Risas y narices rojas entre el lodo de Idomeni
La ONG gallega Pallasos en rebeld¨ªa intenta derribar las alambradas del campo de refugiados con globos, bromas y sonrisas
¡°El campo de concentraci¨®n de Idomeni es la zona cero de la humanidad. All¨ª es donde Europa ha firmado su acta de defunci¨®n¡±. As¨ª de tajante se manifiesta Iv¨¢n Prado, voluntario de la organizaci¨®n gallega Pallasos en rebeld¨ªa, quien durante una semana ha estado rodeado de lodo, lluvia y acompa?ado por las 12.000 personas que viven en ese campo de refugiados, situado en la frontera entre Macedonia y Grecia.
Las carreteras que llevan a Idomeni dejan al paso de Iv¨¢n Prado un paisaje devastador. ¡°Cuando avanz¨¢bamos con el coche ve¨ªamos familias enteras con sus enseres a cuestas, empujando las sillas de ruedas de los abuelos, y ni?os muy peque?os descalzos caminando como pod¨ªan¡±. El campo de refugiados no era mucho mejor que lo que hab¨ªa visto en el camino. ¡°Aquello era un lodazal; el barro se lo hab¨ªa comido pr¨¢cticamente todo¡±.
Idomeni est¨¢ preparado para recibir a 2.000 personas, y all¨ª se hacinan m¨¢s de 12.000 expatriados. ¡°No hay ba?os, ni cobijo, ni higiene suficiente¡±, recuerda. Lo que hab¨ªa sido dise?ado como una zona de paso se ha convertido en un pueblo. Los refugiados esperan, por el momento pacientemente, su turno para poder entrar en Europa huyendo de Siria. ¡°Seg¨²n llegan al campo les asignan un n¨²mero para ser atendidos y poder facilitarles un lugar en el que poder quedarse, pero muchas veces tardan d¨ªas en ser atendidos¡±.
Prado describe el campo como un asentamiento lleno de tiendas de campa?a donde los ni?os viven descalzos o con los zapatos rotos y completamente calados por la incesante lluvia que azota d¨ªa y noche. La llegada de unos extra?os con narices rojas y ropas de colores congrega a los m¨¢s peque?os para revolotear junto a ellos.
"El campo de concentraci¨®n de Idomeni es la zona cero de la humanidad y donde la UE ha firmado su acta de defunci¨®n", dice uno de los voluntarios
Las risas y los juegos que organizan Prado y su compa?ero Peter Punk seducen a los ni?os hasta tal punto que, durante unas horas, se evaden del mundo en el que viven. A tenor de los rostros de los m¨¢s peque?os, el objetivo parece cumplido: ¡°Animar a las familias que esperan desoladas para cruzar al territorio macedonio y a las que la UE ha dejado desamparadas. Malviven entre el barro, que lo puebla todo, las enfermedades... Algunos, incluso, han perdido los dedos de los pies por el fr¨ªo, y, aun as¨ª, regalan sonrisas y amabilidad¡±.
Carecen de casi todo y lo poco que tienen lo comparten. ¡°Al¨ª me trajo cacahuetes; Asrah, un bocadillo. Mohamed me regal¨® su sombrero de lana. Lokonuk iba descalzo, pero para hacer re¨ªr a Noor me busc¨® un zapato del n¨²mero 36 roto. Dalia me invit¨® a fumar shisha con su madre. Sidi me invit¨® a entrar en su tienda de campa?a¡¡±. Esos gestos de generosidad de cada una de las personas que se fue encontrando Prado en el camino siguen presentes en su retina. Adem¨¢s de llevar unas sonrisas, Pallasos en Rebeld¨ªa quer¨ªa protestar contra el trato ¡°inhumano¡± que la Uni¨®n Europea est¨¢ dando a miles de refugiados que huyen de la guerra.
Situados frente a la gran alambrada que impide el paso y armados con globos de colores, narices rojas y una gran sonrisa, estos payasos solidarios intentaron derribar la valla cort¨¢ndola con tijeras o lanzando globos al aire. ¡°Nosotros ¨¦ramos unos payasos que, como los refugiados, quer¨ªamos pasar a Macedonia, y nos encontramos con una verja que nos imped¨ªa acceder al otro lado¡±, explica Prado. La polic¨ªa griega les pidi¨® el pasaporte y los militares macedonios intentaron intimidarlos por hacer esta clase de performance.
¡°No os march¨¦is, no os vay¨¢is¡±, gritaban algunos ni?os. ¡°Incluso la peque?a F¨¢tima organiz¨® a sus hermanos y montaron una manifestaci¨®n para que no abandon¨¢ramos el campo¡±, recuerda Prado. Ha prometido volver a Idomeni, aunque preferir¨ªa no hacerlo y saber que F¨¢tima y el resto de ni?os que puebla el campamento ha seguido ruta hacia un destino mejor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Crisis refugiados Europa
- Crisis migratoria
- ONG
- Crisis humanitaria
- Refugiados
- Problemas demogr¨¢ficos
- Inmigraci¨®n irregular
- Catalu?a
- Solidaridad
- Pol¨ªtica migratoria
- V¨ªctimas guerra
- Cat¨¢strofes
- Fronteras
- Migraci¨®n
- Pol¨ªtica exterior
- Desastres
- Sucesos
- Uni¨®n Europea
- Demograf¨ªa
- Organizaciones internacionales
- Europa
- Conflictos
- Espa?a
- Relaciones exteriores
- Sociedad