Pactar para condicionar
Diez inexpertos diputados de la CUP, fieles a sus ideales y objeto de todo tipo de insultos cumplieron con los objetivos clave que propusieron al inicio de la negociaci¨®n
Ya han pasado quince d¨ªas desde el pacto in extremis entre Junts pel S¨ª y la CUP, y desde la votaci¨®n de investidura de Carles Puigdemont. Han sido muchas las explicaciones y especulaciones de c¨®mo se fragu¨® el acuerdo, y se han lanzado multitud de teor¨ªas sobre el proceso negociador y los efectos del resultado final para el independentismo y para las formaciones pol¨ªticas implicadas.
Cuando el 9 de enero Artur Mas, en rueda de prensa, se apresur¨® a explicar, con resentimiento, el contenido del acuerdo y a dar su interpretaci¨®n sobre los compromisos para la estabilidad, muchos pensaron que se trataba de un pacto que humillaba pol¨ªticamente a la CUP. Mas perfil¨® de entrada un ¡°relato oficial¡± denigrante para los cupaires, que fue aceptado y repetido hasta la saciedad por medios de comunicaci¨®n, analistas y tertulianos. Sin embargo, las posteriores aclaraciones de representantes de la CUP sobre los puntos m¨¢s ambiguos permitieron ofrecer una versi¨®n m¨¢s cre¨ªble y recuperar la dignidad de los antisistema.
Diez ¡°novatos¡± y supuestos ¡°inexpertos¡± diputados de la CUP, fieles a sus ideales y al sistema de toma de decisiones de su organizaci¨®n, acosados por una salvaje presi¨®n medi¨¢tica y tertuliana, objeto de todo tipo de insultos y calumnias, y con las comunicaciones presuntamente intervenidas, consiguieron cumplir objetivos clave que propusieron al inicio de la negociaci¨®n y, sobre todo, lograr que la decisi¨®n final fuera ¡°ni Mas, ni mar?¡±. Por su parte, veteranos pol¨ªticos convergentes, algunos de ellos maestros del chantaje como estrategia negociadora y expertos en cambalachear y sellar pactos en situaciones l¨ªmite, se esforzaron sin ¨¦xito para liquidar el proyecto pol¨ªtico de la CUP y acabaron aceptando la retirada de Mas ante el previsible descalabro electoral en marzo sin la compa?¨ªa de una exasperada ERC.
Pero adem¨¢s de un ¡°acto de generosidad de Mas¡± o de ¡°enviarlo a la papelera de la historia¡±, seg¨²n el cristal con que se mire, la CUP consigui¨® otros dos grandes prop¨®sitos. El primero, aprobar una solemne resoluci¨®n del Parlament para iniciar el proceso de creaci¨®n de una Rep¨²blica catalana, abrir un periodo constituyente y empezar una desconexi¨®n democr¨¢tica que implique no supeditarse a las decisiones de las instituciones espa?olas y, particularmente, al Tribunal Constitucional. Dicha resoluci¨®n, que contiene conceptos ideados por los anticapitalistas y que parcialmente estaba en el programa de Junts pel S¨ª, fue impuesta por la CUP, seg¨²n reconoci¨® Artur Mas, y gener¨® la reprobaci¨®n de varios miembros de su ejecutivo.
El segundo fue negociar una propuesta de acuerdo para la independencia que incluye nuevos planteamientos para un proceso constituyente y un plan de choque inmediato para frenar b¨¢sicamente las pol¨ªticas de recortes antisociales de los gobiernos de Mas. Algunas de estas medidas sociales nunca formaron parte de la acci¨®n de gobierno convergente, aunque otras estaban previstas en el programa electoral de la coalici¨®n CDC-ERC.
La CUP tambi¨¦n consigui¨® modificar la estructura cl¨¢sica de gobierno al pedir un liderazgo coral y transversal. Como consecuencia, se crearon tres grandes ¨¢reas de gobierno que, en aplicaci¨®n de la l¨®gica coalicional, pasaron a estar dirigidas por personas procedentes de distintos partidos pol¨ªticos. La exigencia de un gobierno plural y la exclusi¨®n de Artur Mas part¨ªan de dos premisas que siempre defendi¨® la CUP: evitar una excesiva identificaci¨®n del proceso con Mas y facilitar la ampliaci¨®n por la izquierda de la base social del independentismo.
Siguiendo el relato oficial de Mas, hay quien cree que la CUP ha pagado un precio muy elevado: asegurar la estabilidad gubernamental, incorporar un par de diputados a la din¨¢mica del grupo de Junts pel S¨ª y relevar a dos diputados. Pero la estabilidad pactada afecta exclusivamente al proceso constituyente, a la ruptura democr¨¢tica y a las pol¨ªticas de rescate social, y adem¨¢s no incluye ni la aprobaci¨®n de los presupuestos. Los dos diputados participar¨¢n en los debates y las deliberaciones de Junts pel S¨ª, pero seguir¨¢n bajo la disciplina de voto del grupo de la CUP. Sobre la renuncia de dos diputados, como expresaron los dimisionarios, solo ¡°el desconocimiento de la CUP les hizo pensar que esto nos har¨ªa da?o¡±.
Y otro gran ¨¦xito de la CUP ha sido facilitar el inicio de una legislatura donde su apoyo ser¨¢ necesario para el gobierno y, por lo tanto, podr¨¢ pactar para condicionar la agenda pol¨ªtica e incidir sobre la ruptura con Espa?a y sobre la lucha para lograr cubrir las necesidades sociales m¨¢s b¨¢sicas.
Jordi Matas Dalmases es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UB.
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