Finiquito navide?o
Eliseo Parra regresaba este mi¨¦rcoles a la Galileo Galilei. Es un valor seguro, un reencuentro que al cuerpo siempre le sienta bien
Se acumulan las buenas noticias: hemos finiquitado las Navidades y Eliseo Parra regresaba este mi¨¦rcoles a la Galileo Galilei, tan repleta como siempre cuando de ¨¦l se trata. Eliseo es un valor seguro, un reencuentro que al cuerpo siempre le sienta bien. A diferencia de lo que les sucede a las ¡°se?aladas fiestas¡±, con ¨¦l no hay peligro de empacho. Claro que el gran maestro de folcloristas acud¨ªa con un repertorio ¨ªntegro de villancicos, lo que un 6 de enero ya genera una cierta sensaci¨®n de anacron¨ªa. Como un folleto de viajes al Caribe que descubrimos en septiembre o un d¨¦cimo en la papelera la tarde del 22.
Al sexteto habitual del vallisoletano se le sumaron las 23 alumnas y alumnos, si no contamos mal, que configuran las llamadas Las Piojas. No es mero lenguaje inclusivo: las f¨¦minas son mayor¨ªa abrumadora entre las pupilas a las que Parra inculca canto y percusi¨®n tradicional. El resultado, aun con sus imprecisiones, desprende todo el encanto de las grandes reuniones en torno al folclor, eso que en Galicia llaman xuntanzas. Hay compadreo, hermandad, concordia. Sonrisas francas y limpias, generosas como un abrazo. Ahora que ya no dependemos de Standards & Poor¡¯s, el alborozo cotiza por encima de los desajustes.
Como tesoros a los que ¨¦ramos ajenos, Parra desempolva una veintena de villancicos ¡°diferentes¡±, sin peces fluviales, pastores a Bel¨¦n ni fun fun fun. Claro que el g¨¦nero, de tan espec¨ªfico, tiene sus limitaciones: no hay grandes diferencias entre las piezas que los informantes le confiaron en Albacete, Toledo, Murcia, ?vila, Guadalajara o hasta tres municipios madrile?os, Somosierra, Montejo y Colmenar de Oreja. El hombre que revolucion¨® el folclor de este pa¨ªs a partir de Tribus hispanas no quiere enredarse esta vez en laberintos, audacias ni grandes complicaciones, as¨ª que el repertorio brota con espontaneidad y los escuderos m¨¢s cualificados, desde las flautas de Xavi Lozano al armonio de Eduardo Laguillo, tienen menos trabajo que de costumbre.
Solo el tramo final, dedicado a Jerez de la Frontera, presenta mayor enjundia mel¨®dica. Pero los par¨¢metros son esta vez distintos, insistimos. El profesor incansable coloca frente al p¨²blico a sus disc¨ªpulas m¨¢s avanzadas. Y la Navidad hace mutis con un halo de ese encanto popular que tan dif¨ªcil resulta ya encontrarle.
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