¡®Mossos¡¯ armados hasta los dientes, un paisaje cotidiano
Desde los atentados de ¡®Charlie Hebdo¡¯, hace un a?o, la polic¨ªa catalana vigila zonas estrat¨¦gicas como la AP-7 o el consulado franc¨¦s con subfusiles y armas largas
Los hermanos Sa?d y Ch¨¦rif Kouachi entraron la ma?ana del 7 de enero de 2014 en la sede parisina del semanario Charlie Hebdo. Armados hasta los dientes, comenzaron una cacer¨ªa que acab¨® con la vida de 12 personas. Tras esos atentados, Catalu?a estableci¨® el nivel de alerta 4 (en una escala de 5) de atentado terrorista. A punto de cumplirse un a?o de esa medida, la poblaci¨®n ha pasado de la alarma a la rutina. La presencia de agentes uniformados con armas largas en las ciudades catalanas se ha cronificado.
Los Mossos d¡¯Esquadra han extremado la vigilancia sobre sospechosos de radicalizaci¨®n, e incluso se han infiltrado en los ambientes donde se exalta el terror propio del Estado Isl¨¢mico. Las operaciones pasan inadvertidas para la mayor parte de la poblaci¨®n, no as¨ª la presencia de agentes uniformados que, a diario, vigilan puntos estrat¨¦gicos como estaciones de tren, autobuses o aeropuertos. La polic¨ªa catalana tambi¨¦n controla infraestructuras como la AP-7, el consulado franc¨¦s y lugares de gran afluencia de gente.
El pasado abril, los Mossos desarticularon una de c¨¦lulas yihadista dispuestas a atentar en Barcelona. La operaci¨®n Caronte se sald¨® con 11 detenidos. Uno de ellos es Said Toauy, acusado de haber fotografiado, con su tel¨¦fono m¨®vil, edificios a los que pretend¨ªan atacar. Como la comisar¨ªa de los Mossos en la plaza de Espa?a, que estos d¨ªas vigilan el sargento Xavier, un cabo y siete agentes del ?rea Regional de Recursos Operativos (ARRO). Su indumentaria est¨¢ dise?ada para la acci¨®n y para intimidar a un posible agresor. Colocan la furgoneta al lado de una de las bocas del metro. ¡°La gente sale y ya casi ni nos ve¡±, asegura el sargento. Al principio, admite, la ciudadan¨ªa se sinti¨® intimidada por la presencia policial, pero se ha acostumbrado con el paso de los meses.
Si no hay novedad ¡ª¡°y mejor que no haya¡±, dice¡ª, el trabajo es repetitivo y aburrido. Tres agentes realizan rondas alrededor del edificio de la comisar¨ªa ¡ªen ocasiones ampl¨ªan el paseo policial a la Fira de Barcelona¡ª y el resto junto a la furgoneta de la ARRO que se convierte en el punto de especial protecci¨®n y a la vez un peque?o cuartel m¨®vil.
Otro de los lugares m¨¢s vulnerables son las zonas tur¨ªsticas. Al final del paseo del Born, en una puerta de la iglesia de Santa Maria de Mar, instalan su furgoneta- cuartel miembros de la Brigada M¨®vil. Siete antidisturbios vigilan la zona con subfusiles y armas largas. Un cabo dirige a otros seis agentes. ¡°Las rondas no deben alejarse demasiado de la furgoneta porque, si recibimos un aviso, tenemos que salir corriendo¡±, informa el cabo.
Tres agentes se disponen a realizar una ronda armados con subfusiles. Andan a la par formando un tri¨¢ngulo y a varios metros uno de los otros. ¡°Si alg¨²n terrorista intenta atacarnos, s¨®lo podr¨¢ centrarse en uno de nosotros y el resto tendr¨¢ posibilidad de repeler la agresi¨®n¡±, asegura el cabo. Cubren sus rostros y caminan despacio, pero con decisi¨®n.
No pueden proporcionar demasiada informaci¨®n de por qu¨¦ se eligen unos lugares y no otros. ¡°Los malos tambi¨¦n leen los diarios¡±, ironiza. Lo que s¨ª aseguran es que, desde el pasado mes de enero, trabajan con continua tensi¨®n porque los terroristas si fueran a atentar ¡°actuar¨ªan cuando estuvi¨¦ramos desprevenidos¡±.
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