Madrid, qu¨¦ mal resistes
En este pa¨ªs donde B¨¢rcenas, Millet o Rato est¨¢n en la calle, tan tranquilos, lo prioritario es meter entre rejas a dos titiriteros. Y la nueva pol¨ªtica ni siquiera planta cara
Lo primero que me vino en mente cuando o¨ª que hab¨ªan encarcelado a los dos titiriteros de Madrid fue una escena de la pel¨ªcula Novecento. Guardias a caballo, armados con sables, destrozan un teatro de gui?ol en el que se burlan de ellos. Lo segundo fueron esos carteles que cuelgan en algunas calles cercanas a los r¨ªos y que rezan ¡°Hasta aqu¨ª llegaron las aguas el a?o¡¡±. Recuerdan el nivel de la riada de tiempos pasados y sirven para recordar que el r¨ªo crecido puede ocupar terrenos que parec¨ªa que la civilizaci¨®n le hab¨ªa ganado a la naturaleza. Por naturaleza entiendo tambi¨¦n la historia pasada y reciente espa?ola, el agro interior de la magistratura y del alto funcionariado, el acuerdo t¨¢cito del Estado para s¨ª mismo.
Han metido entre rejas a dos titiriteros por delito de lesa patria, para que sirva de escarmiento y con el visto bueno de la mayor parte de la opini¨®n institucional. Hasta aqu¨ª llegaron las aguas en la Espa?a eterna de 2016, que si de lo que se trata es de buscar chivos expiatorios, de eso sabe un rato.
Hab¨ªa mil maneras de solucionar el problema pero lo que menos interesaba en este caso era dar soluci¨®n alguna. Lo que la magistratura ansiaba era demostrar qui¨¦n manda aqu¨ª y qu¨¦ sucede si alguien de pasa de su raya. Unos jueces, unos fiscales y unas fuerzas del orden que las han visto pasar del tama?o de un elefante durante a?os, a juzgar por los casos de corrupci¨®n que se amontonan, van y se la cogen con papel de fumar. En este pa¨ªs donde personajes como B¨¢rcenas, Millet o Rato est¨¢n en la calle, tan tranquilos, lo prioritario es meter entre rejas a dos chavales.
Hab¨ªa mil maneras de solucionar el problema de los titiriteros, pero lo que menos interesaba en este caso era dar soluci¨®n alguna
La obra ha sido invisible durante d¨ªas y todav¨ªa hoy cuesta trabajo encontrar cortes aqu¨ª o all¨¢. Por lo poco que hemos visto, se podr¨ªa argumentar que la obra no era adecuada para ni?os, vale. Y puede que no fuese buena, yo qu¨¦ s¨¦. Pero lo inquietante es el nivel de defensa preventiva de los cuerpos y fuerzas de judicatura del Estado. Lo grave es que todav¨ªa hoy no podemos juzgar la obra porque no confiamos en la fiabilidad de las fuentes, y es grave porque hablamos de prisi¨®n por delito de mal gusto. Es la discrecionalidad del Estado para decir qu¨¦ se puede y qu¨¦ no se puede representar en un escenario, para limitar el derecho de expresi¨®n.
Lo peor es que la ¨²nica alternativa a la carcundia la representa gente como Manuela Carmena, que en este caso se ha plegado a lo que se suele llamar sentido de Estado: a la c¨¢rcel con ellos y despu¨¦s, un auto de fe. La izquierda espa?ola est¨¢ fatal, nunca se ha cre¨ªdo nunca que pudiese ser una alternativa de verdad, todav¨ªa anda derrotada. Se cree poseedora de cierta superioridad moral porque va m¨¢s le¨ªda y aseada que la caverna, pero a la que la cosa se pone fea hay que ver c¨®mo le tiemblan las piernas.
La nueva pol¨ªtica no sirve ni para asumir el reto de explicar los hechos de otra manera. Podr¨ªan haber optado por admitir que la obra puede que fuese mala, que no comparten su contenido y reprobar a quienes los contrataron. Incluso que en el l¨ªmite del campo est¨¦tico, admitir que desarrollo, argumento y mensaje fuesen moralmente reprobables, pero es que no estamos discutiendo eso. Hablamos de adaptarnos a las reglas de juego de una derecha cuyos avances son retrocesos colectivos. Hablamos de no saber salir del marco mental que impone el Estado.
Hasta aqu¨ª han llegado las aguas, Madrid, qu¨¦ mal resistes¡ Meten a dos chavales en la c¨¢rcel por una obra de gui?ol y la nueva pol¨ªtica pide disculpas y huye con el rabo entre las piernas en vez de asumir que ni ese era el problema ni ellos se van a salvar cuando les toque, como le pas¨® al concejal Zapata por un comentario en Twitter. Qu¨¦ hartazgo, los revolucionarios, con lo f¨¢cil que era hacer las Am¨¦ricas en Venezuela y hay que ver c¨®mo se achantan en cuanto llegan a Barajas. Luego, se permiten dar lecciones y mantener ese perdonavidismo ideol¨®gico que les caracteriza.
Este era el momento de plantar cara, de admitir y explicar errores, no ya de ceder espacio, de ganarlo. Si no saben ni defender la ficci¨®n, ?c¨®mo van a defender a la gente? La obra, a los nuevos inquisidores les importaba bien poco. Lo que persegu¨ªan, como ahora, era el escarmiento.
Como dec¨ªa nuestra admirada marquesa: no te lo perdonar¨¦, Carmena. Jam¨¢s.
Francesc Ser¨¦s es escritor.
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