y suave colina; el horizonte plateado con brillo de pl¨¢stico, reverberante de colores; el cielo engalanado de l¨¢grimas de cristal de la bohemia. El planeta de un principito herido que se ha hecho viejo en su ni?ez, convirtiendo su desolaci¨®n en un cabar¨¦ a?ejo.
Que pase el p¨²blico y ocupe su asiento entre los espectros convocados por Lorca para entablar un gran juicio sobre el hombre y el poeta que dej¨® atr¨¢s en Espa?a para encontrarse en el Nuevo Mundo ¡ªentre Nueva York y La Habana¡ª con su yo futurible. El escenario on¨ªrico de un ¨²nico protagonista enfrentado a una conjura de corifeos freudianos. Un espect¨¢culo de tira y afloja entre la valent¨ªa, el miedo, la memoria sangrante, la inseguridad, el manifiesto y los amores silenciados que afloran entre tumbas entreabiertas. Borbotones de deseos incumplidos, cumplidos y por cumplir. Una riada de palabras que no tendr¨ªa sentido fuera de la ¨®rbita l¨ªrica de Federico Garc¨ªa Lorca. Una batalla en la cabeza de poeta entre la pesadilla y el encantamiento. Y as¨ª es hasta que Lorca zanja la diatriba con su firme alegato a favor del teatro del futuro que socava la convenci¨®n cavando t¨²neles bajo la arena. Aqu¨ª la poes¨ªa se endurece, con tono de abogado defensor ante las maniobras dilatorias de una serpiente con voz de prestidigitador.
Que pase y decida si la ?lex Rigola ha dejado que expire el autor su grito de libertad. Lanzo una opini¨®n: creo que s¨ª. No hay que dejarse enga?ar por la belleza de la puesta en escena de El p¨²blico ¡ªgran trabajo de Max Glaenzel y Carlos Marquerie¡ª; es s¨®lo un hermoso manto al cual el director no ha cosido su etiqueta.
EL P?BLICO
De Federico Garc¨ªa Lorca.
Direcci¨®n: ?lex Rigola.
Int¨¦rpretes: Nacho Vera, Pep Tosar, Nao Albet, Guillermo Weickert, Laia Duran, David Boceta, Jes¨²s Barranco, Pau Roca, Mar¨ªa Herranz, Jorge Varandela, Jaime Lorente, David Luque, Irene Escolar, Juan Codina y Jos¨¦ Luis Torrijo. TNC, Barcelona, 17 de desembre.
Hay que valorar el generoso espacio que ha dejado para que Lorca se encare valiente ante el p¨²blico. Quiz¨¢ alguno se sienta perdido con la demolici¨®n del orden aristot¨¦lico o a?ore una poes¨ªa esc¨¦nica menos frontal y ¨¢spera. Pero esta relaci¨®n sin adornos con el caudal lorquiano engrandece a¨²n m¨¢s las interpretaciones de Nao Albet (caballo con sexo, pastor bobo con canci¨®n propia), Irene Escolar (Julieta entre los muertos), Juan Codina (el prestidigitador siseante), David Boceta (Gonzalo que llama al nuevo hombre) y Pep Tosar ¡ª¨²ltimamente abducido por Lorca¡ª, el director de escena que se ensuciar¨¢ para desenterrar el teatro bajo la arena.
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