Fe, soberanismo y caridad
La investidura de Pedro S¨¢nchez era lo importante en la sesi¨®n de control al 'Govern' en un Parlament en proceso hacia la creaci¨®n de un Estado propio
No s¨¦ qu¨¦ mosquito le habr¨¢ picado a nuestra pol¨ªtica pero, por lo que esta ma?ana se ha visto, aqu¨ª tambi¨¦n anda suelta la microcefalia (entendiendo el parlamento como cabeza de una democracia). Manera m¨¢s peque?a de hacer pol¨ªtica no ha tenido lugar ni cuando la pol¨ªtica no era posible. ?De qu¨¦ se ha hablado en esta sesi¨®n de control al Govern y preguntas al President? De lo realmente interesante: de lo que estaba pasando a la misma hora en Madrid, rompeolas de todas las pol¨ªticas. De la sesi¨®n de investidura de Pedro S¨¢nchez. Eso era lo que de verdad importaba en un Parlament de Catalunya que se anuncia en pleno proceso hacia la creaci¨®n de un Estado propio. Pero lo propio siempre resulta peliagudo, ya dijo Proudhon que la propiedad es un robo. Tan delirante, por no decir humillante, ha sido la sesi¨®n de esta ma?ana, que al final el president Carles Puigdemont y el portavoz de su grupo parlamentario, Jordi Turull, han acabado mano a mano haciendo pron¨®sticos y predicciones ante el resto del hemiciclo sobre la elecci¨®n de S¨¢nchez. Igual que los dos abuelos de los Tele?ecos criticaban desde su palco los n¨²meros que acababan de presenciar, Puigdemont y Turull se han puesto a comentar lo que incluso en la planta de abajo, en la pantalla de la cafeter¨ªa del Parlament, se estaba retransmitiendo en directo. En realidad, dado el tema y el nivel de las intervenciones, la sesi¨®n se podr¨ªa haber celebrado en el bar. Tambi¨¦n lo dijo Voltaire: ¡°si ten¨¦is una aldea que gobernar es necesario que posea una religi¨®n¡±. Aqu¨ª la religi¨®n se llama proceso, pues somos tierra de procesiones.
La profesi¨®n va por dentro, y eso ocurre tambi¨¦n con los pol¨ªticos. El president Puigdemont, en estas pocas semanas que lleva en el cargo, la est¨¢ interiorizando y hoy ya ha mostrado que se acuerda de abotonarse la americana cada vez que se levanta para dar una r¨¦plica. Lo hace con la mano izquierda mientras sostiene el micro con la derecha. De traje rigurosamente negro, corbata igual de rigurosa, camisa blanca, y corte de pelo beatle ¨¦poca Revolver, tiene a ratos un aire de cantante de restaurante en esta grande bouffe de declaraciones dram¨¢ticas y de gestos tan vacuos como rimbombantes, que son los tiempos pol¨ªticos que vivimos. Pero ya lo cantaba Camilo Sesto, ¡°vivir as¨ª es morir de amor¡±. La falsedad aburri¨¦ndose de s¨ª misma, la trivialidad disfrazada de promesa, la extenuaci¨®n como meta, Forcadell d¨¢ndole la palabra a los diputados y retir¨¢ndosela con modos de maestra de parvulario, el monitor de la tele en la tribuna de prensa retransmitiendo tambi¨¦n lo que sucede en el Congreso de Madrid, antigua capital de Alaska y los Pegamoides, el Parlament en pleno fascinado con lo que ocurre all¨ª arriba como en Ultim¨¢tum a la Tierra. El soberanismo ni siquiera como forma de caridad, que bien entendido empieza por uno mismo.
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