Swing en libertad en el Festival de Jazz de Terrassa
Soberbio inicio de la 35 ? edici¨®n del ciclo de conciertos
El hist¨®rico Festival de Jazz egarense ha abierto nuevamente sus puertas de par en par. Treinta y cinco ediciones son como para no pasarlo por alto pero lo m¨¢s interesante del certamen no est¨¢ en el n¨²mero de veces que se ha realizado sino en su programaci¨®n que a?o tras a?o apuesta tanto por el eternamente olvidado jazz europeo como por el jazz local. Una apuesta de cercan¨ªa que no olvida, claro, los grandes nombres del panorama estadounidense, los que en realidad atraen a la mayor¨ªa del p¨²blico.
35 FESTIVAL DE JAZZ DE TERRASSA
Franco D'Andrea Traditions Today feat. Han Bennink.
Nova Jazz Cava, Terrassa. 4 de marzo.
Este a?o el inicio ha sido musicalmente soberbio. Dos monstruos hist¨®ricos del jazz europeo quit¨¢ndole los grilletes al swing m¨¢s cl¨¢sico y dej¨¢ndolo volar en total libertad. El pianista italiano Franco D'Andrea y el bater¨ªa holand¨¦s Han Bennink han juntado fuerzas en esta cruzada organizando un cuarteto, ya de entrada, totalmente heterodoxo: clarinete, tromb¨®n, piano y caja clara, improvisando sobre un pu?ado de conocidas melod¨ªas del jazz tradicional. Con respeto y sutileza, sin romper nada ni traicionar ning¨²n sentimiento, la banda parte de bases tremendamente populares para dejar que evolucionen sin sus ataduras habituales. El resultado es sorprendentemente fresco, engancha desde el primer momento y ni siquiera las frases m¨¢s rompedoras desentonan en el contexto.
D'Andrea a sus 74 a?os sigue siendo uno de los pianistas m¨¢s elegantes de la actualidad. Puede pasar sin despeinarse de los fraseos m¨¢s intimistas a las explosiones de energ¨ªa pura.
A su lado Bennink, un a?o m¨¢s joven, ha reducido todo su arsenal percusivo de anta?o a una ¨²nica caja clara, no necesita m¨¢s para desplegar un ritmo implacable que parte de lo m¨¢s ortodoxo para estallar en repetidas y sorprendentes explosiones de vitalidad. Realmente su toque resulta hipn¨®tico y consigue centrar toda la atenci¨®n en su despojada caja, claro que desplegando todo un arsenal de posibilidades: utilizando baquetas, escobillas, las manos o una bolsa de pl¨¢stico, tocando con bord¨®n, sin bord¨®n, colocando una toalla como sordina o llegando, incluso, a afinar con un pie. Nadie ech¨® en falta ni platos, no charles ni bombo no otros cachivaches que el holand¨¦s utilizaba con profusi¨®n en un pasado cercano.
Un concierto seductor tanto por su forma como por su contenido. De los que dejan claro que el jazz europeo puede ser fascinante y ponen en evidencia a todos los que prefieren quedarse en casa ante el anuncio de un concierto sin m¨²sicos estadounidenses, peor para ellos.
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