Fallece Jaume Ferran, poeta ¡°desasosegado¡± de la Escuela de Barcelona
Amigo de Costafreda y Barral, present¨® una entonces joven secretaria Carme Ballcels al editor
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De peque?o, su padre le recitaba sonetos de Josep Carner; de joven, ¨¦l se convirti¨® en uno de los mejores amigos de Alfonso Costafreda, bardo de referencia de los primeros momentos de la Escuela de Barcelona. Entre esas dos realidades po¨¦ticas y ling¨¹¨ªsticas forj¨® su vida y su obra el escritor Jaume Ferran, ¨²ltimo representante que sobreviv¨ªa de la etapa fundacional del movimiento, que falleci¨® el pasado s¨¢bado en un pueblecito de Atlanta, en Estados Unidos, seg¨²n ha trascendido ahora.
¡°El desasosegado Jaime Ferr¨¢n parec¨ªa un personaje inventado. Espoleado por mil proyectos, comido por todas las inquietudes, estaba siempre de paso en todas partes¡¡±, escribi¨® sobre ¨¦l en sus memorias el editor Carlos Barral, a quien hab¨ªa conocido en 1945 en la Facultad de Derecho de Barcelona. Ese no parar inquieto que siempre le acompa?¨® ten¨ªa su origen en un entorno de familia numerosa intens¨ªsimo: no hab¨ªa hermano (y eran 10; ¨¦l, el mayor) que no practicara alguna actividad art¨ªstica, mayormente la m¨²sica, para regocijo de sus mel¨®manos padres, que los empujaban a interpretar los domingos en un concierto hogare?o.
Nacido en Cervera en 1928, Ferran not¨® enseguida la comez¨®n po¨¦tica a principios de los a?os 40, igual que sus despu¨¦s compa?eros y amigos Barral y Costafreda, a los que present¨®. En su caso fue en catal¨¢n, en unos inevitables sonetos ante la no menos inevitable influencia del pr¨ªncep dels poetes que le recitaba su progenitor. Un fruto nonato de ello fue los que escribi¨® entre 1946 y 1947 y que deber¨ªan haber dado el poemario La primavera encesa, de no haber extraviado el manuscrito, si bien su vocaci¨®n quedar¨ªa plasmada tanto en la Antolog¨ªa Po¨¦tica Universitaria de 1949 como en la de 1950. Aquel azaroso episodio y la influencia ling¨¹¨ªstica de sus amistades (¡°en casa se hablaba y se escrib¨ªa en catal¨¢n¡±, recuerda hoy una de sus hermanas, Carmen), hizo que saltara al castellano: Ferran est¨¢ en el n¨²cleo de estudiantes que ya en el curso 1945-1946 se re¨²nen en la cantina de su facultad y que bautizan como el Bar de Juanito en honor al camarero que los atend¨ªa. Ah¨ª consolidar¨¢ a¨²n m¨¢s, si cabe, su amistad con Costafreda, indestructible hasta la muerte de este ¨²ltimo, al que dedicar¨¢ nada menos que dos libros: Alfonso Costafreda (1981) y El libro de Alfonso (1983).
Parec¨ªa un personaje inventado. Espoleado por mil proyectos, comido por todas las inquietudes, estaba siempre de paso en todas partes¡", le recordaba Carlos Barral
Que se estuviera quieto un buen rato charlando era, sin duda, un m¨¦rito de sus compa?eros porque en 1948 Ferran ya colabora en la revista Estilo, punta del iceberg de esa hiperactividad que hac¨ªa que ¡°participaba en muchas cosas, nunca demasiado reales¡±, a tenor de Barral. A¨²n as¨ª, tuvo un papel quiz¨¢ poco reconocido como puente entre el grupo de Barcelona y la intelectualidad de Madrid. A la capital acudi¨® en 1951 a preparar su ingreso en la Escuela Diplom¨¢tica, lo que le dio pie en 1952 a conocer a Eugeni d¡¯Ors, de quien se convirti¨® en su ayudante de la c¨¢tedra de Ciencia de la Cultura hasta la muerte del padre del Noucentisme, en 1954. A la vez, tomaba clases particulares con Enrique Tierno Galv¨¢n, y fue tan incansable en su actividad dentro del Sindicato Espa?ol Universitario (SEU) que acab¨® siendo su director de relaciones culturales. Ese cargo y su colaboraci¨®n simult¨¢nea en la revista Alcal¨¢ explican que ¨¦sta dedicara en 1952 un n¨²mero a Catalu?a donde escribieron Albert Manent, D¡¯Ors y Barral y fuera ilustrado por Albert R¨¤fols Casamada o Antoni T¨¤pies.
T¨¤pies y Barral participaron en Madrid en 1954 en un intercambio de intelectuales castellanos y catalanes gracias a los oficios del inquieto Ferran, que compaginaba todo ello con la poes¨ªa. De 1952 es La piedra m¨¢s reciente y de un a?o despu¨¦s Desde esta orilla, conjunto, claro, de sonetos que hab¨ªa obtenido un acc¨¦sit en el prestigioso premio Adonais del a?o anterior. La pulsi¨®n segu¨ªa, como reflejaban su trabajo en una tesis doctoral sobre Joan Maragall o la asistencia, los domingos, a la tertulia de Vicente Aleixandre, a quien no se cans¨® de hablar de la poes¨ªa de los j¨®venes bardos catalanes. De todo ello salieron, con los a?os, antolog¨ªas y traducciones al castellano de Maragall, Carner o Foix, o ensayos sobre el primero (Los di¨¢logos de Joan Maragall, en 1971) o sobre d¡¯Ors (1967). La hiperactividad tambi¨¦n le llev¨® a estudiar en 1973 la figura de Ezra Pound, a quien hab¨ªa conocido visit¨¢ndole en un sanatorio.
A medidados de los a?os 50, afincado en la capital, hizo de puente entre los intelectuales catalanes y madrile?os
¡°Nada le importaba, excepto la poes¨ªa y, sobre todo, la amistad¡±, record¨® a?os despu¨¦s Barral, que interpret¨® la ¡°actividad demencial¡± de Ferran como ¡°una forma de solicitar atenci¨®n, de provocar la solidaridad humana¡±. Curiosamente, no fue correspondido con el mismo ¨ªmpetu: con poemas siempre de corte introspectivo y trasfondo moral (Memorial, en 1971, de trasunto amoroso; La larga playa, de una d¨¦cada despu¨¦s, de recuerdos de infancia), su poes¨ªa no acababa de gustar a sus propios colegas. Barral dec¨ªa que hab¨ªa en sus composiciones un ¡°uso y abuso de la ret¨®rica tradicional¡± que atribu¨ªa en parte a que era ¡°un cat¨®lico declarado¡±. Josep Maria Castellet, gu¨ªa te¨®rico-espiritual del grupo, cre¨ªa que sus poes¨ªas no se ajustaban al realismo cr¨ªtico que eran marca de la casa del grupo, como dej¨® entrever cuando Ferran gan¨® en 1953 el Ciutat de Barcelona por Poemas del viajero, uno de los primeros t¨ªtulos que public¨® el sello de la revista vinculada a la Escuela de Barcelona, Laye, que, c¨®mo no, ayud¨® a impulsar.
El distanciamiento de Ferran fue tambi¨¦n f¨ªsico porque en 1955 viaj¨® a EE UU, de donde fue inicialmente yendo y viniendo los primeros cinco a?os para quedarse de manera m¨¢s estable a partir de 1960, impartiendo hasta 1995 clases de literatura espa?ola en las universidades de Colgate y Syracusa, desde donde se vincul¨® a la North American Catalan Society o al Centro de Estudios Hisp¨¢nicos que dirigi¨®.
Poeta en castellano, 'regres¨®' al catal¨¢n a la hora de escribir sus dos libros de memorias
El catal¨¢n retom¨® fuerza en su pluma al hacer balance de su intensa vida, repaso que inici¨® en 2001 con Mem¨°ries de Ponent, que le vali¨® el premio Gaziel, y que complet¨® siete a?os m¨¢s tarde con Diari de tardor. Reflejan ambos t¨ªtulos, ¡°una persona muy optimista, de memoria prodigiosa y muy generosa¡±, dice su hermana. De esa generosidad siempre dieron fe tanto su mujer y sus dos hijos, Jaime y Ofelia, como Camen Balcells: los padres de ambos se conoc¨ªan de Cervera y el poeta casi la ahij¨®, facilit¨¢ndole un primer trabajo como secretaria del gremio de fabricantes de maquinaria textil y, luego, al presentarle a Barral, lo que la encaminar¨ªa como agente literaria. Lo que dec¨ªa el editor: nada le importaba a Ferran, s¨®lo la literatura y la amistad. O sea, todo.
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