Tanques por la Diagonal
El Ej¨¦rcito a¨²n forma parte de la lista de esos demasiados retrocesos con los que se define la historia de Espa?a
La primera vez que me hicieron unas pruebas de alergia (larga historia de amor, la m¨ªa con las alergias) fue en una enfermer¨ªa militar, en Huesca. ¡°No nos van a hacer reacci¨®n¡±, aventur¨® uno de los chicos mientras nos mir¨¢bamos los antebrazos y esper¨¢bamos que alguna de aquellas gotitas se convirtiese en ampolla. ¡°He visto la fecha, caducaron hace seis a?os¡±, concluy¨®.
La segunda vez fue en el hospital militar de Zaragoza. Era la definitiva, y otra vez los pinchazos y las gotitas. Durante la media hora que ten¨ªamos que esperar para ver si hab¨ªa reacci¨®n nos dejaron solos y pas¨® de todo. Nos rascamos unos a otros y alguien sac¨® un aplicador con no s¨¦ qu¨¦ potingue, solidaridad de tropa. Pocos meses despu¨¦s recib¨ª una carta llena de amor en la que se me declaraba in¨²til por todas aquellas ampollas. El calificativo, como se pueden imaginar, era rec¨ªproco y hasta aqu¨ª llegan mis historias de la mili.
No puedo sino compartir el sentimiento de Ada Colau para con el Ej¨¦rcito. Es un sentimiento heredado, acumulado durante decenios y generaciones, una desconfianza que no hace falta ense?ar porque se aprende sola. Pura epidermis, ver al ej¨¦rcito espa?ol en el Sal¨® de l¡¯Ensenyament me produce la reacci¨®n al¨¦rgica que las gotas caducadas no pudieron provocar.
Discrepo en muchas cosas de Colau y no me creo el pacifismo naif de la flor en el ca?¨®n del fusil. Hay guerras, muy pocas, que sirven para corregir injusticias mayores y no es f¨¢cil describir la complejidad de algunos afectos puesto que hay h¨¦roes que han servido en ej¨¦rcitos que han provocado aut¨¦nticas atrocidades. Un cl¨¢sico: de Normand¨ªa o Midway a Vietnam o Chile, las contradicciones del ej¨¦rcito de Estados Unidos son evidentes. Que los ej¨¦rcitos son necesarios es incuestionable, pero viendo el dolor causado sin posibilidad de reparaci¨®n alguna, la frivolidad belicista es incomparable a la pacifista.
Visto lo visto, que el ej¨¦rcito espa?ol todav¨ªa provoque un rechazo profundo en amplias capas de la poblaci¨®n y que ese rechazo se acent¨²e en algunas comunidades, es lo m¨¢s normal del mundo. Cada partido espa?ol ha llevado a cabo su tarea de blanqueamiento y civilizaci¨®n de las fuerzas armadas. Los ¨²ltimos, otra vez la izquierda: el PSOE, con una mujer embarazada mandando firmes afectadamente, y Podemos, que no sab¨ªan donde se met¨ªan y presentaron un general que, l¨®gicamente, no sali¨® elegido. Lo present¨® por Zaragoza, nada menos, a la otra orilla del Ebro, de las batallas y de los recuerdos. Donde la gente se las piensa todas para no ir a la mili.
No, el problema no son los ej¨¦rcitos. O al menos, en lo que se refiere al ej¨¦rcito espa?ol. El problema es que la potencia ic¨®nica del General¨ªsimo est¨¢ todav¨ªa viva. El problema es que todav¨ªa se gritan presentes en fechas se?aladas; que un presidente de la Liga de F¨²tbol Profesional (oscense, para m¨¢s se?as), viene de Falange y declara que echa de menos tener una Le Pen patria; que todav¨ªa hay miles de familiares desaparecidos en cunetas que los sucesivos gobiernos intentan esconder debajo de la alfombra; que Moren¨¦s nos recuerda a tiempos pasados que solo para gente como ¨¦l fueron mejores; que el Ej¨¦rcito es, en ¨²ltima instancia, el garante de la integridad territorial, a trav¨¦s de los Bono, Serra y Trillo¡
El problema es que todav¨ªa somos muchos los que entendemos que el ej¨¦rcito espa?ol forma parte destacada de la lista de esos demasiados retrocesos con los que se define la historia de Espa?a. Y que, precisamente, el Sal¨® de l¡¯Ensenyament, en un pa¨ªs que arrastra el fracaso escolar end¨¦mico, no deber¨ªa exhibir esos frenos. Entre otras cosas, nos rascamos las muescas en la piel para no perder el tiempo que dedicamos a la universidad.
Por menos que este art¨ªculo, durante el siglo pasado el Ej¨¦rcito asalt¨® revistas y encarcel¨® escritores. Contra la opini¨®n que aqu¨ª se expresa, no solo inici¨® una guerra civil: mantuvo una dictadura terrible y tutel¨® una democracia, golpe de Estado incluido, la fragilidad de la cual llega hasta nuestros d¨ªas. Todav¨ªa no hemos o¨ªdo un mea culpa a la altura de las calamidades provocadas. Un mea culpa cre¨ªble, no un p¨¢rrafo de BOE o una declaraci¨®n ministerial.
Mientras tanto, continuaremos recordando que existen vacunas para las alergias, pero que al final, los m¨¦dicos siempre recomiendan evitar el al¨¦rgeno.
Francesc Ser¨¦s es escritor.
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