De Maragall a Monz¨®
No describo sino la aspiraci¨®n leg¨ªtima de estabilizar una sociedad que acuerda consigo misma mantener lo que le es propio de manera democr¨¢tica, din¨¢mica e inclusiva
Cuando dije que me alegraba que el resultado de las elecciones obligara a Junts pel S¨ª y a la CUP a negociar recib¨ª numerosos correos. Fueron el final de una larga lista de reproches que se intensificaban cada vez que recordaba la distancia ideol¨®gica que separaba las corrientes m¨¢s alejadas de cada formaci¨®n. Como lo he hecho en este mismo peri¨®dico, los art¨ªculos se pueden rastrear sin problema.
A veces las cosas pasan porque tienen que pasar y la aritm¨¦tica tiene razones m¨¢s profundas que el azar del diputado 63 de Girona o del empate inveros¨ªmil de la asamblea de Sabadell. Si se tratase de interpretar los arcanos alguien dir¨ªa que el di¨¢logo era inaplazable.
Las conversaciones entre la Junts pel S¨ª y la CUP retoman una tradici¨®n de largo recorrido en la pol¨ªtica catalana del ¨²ltimo siglo, que ha metamorfoseado sus coordenadas y sus actores manteni¨¦ndoles una parte de su esp¨ªritu inicial. Es necesario volver al XIX, pasar por esos nudos sociales y culturales que fueron Verdaguer y despu¨¦s Maragall y sus diversas ciudades del perd¨®n. Es bueno recordar que el catalanismo intent¨® crear v¨ªnculos entre la pervivencia de la cultura con la horizontalidad del poder. La santa continu?tat, que dec¨ªa d'Ors, alguien que no supo mantenerla hasta el fin.
No describo sino la aspiraci¨®n leg¨ªtima de estabilizar una sociedad que acuerda consigo misma mantener lo que le es propio de manera democr¨¢tica, din¨¢mica e inclusiva. De ah¨ª el perjuicio de las pol¨ªticas propias que no beneficien a la mayor¨ªa o que no repartan el beneficio de manera equitativa. Imaginar la patria completa de Pere Quart requiere reconocer que tambi¨¦n hay exilios econ¨®micos. Imaginarla, tambi¨¦n, es recordar que los ataques a la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica responden al mismo patr¨®n pol¨ªtico que envi¨® al poeta al exilio.
A pesar de la tradici¨®n y del plagio, estuvimos a punto de repetir errores cometidos hace ochenta a?os. Los describ¨ªa Joan Sales y no ser¨¦ yo quien le corrija. La eterna discusi¨®n agotadora dentro del catalanismo, que se enreda en sus propias contradicciones: unos quer¨ªan salir de Europa, otros intentaban quitar miedos asegurando que la salida era inviable; unos se declaraban anticapitalistas, otros calmaban a los inversores, unos y otros condicionaban el presidente... Lo de siempre.
David Fern¨¢ndez nos record¨® Indesinenter, el poema de Espriu y que incluso para la libertad hace falta h¨¢bito. Los partidos catalanes han estado acostumbrados a jugar a f¨²tbol sala y ahora cometen todos los errores propios de los jugadores que salen a jugar en un campo grande y que ilustra el rid¨ªculo que hemos vivido estos tres meses. No en vano una de las condiciones y de las consecuencias de la pol¨ªtica auton¨®mica es la jibarizaci¨®n y la servidumbre, representar siempre una suerte de escopeta regional.
Ha llegado el momento de buscar en Youtube a Ferrater, en el recital del Price de 1970, de releer su Can?¨® del gosar poder, otra ciudad del perd¨®n y, ya puestos, acabar viendo de nuevo a Pere Quart en el mismo escenario: escuchen los gritos del final del v¨ªdeo. De todo eso habl¨¢bamos estos d¨ªas aunque no supi¨¦semos hacerlo, esos eran algunos de los nudos que intentaban deshacer la CUP y Junts pel S¨ª, aunque la torpeza provocase el sarcasmo y el desprecio de propios y extra?os. ?Qu¨¦ esperaban? ?Qu¨¦ saliese bien a la primera? El rid¨ªculo es el resultado de cientos de a?os sin pol¨ªtica propia. Monz¨® nos lo cont¨® la mar de bien en Davant del rei de Su¨¨cia.
Bien est¨¢ lo que bien contin¨²a. Ha habido pacto a pesar de todos los defectos que le encuentran tantos opinadores, el proceso independentista sigue condicionando, y de qu¨¦ manera, la pol¨ªtica espa?ola. Vamos a ver la continuaci¨®n y el refuerzo de la Gran Coalici¨®n Para Asuntos Catalanes y a comprobar que el Estado puede rebajar sin problema a Podemos o, llegado el caso Podemos puede rebajar sin problema su exigencia de refer¨¦ndum, como dijo M¨®nica Oltra la semana pasada. Los compromisos de Comprom¨ªs, f¨ªate t¨².
El relato sigue porque el problema persiste, porque incluso prescindiendo del Estado, se trata de ver de qu¨¦ tipo de sociedad se quiere y se puede en Catalu?a. El consenso no es posible, para el Estado todo es d¨¢diva y no entiende otro lenguaje que la fuerza. Tiene una Constituci¨®n, pero necesita que alguien le escriba su pa¨ªs del perd¨®n. Espa?a sigue sin escuchar, querido Maragall.
Francesc Ser¨¦s es escritor
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