La teor¨ªa del privilegio
Parecer¨ªa que los afortunados que todav¨ªa conservan un contrato indefinido o cobran una pensi¨®n alta fueran los culpables de la precariedad de los dem¨¢s
C¨®mo han tenido que cambiar las cosas para que las mismas condiciones salariales o laborales que hace menos de diez a?os nos parec¨ªan normales, ahora sean presentadas como un privilegio inaceptable. Para que lo que entonces era considerado un motivo de agravio, por ejemplo ser mileurista, ahora sea percibido como una posici¨®n sumamente afortunada en relaci¨®n a los muchos j¨®venes que no tienen trabajo o lo tienen precario. El r¨¢pido tr¨¢nsito de una percepci¨®n a otra es un indicador del verdadero efecto de la crisis, que ha dejado maltrechas y en situaci¨®n de asedio ideol¨®gico conquistas sociales muy b¨¢sicas.
A estas alturas es evidente que la crisis econ¨®mica ha servido como coartada para imponer una serie de reformas econ¨®micas y legislativas, lesivas para las clases medias y populares, que estaban en la agenda pol¨ªtica neoliberal mucho antes de la crisis. Ahora asistimos a una nueva ofensiva para justificar su mantenimiento m¨¢s all¨¢ del periodo de recesi¨®n, como una necesidad estructural imprescindible para la recuperaci¨®n econ¨®mica. Si a alguien se le ocurre decir que, pasadas las penurias de la crisis, ya no se justifican los sacrificios, se le acusa de poner en riesgo el crecimiento. Culpables antes de la crisis por haber vivido por encima de las posibilidades, y culpables ahora por querer recuperar los derechos perdidos.
Una operaci¨®n como esta requiere h¨¢biles filigranas ideol¨®gicas que hagan aparecer como normales e incluso deseables para el inter¨¦s general propuestas que en absoluto lo son. Una de ellas es lo que podr¨ªamos definir como la teor¨ªa del privilegio. Consiste en presentar la situaci¨®n de los que todav¨ªa se benefician de las condiciones previas a las reformas como una posici¨®n de privilegio. El siguiente paso es presentar ese supuesto privilegio como una injusticia, y el deseo de conservarlo como una actitud ileg¨ªtima, ego¨ªsta y lesiva para el inter¨¦s general.
No es la primera vez que se utiliza este tipo de recurso para construir lo que el socioling¨¹ista George Lakoff define como marco conceptual (frame) para encauzar el debate p¨²blico. Quien logra determinar el marco de la discusi¨®n, tiene la batalla ganada. En Gran Breta?a, coincidiendo con la campa?a que llev¨® a los conservadores de David Cameron de vuelta a poder, se produjo un intenso debate sobre lo muy generosos que eran los subsidios del sistema de ayudas sociales y la necesidad de revisarlos. Los conservadores no solo descalificaban el sistema, sino que criminalizaban a quienes se ¡°aprovechaban¡± de sus ¡°generosas prestaciones¡±. ¡°No puede ser que salga m¨¢s a cuenta pedir un subsidio que trabajar¡±, clamaban. En su enfoque, cobrar tan generosos subsidios constitu¨ªa un injusto privilegio, frente a quienes se ten¨ªan que levantar a las seis de la ma?ana para ir a trabajar. El frame funcion¨®, pero la cuesti¨®n no era esa. La cuesti¨®n era lo mucho que se hab¨ªan deteriorado el empleo y los salarios, hasta el punto en muchos casos de quedar por debajo unos subsidios considerados hasta entonces como m¨ªnimos vitales.
Parecidos argumentos estamos observando aqu¨ª en relaci¨®n a la dualidad de los contratos. Parecer¨ªa que los afortunados que todav¨ªa conservan un contrato indefinido fueran los culpables de que la mayor parte de quienes acceden a un trabajo solo logren empalmar contratos precarios y temporales. Y ya se empiezan a recurrir a la teor¨ªa del privilegio en relaci¨®n a las pensiones, en concreto para proponer un recorte de las m¨¢s altas. Habiendo salarios de 800 euros al mes, se dice, no es justo que unos cuantos afortunados cobren los 2.000 euros a que asciende en Espa?a la pensi¨®n m¨¢xima.
El siguiente paso ser¨¢ decir que, siendo insostenible el sistema de pensiones, lo justo es recortar m¨¢s las m¨¢s altas. Se presentar¨¢ a quienes cobran la pensi¨®n m¨¢xima como privilegiados cuya suerte supone un agravio para el resto de pensionistas, ignorando que si cobran la pensi¨®n m¨¢xima es porque durante muchos a?os han aportado tambi¨¦n la cotizaci¨®n m¨¢xima, con lo que han contribuido en mayor medida al sostenimiento del sistema. En realidad esa pensi¨®n es un derecho, pero ser¨¢ presentado como un privilegio para justificar el recorte.
La cuesti¨®n, como en el caso de los subsidios brit¨¢nicos, no es que la pensi¨®n m¨¢xima sea excesiva, que no lo es. La cuesti¨®n es que las pol¨ªticas que se aplican son incapaces de crear empleo de calidad y lograr que la cuant¨ªa de la cotizaci¨®n media aumente en lugar de disminuir. Eso es lo que realmente garantizar¨ªa la sostenibilidad de las pensiones a largo plazo y de eso es de lo que debemos discutir.
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