Aventura al l¨ªmite en Groenlandia

Hubo que ir a buscarle, pero de no ser por su habilidad para la supervivencia el rescate habr¨ªa llegado demasiado tarde. As¨ª lo explica el catal¨¢n Carlos Vico (Vilanova del Cam¨ª, 1980), al que le salvaron este invierno in extremis durante una traves¨ªa por parajes helados de Groenlandia por los que viajaba pertrechado ¨²nicamente con una pala, un cuchillo, una cantimplora, un piolet y un mechero (a?adase el tel¨¦fono por sat¨¦lite y un rifle que llevaba no por convencimiento, qu¨¦ va, sino porque las autoridades lo obligan en esas latitudes, a causa de los osos polares). El aventurero no dispon¨ªa de tienda ni de saco de dormir, as¨ª que deb¨ªa construirse un refugio con nieve cada d¨ªa. Com¨ªa carne de foca. Estamos, como se ve, en el universo de la literatura de aventuras, de los exploradores, y de los muy malos ratos.

¡°Fue muy duro, las condiciones meteorol¨®gicas empeoraron de golpe, hubo una tormenta de nieve que dej¨® un grosor de un metro, se cerr¨® una niebla espes¨ªsima y el hielo se resquebrajaba, todo consecuencia del cambio clim¨¢tico¡±, recuerda Vico en una terraza en la calle de Tuset, muy lejos de la glacial Ammassalik. ¡°Buscaba una dificultad de 8 o 10 y me encontr¨¦ con una de 40¡±.

Hace fresco y, con lo que cuenta Vico, uno se arrebuja a¨²n m¨¢s en el chaquet¨®n, pero ¨¦l va en manga corta, lo que permite verle unos brazos con musculatura digna de Maciste. Observo un tatuaje y dos cicatrices, una de una cuchillada y otra de un balazo (¡°eso no lo explico¡±, dir¨¢).

Cuando vi¨® que de all¨ª, de los hielos, no sal¨ªa, el aventurero hizo una llamada de socorro, la que no pudieron hacer Scott ni Shackleton. Pero el helic¨®ptero de ayuda no logr¨® despegar, las motonieves no encontraban camino franco y tampoco los trineos de perros pod¨ªan pasar. Vico, que en el inter¨ªn se hab¨ªa ca¨ªdo al agua helada y le amenazaba la hipotermia, tuvo que esperar. Para calentarse, cre¨® con grasa de foca y kleenex una vela de sebo y papel. Secaba su ropa h¨²meda y luego la quemaba como combustible. No est¨¢ claro en qu¨¦ grado de desnudez lo encontraron al fin.

Todas esas penalidades no eran gratuitas. Vico experimenta con la naturaleza extrema como parte de su trabajo. Es experto en supervivencia al l¨ªmite y creador de la empresa Survival Xtreme, donde imparte cursos a profesionales como bomberos o cooperantes, y tambi¨¦n a operadores de bolsa y altos ejecutivos que quieren aprender a enfrentarse a un entorno estresante. El negocio, dice, marcha viento en popa: 600 alumnos en 5 a?os..

En Groenlandia, buscaba aprender de las t¨¦cnicas de los inuit (los mal llamados esquimales) y poner a prueba sus conocimientos de supervivencia. ¡°He aprendido mucho, me di por muerto, pero apliqu¨¦ la norma fundamental: para, piensa y act¨²a¡±. Ese es su mantra.

Al menos no se encontr¨® con ning¨²n oso, aunque afirma que los notaba ¡°en el cogote¡±. ¡°Vi uno muerto, enorme, las garras, que no se desgastan en la nieve, son como garfios, un zarpazo y te destrozan¡±. Le pregunto por El renacido. ?Quieres mi sincera opini¨®n? Es una fantasmada de cojones. El personaje de Leonardo di Caprio se pasa media pel¨ªcula mojado: en la realidad habr¨ªa muerto. Y si un oso te machaca de esa manera mueres tambi¨¦n seguro. Adem¨¢s, a un oso pardo no lo matas con un cuchillo como el que ¨¦l lleva, no atraviesas el pelo y la grasa¡±. Miguel Strogoff, aventuro, lo hac¨ªa. ¡°Los cazadores siberianos iban con trajes especiales reforzados con hierro y clavos y sus cuchillos eran enormes¡±.

Le digo a Vico que tiene aspecto de miembro de una unidad de operaciones especiales. Chasquea la lengua. ¡°Soy todo lo contrario a los militares, demasiado cabezas cuadradas: eso es malo para sobrevivir. Hay que ser capaces de improvisar¡±.

?l aprendi¨® las bases de lo que sabe de su abuelo, que era, recalca, trampero. No de grizzlys ni de castores, de conejos. ¡°Me ense?¨® de peque?o a rastrear. Eso no se olvida¡±.