El profesor de ingl¨¦s que duerme en un cajero
Un indigente intenta reunir 200 euros para viajar hasta Londres, donde le espera un trabajo, impartiendo clases de idiomas en bares
Los ojos le lagrimean continuamente y mastica una a una todas las palabras. Sonr¨ªe con verg¨¹enza y con las manos cubre continuamente su rostro. Su nombre es algo parecido a Laso: ¡°Por favor, no lo escribas bien, me da mucha verg¨¹enza que alguien pueda reconocerme¡±. Laso es un hombre de 55 a?os, naci¨® en Hungr¨ªa y ha trabajado en los mejores hoteles de medio mundo. Desde hace dos meses es uno de los indigentes que duerme en los parques y cajeros de la ciudad de Barcelona. "Mi casa es la calle, la misma por donde esta semana circulaban esas furgonetas negras del Mobile World Congress¡±, sonr¨ªe.
La historia de Laso es la de una v¨ªctima rota por un rev¨¦s de la vida. Hoy sobrevive y lucha para salir del agujero donde se encuentra. Sabe que le espera un trabajo en Londres pero necesita 200 euros para llegar all¨ª. Esta ma?ana hab¨ªa conseguido 45 euros gracias a que se ha convertido en el primer profesor de ingl¨¦s que da clases en bares y duerme en cajeros autom¨¢ticos.
¡°Trabaj¨¦ en prestigiosos hoteles de la Costa Azul francesa, seis a?os en Estados Unidos e incluso en lujosos mesones en Canad¨¢¡±, recuerda este camarero que tiene doble nacionalidad h¨²ngara y rumana. El pasado verano se traslad¨® a Lloret de Mar (la Selva) donde prest¨® los servicios como camarero. ¡°Acab¨® la temporada y una persona me coment¨® que me pod¨ªa ofrecer trabajo en Bilbao pintando pisos; all¨ª que fui¡±, lamenta Laso. Trabaj¨® casi dos meses pintando y no vio ni un c¨¦ntimo por su trabajo. ¡°Me estafaron y, lo peor, gast¨¦ all¨ª todo lo que hab¨ªa ganado en verano pagando la pensi¨®n, la comida y el transporte hasta los pisos que pintaba¡±, reconoce. Laso, con muy pocos c¨¦ntimos en el bolsillo, se marc¨® entonces una meta: ¡°Ten¨ªa que llegar a Barcelona donde hay temporada tur¨ªstica todo el a?o y as¨ª podr¨ªa trabajar¡±, pero cuando puso los pies en a la gran capital catalana se dio de bruces con una realidad fr¨ªa.
¡°La primera noche que intentas dormir en un cajero autom¨¢tico te das cuenta de c¨®mo la vida pueda castigar, yo hab¨ªa dormido en hoteles de cinco estrellas y ahora los hac¨ªa sobre unos cartones en la calle¡±, lamentaba esta ma?ana. ¡°En realidad no duermes, estas estirado pero tu cabeza ya no funciona con normalidad, no recuerdas las cosas, no funcionas y as¨ª d¨ªa tras d¨ªa¡±, afirma.
¡°A veces me daban algo de trabajo en alg¨²n restaurante repartiendo flyers y a cambio me daban una pizza o un kebab¡±, Laso no acepta limosnas ¡°tengo mis brazos para trabajar¡±. Un d¨ªa vio a alguien vendiendo pa?uelos de papel en un sem¨¢foro y copi¨® la idea. Se coloc¨® en la calle Diputaci¨® de Barcelona en una zona muy pr¨®xima a la plaza Espa?a.
La semana pasada se cruz¨® con un joven motorista que se ha convertido en el verdadero ¨¢ngel de la guardia de Laso. Su nombre es Diego Bernal, un joven de 22 a?os,: ¡°Llevaba d¨ªas vi¨¦ndole, era un indigente peculiar por que no se acercaba a los coches si nadie le reclamaba, un d¨ªa le llam¨¦ para ofrecerle dinero a cambio de nada¡±. No lo quiso. ¡°Fue entonces cuando decid¨ª invitarle a un caf¨¦, me cont¨® su historia y pens¨¦ que podr¨ªa ayudarle¡±, asegura.
¡°Tengo un amigo en Londres en el Hotel Savoy y pueden ofrecerme trabajo¡±, le confes¨® Laso a Diego. ¡°Necesita 200 euros para el billete de avi¨®n pero no quiere que se los preste quiere gan¨¢rselos es muy orgulloso¡±, lamenta Diego. El joven ide¨® entonces un m¨¦todo que ya est¨¢ dando los primeros frutos. Laso habla perfectamente h¨²ngaro, rumano, ingl¨¦s, franc¨¦s y espa?ol y pens¨¦ que podr¨ªa dar clases de idiomas a siete euros la hora. Las clases las imparte en dos o tres bares cercanos al parque Joan Mir¨®. ¡°Ya he dado clase a dos chicas y el correo electr¨®nico de Diego echa humo¡±, sonr¨ªe Laso.
Laso da clases de conversaci¨®n y escritura siempre bajo la atenta mirada de camareros de origen asi¨¢tico que en muchas ocasiones no entienden muy bien lo que est¨¢ pasando.
Laso y Diego eran dos desconocidos hace unas semanas pero entre los dos han forjado una amistad. ¡°Espero en una semana estar en Londres¡±, asegura Laso. El indigente, pronto dejar¨¢ de serlo, sue?a con poder trabajar duro y enviar a su madre algo de dinero. ¡°Tiene 85 a?os y vive en una residencia porque tiene alzheimer, la ¨²ltima vez que la vi no me reconoci¨®, jam¨¢s sabr¨¢ que estoy en la situaci¨®n que estoy¡±, se esperanza Laso. Esta noche dormir¨¢ de nuevo en un cajero de la ciudad, no le gustan los albergues ¡°he visto cosas muy duras dentro¡±. Pronto estos dos meses en Barcelona habr¨¢n sido s¨®lo una pesadilla.
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