La mujer se abre paso en Pakist¨¢n
La ONG vasca fundaci¨®n Baltist¨¢n lleva m¨¢s de una d¨¦cada trabajando por el empoderamiento de las mujeres en la regi¨®n de los ochomiles
En el lugar donde confluyen las tres mayores cordilleras del planeta, el Karakorum, el Hindu Kush y el Himalaya. Aislados por esas rocosas paredes que, a su vez, ejercen de guardianes. Est¨¢n lejos de la civilizaci¨®n, para bien y para mal. Serpenteantes carreteras separan los valles, que llevan a emplear cerca de dos d¨ªas de viaje para completar una distancia de 80 kil¨®metros. Es la regi¨®n pakistan¨ª de Baltist¨¢n, donde viven 45.000 familias. Es un terreno ¨¢rido, hostil, para una poblaci¨®n dedicada en un 90% a la agricultura de subsistencia. La tierra solo les da una oportunidad al a?o, una cosecha. Tambi¨¦n es taca?a en opciones: en sus huertas apenas crecen trigo, patata, verduras, algo de fruta¡ y entre ese cultivo, en las familias m¨¢s pudientes se pasean alguna gallina, oveja y, excepcionalmente, alguna vaca. Las manos agrietadas tras horas en el campo obtienen el alimento suficiente para cubrir los platos de la familia a la hora de comer.
El trabajo recae en la mujer. Los hombres ejercen de sherpas de escaladores y monta?eros, y en tres meses obtienen el sueldo suficiente para vivir el resto del a?o. Son los encargados de liderar la vida social, mientras que ellas viven confinadas entre las cuatro paredes. Solo salen para lavar la ropa en el r¨ªo. En una sociedad r¨ªgida en el reparto de roles, solo reciben educaci¨®n religiosa y su formaci¨®n intelectual ha quedado arrinconada. Sin embargo, como los temblores que a veces ocurren en las monta?as, peque?os sismos est¨¢n abriendo grietas en forma de oportunidad para esas mujeres. ¡°Son gentes herm¨¦ticas, desconfiadas, les cuesta ver que hay otras realidades m¨¢s all¨¢ de la suya¡±, ven los cambios como la amenaza de un alud que se les va a venir encima, pero el profesor Mola Dad Shafa conf¨ªa en la oportunidad que se est¨¢ abriendo.
El profesor Mola Dad Shafa
Shafa es Doctor en Pedagog¨ªa por la Universidad de Toronto y director del Centro para el Desarrollo Profesional de AKU Norte, reconocido en Pakist¨¢n por su compromiso en sensibilizar a las comunidades en la educaci¨®n como factor de desarrollo humano. Apunta a la pobreza como el segundo gran desaf¨ªo, ¡°si carecen de recursos para vivir, es dif¨ªcil que contribuyan al desarrollo propio y menos a¨²n al del pa¨ªs¡±, afirma. No obstante, defiende con firmeza la educaci¨®n de las mujeres porque tiene un efecto multiplicador, precisamente por ese rol de nexo de uni¨®n familiar. El profesor Mola Dad Shafa est¨¢ estos d¨ªas en Bilbao invitado por la fundaci¨®n Baltist¨¢n que, con esa misma convicci¨®n, lleva 14 a?os sobre el terreno, en el valle de Hush¨¦, dando la mano a esas comunidades. ¡°Desde el principio fuimos conscientes del choque cultural. Por eso, lo primero que planteamos fue, simplemente, abrir unos centros para que las mujeres pudieran reunirse¡±, explica Jos¨¦ Manuel Ruiz, su presidente.
Esa fue la semilla de los centros de formaci¨®n. All¨ª han aprendido a coser uniformes escolares que, a su vez, han vestido las ni?as gracias a una l¨ªnea de ayudas de la ONG para costear la matr¨ªcula. ¡°Al principio las familias lo vieron como una cuesti¨®n de competencia entre ellas. Pensaban que si sus hijas eran las ¨²nicas que no asist¨ªan a clase, ser¨ªa m¨¢s dif¨ªcil casarlas e iban a acabar como mulas de carga mientras el resto prosperaban¡±. As¨ª se fue extendiendo y hoy, asegura Ruiz, se ha tomado conciencia. Pese a la adversidad, el profesor Shafa tambi¨¦n conf¨ªa en ese ¡®efecto contagio¡¯ que, para que fuera realmente efectivo, deber¨ªa alcanzar a la clase pol¨ªtica. ¡°Algunos parlamentarios env¨ªan a sus hijos a estudiar al extranjero y estos, en lugar de importar lo que aprendieron all¨ª, solo regresan para relevar a sus padres en el sill¨®n¡±. Sin embargo, recuerda, ¡°mi padre careci¨® de educaci¨®n y yo pude ir a Toronto. Eso me permiti¨® adquirir una visi¨®n cr¨ªtica, es el poder de la educaci¨®n¡±. Si bien no mueve monta?as,
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