El estribillo grit¨®n
El baladista debuta en el Barclaycard con nuevo disco pero los mismos tics de siempre y un discurso embadurnado de t¨®picos
Antes del advenimiento de Pablo Albor¨¢n, ya hubo varios candidatos al cetro de Alejandro Sanz que no acertaron a desalojarle. El aspirante m¨¢s solvente de todos ellos termin¨® compartiendo con ¨¦l jurado televisivo, lo que da idea de la buena sinton¨ªa (no solo hertziana) entre ambos. Antonio Orozco ha tenido que soplar 43 velas para subirse al escenario del Barclaycard Center, pero este mi¨¦rcoles, al fin, le esperaban m¨¢s de 7.000 almas para gritarle al viento esos estribillos de notas siempre agudas y ascendentes. Orozco es un melodista terriblemente convencional, porque a ese c¨®digo se aferra, pero su emoci¨®n en la voz entrecortada sonaba sincera y leg¨ªtima. Por desgracia, la nader¨ªa de algunos contenidos tambi¨¦n fue muy real, y no digamos la chabacaner¨ªa bullanguera que exhibi¨® para presentar a los m¨²sicos y sacar pecho a la altura de Qu¨¦ me queda.
El barcelon¨¦s de sangre sevillana conoci¨® su punto de inflexi¨®n con Devu¨¦lveme la vida, afortunado balad¨®n rom¨¢ntico con el que en el Palacio podr¨ªa haber permanecido silente: la afici¨®n, oportunamente, se desviv¨ªa por corearlo. El problema es que, 14 a?os despu¨¦s de aquel Semilla del silencio (disco seminal por antonomasia), no hay ejemplos superiores de su talento. A¨²n peor: no hay ejemplos distintos. La banda son¨® saturada, pero, deficiencias ac¨²sticas al margen, es m¨¢s inmovilista que una negociaci¨®n para la formaci¨®n de gobierno. Antonio saca a relucir la voz rasgada, tan italianizante; la inflexi¨®n aflamencada, el estribillo grit¨®n. Y no le saquemos de ah¨ª. Ni siquiera con la reciente Hoy ser¨¢, que exhibe un at¨ªpico deje chuleta para desembocar en el mismo redil de sus hermanas.
Te esperar¨¦, aunque solo sea por su mayor generosidad con las guitarras el¨¦ctricas, aporta otro pico de intenci¨®n. M¨¢s cerca de Manolo Garc¨ªa que de Sergio Dalma, si aplicamos algo de optimismo navide?o. Su melliza, Dime por qu¨¦, ya pierde la gracia: siendo id¨¦nticas, adem¨¢s suenan encadenadas. Y a¨²n nos queda por constatar el rosario de t¨®picos king size que lo salpican todo: los sue?os cumplidos, la pertinencia de ¡°morir en el intento¡± del amor, la necesidad de ¡°emborracharse por alguien¡± o el homenaje a esos h¨¦roes cotidianos ¡°que se levantan a las seis de la ma?ana¡±. Sonaba a minuto de oro con Pablo Iglesias, pero no est¨¢ claro, ejem, que Orozco se ajuste al perfil de muso podemita.
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