?xito apote¨®sico sin sorpresas
Silencio catedralicio durante las ejecuciones de Ludovico Einaudi en el Liceo y estallido de entusiasmo al final de cada interpretaci¨®n
En la noche del jueves las paredes del Liceo barcelon¨¦s volvieron a temblar como en aquellas noches de gloria del pasado siglo de las que todav¨ªa hablan las cr¨®nicas. Esta vez no se trataba de ning¨²n estreno oper¨ªstico sino de la nueva visita a la ciudad del compositor y pianista italiano Ludovico Einaudi. Una visita precedida ya por una gran expectaci¨®n que agot¨® las entradas con semanas de antelaci¨®n y, debido a la demanda, provoc¨® la programaci¨®n de un segundo concierto que tendr¨¢ lugar el 18 de julio en el Auditorio del F¨°rum dentro todav¨ªa del mismo Festival de Guitarra que acogi¨® la actuaci¨®n del jueves.
Si la venta de entradas ya hac¨ªa prever un ¨¦xito sonado, el resultado final desbord¨® todas las previsiones convirti¨¦ndose en un puro delirio. Y eso que la m¨²sica de Einaudi es lo m¨¢s alejado que alguien pueda imaginar de un concierto para fans quincea?eras. Silencio catedralicio durante las ejecuciones (incluso hubieron siseos de desaprobaci¨®n ante alguna tos intempestiva) y estallido de entusiasmo al final de cada interpretaci¨®n.
El nuevo concierto del compositor turin¨¦s se ci?¨® a sus patrones habituales: un minimalismo suave y azucarado, totalmente inocuo, m¨¢s cercano a las propuestas de la new age que a la rabia nunca contenida de primitivo minimalismo y en el que la ¨²nica sorpresa se centra precisamente en la total falta de sorpresa. La m¨²sica acaricia con suaves balanceos, sin disonancias ni sobresaltos, y con una repetici¨®n que nunca llega a ser lo bastante larga como para cansar. Una m¨²sica exquisitamente interpretada, esta vez fueron cinco m¨²sicos altamente polivalentes (alternando lo ac¨²stico y lo electr¨®nico con total naturalidad) los que acompa?aron a un Einaudi que, al parecer es su costumbre, dio en todo momento la espalda al p¨²blico. Sentado ante su piano solo se gir¨® en una ocasi¨®n, tras un largo solo, para recibir los pertinentes aplausos y, por supuesto, al finalizar la actuaci¨®n.
La m¨²sica de Einaudi ejerce un efecto hipn¨®tico sobre su p¨²blico. Hipnosis que se completa con una sonorizaci¨®n magn¨ªfica y una puesta en escena sumamente cuidada: siempre en la penumbra, las luces casi nunca llegan a molestar, y tocando ante una gran pantalla que proyectaba im¨¢genes un tanto minimalistas en un lento movimiento que confer¨ªan al escenario un cierto aire de misterio id¨®neo para este tipo de propuesta musical.
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