Cuando los grandes felinos tienen la palabra
El mozambique?o Mia Couto retrata la violencia patriarcal, end¨¦mica en su pa¨ªs, en la f¨¢bula de ¡®La confesi¨®n de la leona¡¯
Cuando en alg¨²n momento de 2008 los leones empezaron a matar habitantes de Kulumani, una remota aldea en el norte de Mozambique, el escritor y bi¨®logo Mia Couto (Beira, Mozambique, 1955) estaba en la zona trabajando en la apertura de una l¨ªnea de prospecci¨®n qu¨ªmica. Los ataques eran nocturnos y fulminantes, y el temor y la paranoia se extendieron r¨¢pidamente. Esos hechos fueron el germen de La confesi¨®n de la leona (Alfaguara; Periscopi, en catal¨¢n), una novela que naci¨® en una tienda de campa?a durante una noche de miedo, y que acab¨® siendo una especie de f¨¢bula de las fuerzas y traumas latentes de la sociedad mozambique?a. Tambi¨¦n es, en cierto modo, una historia de venganza.
Couto, premiado y traducido autor de novelas como Tierra son¨¢mbula (1998) y El ¨²ltimo vuelo del flamenco (2002), explica que dorm¨ªa en su tienda cuando le alertaron de que un le¨®n acababa de matar a un hombre y andaba suelto. ¡°Tuve miedo y me encerr¨¦¡±, evoc¨® durante la presentaci¨®n del libro en Barcelona, donde impartir¨¢ hoy una conferencia en el CCCB (18.30 horas). ¡°Pero era evidente que no estaba protegido en absoluto. Sent¨ªa la amenaza de los leones tan intensamente como los lugare?os. All¨ª, con una peque?a linterna, empec¨¦ a escribir este libro¡±.
En las visitas sucesivas, Couto observ¨® que el pueblo era como una olla a presi¨®n donde bull¨ªan las problem¨¢ticas irresolutas del pa¨ªs. En las supersticiones locales hab¨ªa ecos del conflicto armado mozambique?o ¡ª¡°de la guerra todos volvimos muertos¡±, dice un personaje¡ª; las tensiones raciales; la humillaci¨®n de la colonizaci¨®n portuguesa y la esclavizaci¨®n de sus antepasados y, sobre todo, la opresi¨®n silenciada y brutal de las mujeres, que subyace en toda la trama y va creciendo hasta adquirir su s¨®rdida dimensi¨®n real. No es gratuito que, en el libro, las v¨ªctimas de los ataques sean s¨®lo mujeres.
En la novela este aspecto lo desvela Mariamar, que revela paulatinamente los abusos que marcaron su vida. Sus memorias podr¨ªan ser las de cualquier mujer de Kulumani: todas aguantan sin quejas la violencia a la que las somete la estructura patriarcal del clan. Esta narraci¨®n se alterna con la de Arc¨¢ngel Baleiro, el cazador ¡ªtambi¨¦n torturado por demonios familiares¡ª asignado para acabar con la ¡°maldici¨®n¡± felina. Baleiro es descendiente de portugueses, como el propio autor, cuyos padres trataban de combatir la saudade evocando constantemente su pa¨ªs natal (donde los libros de Couto, por cierto, se venden mucho mejor que en Mozambique).
Tambi¨¦n de su familia proviene la afici¨®n por explicar historias. Su voz narrativa se form¨® en la infancia, cuando o¨ªa a su madre y t¨ªas conversando mientras hac¨ªa los deberes en la cocina; ¡°la alquimia de la olla en el fuego, la faldas largas, sus voces en susurros me hechizaban¡±. Esa cualidad ambigua, andr¨®gina, es algo esencial para un escritor: ¡°de hecho, debido a mi nombre, mucha gente se piensa que soy una mujer¡±, brome¨®.
Mientras ultimaba la novela, al autor le preocupaba caer en el ¡°territorio peligroso¡± del estereotipo africano con una historia impregnada de brutalidad y pensamiento m¨¢gico. Pero La confesi¨®n de la leona aspira a lo universal: ¡°el realismo m¨¢gico es una realidad en todo el mundo¡±, afirm¨® lac¨®nicamente. Adem¨¢s, ning¨²n libro puede aspirar simbolizar el ¡°archipi¨¦lago¡± que es el continente, aunque Couto celebra que los escritores africanos est¨¢n recuperando el discurso sobre sus pa¨ªses, hasta ahora monopolizados por la perspectiva colonial. El ep¨ªgrafe de la novela, un proverbio africano, lo dice todo: ¡°Hasta que los leones inventen sus propias historias, los cazadores ser¨¢n siempre los h¨¦roes de los relatos de caza¡±.
?frica contada desde dentro
?frica como relato es una de las actividades programadas dentro de la exposici¨®n Making Africa. Un continente de dise?o contempor¨¢neoque muestra en el CCCB 200 obras del variado dise?o actual del continente; una imagen lejana de los t¨®picos que asociamos con ?frica ex¨®tica, ca¨®tica y devastada.
El ciclo quiere mostrar una visi¨®n m¨¢s optimista y hace hincapi¨¦ en la creatividad de una generaci¨®n de artistas. Por eso, toman la voz autores, artistas e intelectuales que viven en ?frica o han tenido que abandonarla. El joven autor nigeriano Chigozie Obioma abri¨® el ciclo la semana pasada, hoy le toca el turno a Couto; mientras que la cineasta Akosua Adoma Owusu, de origen ghan¨¦s, intervendr¨¢ el jueves. El martes 26 cerrar¨¢n el ciclo algunos de los nuevos corresponsales que aportar¨¢n una lectura responsable de lo que sucede en ?frica y los retos que caracterizan su trabajo.
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