Feas, putas, muertas
La agitaci¨®n llena las redes sociales pero no evita que la mujeres sigamos siendo discriminadas y se normalice la violencia
Recuerdo pocas entradas de a?o tan p¨¦simas para las mujeres (y la sociedades que se quieren justas e igualitarias en general) como este 2016. A las pesadillas for¨¢neas, como los asaltos masivos en Alemania, en los que turbas de hombres, centenares, se han dedicado a agredir sexualmente a mujeres en estaciones de tren en una macabra celebraci¨®n del a?o nuevo, se le suman abundantes ignominias locales.
Para empezar, nos comimos las uvas discutiendo sobre los cuerpos de las mujeres que, en varios canales, optaron por sufrir para presumir y portar aireados vestidos junto a hombres cubiertos de arriba a abajo y bien abrigados. Muchos y muchas entraron en la cr¨ªtica, el cotilleo, la reflexi¨®n, convirtiendo nuestros cuerpos, los de las mujeres, en objeto y terreno de opini¨®n y debate. Para qu¨¦ pensar que quiz¨¢s las mujeres elegimos libremente lo que queremos ponernos, pero que esta libertad es un espacio construido culturalmente, cuando podemos insultar. Para qu¨¦ plantear que socializadas en la hiper-sexualizaci¨®n, la dictadura est¨¦tica, los mundos de princesas y las expectativas sobre c¨®mo ser para encajar, quiz¨¢s las mujeres nos veamos empujadas a esforzarnos para, precisamente, responder a esas expectativas. Es m¨¢s f¨¢cil construir a nuestro alrededor remolinos de opiniones -a favor, en contra y todo lo contrario- que respetar nuestro derecho a intentar encajar como mejor nos plazca.
Seguimos con el festival de insultos machistas a las mujeres de la CUP en Catalunya. Feas, putas, deslenguadas, malvestidas, mandonas, dominantes, manipuladoras, malas, brujas. Nada parece violentar m¨¢s a algunos hombres que ver a mujeres que se atreven a salir del gui¨®n esperado, a no encajar en normalidades impuestas. Y en lugar de hacer an¨¢lisis pol¨ªticos, de intentar entender, buscamos a las Yoko Onos de turno. Sin las mujeres, los Beatles seguir¨ªan juntos. Y Mas podr¨ªa seguir liderando la larga marcha al que todo cambie para que todo siga igual.
El final m¨¢s tr¨¢gico a esta semana negra lo han puesto las seis v¨ªctimas de la violencia machista en un inicio de a?o que hace presagiar lo peor
No cansados a¨²n, nos pusimos las manos a la cabeza al descubrir que en algunas cabalgatas aparecen mujeres en el lugar de los Reyes Magos. ?Qu¨¦ atrevimiento, desafiar la tradici¨®n! ?Pobres ni?as y ni?os, privados de historias que tengan sentido! Porque claro, contarles que hay tres hombres, uno de ellos chorreando bet¨²n, que se multiplican en mil cabalgatas, en una noche pasan por todas las casas y conocen las preferencias de cada una no desaf¨ªa ninguna ley de la l¨®gica ni nada. Lo que desentona, como siempre, son las mujeres.
El final m¨¢s tr¨¢gico a esta semana negra lo han puesto las seis v¨ªctimas de la violencia machista en un inicio de a?o que hace presagiar lo peor. Que pone sobre la mesa las limitaciones de todas las iniciativas llevadas a cabo hasta la fecha. El fracaso de un enfoque que parece privilegiar la agitaci¨®n al movimiento efectivo.
El objetivo de este escrito no es presentar un listado de males, sino apuntar precisamente, denunciar, lo cobardes e ineficientes que son las respuestas que como sociedad estamos dando a un problema, el machismo, que nos atraviesa y nos pudre. Porque si siete d¨ªas pueden dar tanto de s¨ª quiz¨¢s es porqu¨¦ las rasgaduras p¨²blicas de vestimentas, los tuits, las palabras y los compungimientos moment¨¢neos no sirven nada m¨¢s que para sentirse mejor a quien los practica. No cambian nada. No nos ayudan a vivir mejor, con menos violencia. Nos nos ayudan a empezar a ser iguales.
La agitaci¨®n sin movimiento llena las redes sociales pero no evita que la mujeres sigamos siendo discriminadas a cada paso -en casa, en el trabajo, en la calle, en los medios- y que esta discriminaci¨®n acabe turn¨¢ndose en una normalizaci¨®n de la violencia. No solo no hemos conseguido igualdad salarial y de trato, sino que ni siquiera hemos logrado que los espacios en los que no estamos sean una anomal¨ªa. ?Conocen a alg¨²n hombre que se haya negado a participar en alg¨²n espacio social o profesional ante la ausencia de mujeres? ?Alguien ha notado alg¨²n cambio efectivo en su entorno para intentar atajar el machismo? ?Alg¨²n despido, boicot p¨²blico, censura social? Yo tampoco. La cantidad de tuits a favor de los derechos de las mujeres parece ser proporcional a la incapacidad para mover un solo dedo para que algo cambie de verdad.
Compa?eros, tenemos un problema gordo. Rasgarse las vestiduras en twitter para luego tolerar vivir y trabajar en entornos que nos discriminan es tan in¨²til como insultante. No preguntarse cada d¨ªa ?qu¨¦ he hecho hoy para atajar el machismo en mi entorno? es ya injustificable. Despertad, porque ayudar en casa y lavar los platos nunca fue suficiente.
Gemma Galdon es doctora en Pol¨ªticas P¨²blicas.
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