Presencia en Madrid de Cervantes, a los cuatro siglos de su muerte
Los forenses que buscaron sus restos en las Trinitarias laboran hoy en su perfil gen¨¦tico
Cuando se cumplen, esta madrugada, cuatro siglos de la muerte en Madrid de Miguel de Cervantes Saavedra, el recuerdo que la ciudad guarda de ¨¦l es doblemente agridulce. Una calle con su nombre en el barrio de las Letras; un monumental grupo escult¨®rico en la plaza de Espa?a; tres estatuas efigiadas, en la plaza de las Cortes, en la avenida de Arcentales y en el Paseo de Recoletos sobre la escalinata de acceso a la Biblioteca Nacional; tres l¨¢pidas dedicadas a su figura, dos en la fachada del convento de las Trinitarias y otra en la calle de Atocha la sede de la instituci¨®n emblema de la lengua espa?ola, el Instituto Cervantes de la calle del Barquillo; el nombre de varios centros escolares y, una cierta documentaci¨®n sobre su limpieza de sangre y otros manuscritos ¨Csolo se conservan 11- depositados en el Archivo Notarial de Protocolos de la calle de Alberto Bosch. Todos esos hitos dan fe tangible y grata de su memoria en Madrid. Pero algunos episodios de la vida del escritor, tambi¨¦n aqu¨ª acaecidos, permiten pensar que la relaci¨®n del novelista universal con esta Corte hubo de ser no ¨²nicamente gozosa.
Miguel de Cervantes lleg¨® a Madrid en su mocedad ¨Cse cree que a sus 18 a?os- desde su Alcal¨¢ de Henares natal, donde hab¨ªa nacido en septiembre de 1547. Hijo de un cirujano, Rodrigo y de Leonor de Cortinas, oriunda de Arganda del Rey, nieto de un licenciado y ayudante de corregidor complutense, Juan, vivi¨® en la alcala¨ªna calle de la Imagen, donde hoy se alza la casa de Cervantes.
De ni?o viaj¨® con su familia a Valladolid. Ya en Madrid, fue alumno ocasional de los jesuitas y disc¨ªpulo del humanista Juan L¨®pez de Hoyos en su seminario particular para adultos, estudio que hoy se hallar¨ªa en la cuesta que sube a Mayor desde la calle de Segovia. El joven Miguel se adentrar¨ªa pronto en el mundo literario con un poema escrito a la muerte de la tercera esposa de Felipe II, Isabel de Valois, cuyos versos fueron loados por L¨®pez de Hoyos.
Junto a Bartolom¨¦ de Las Casas
Otro episodio de su juventud, hasta ahora poco conocido, acreditado por la Orden de Predicadores, los dominicos, sit¨²a al joven Miguel de Cervantes en 1567 junto al lecho de muerte donde agoniza fray Bartolom¨¦ de las Casas, ap¨®stol de los ind¨ªgenas americanos, en un convento contiguo a la hoy bas¨ªlica de Nuestra Se?ora de Atocha. Secreto admirador de Erasmo, conmovido por el ejemplo de aquel tit¨¢n obispo de Chiapas que tuvo la audacia de enfrentarse a los crueles y poderosos virreyes que sojuzgaban a los nativos americanos, el futuro Pr¨ªncipe de las Letras extrajo de aquel ejemplo de desigual combate algunos de los mimbres con los cuales construir¨ªa su personaje universal, Don Quijote de La Mancha, enfrentado asimismo a poderosos y feroces gigantes. Ser¨ªa precisamente su personaje el que eclipsar¨ªa, por solapamiento, la propia figura del escritor, poco conocida y mucho m¨¢s baqueteada a¨²n por la vida que la sufrida por sus creaciones literarias.
El primero de los episodios cervantinos, madrile?os e ingratos, trat¨® de un incidente con armas coprotagonizado por un Cervantes mozo, en el cual hiri¨® en duelo con espada a un tal Antonio de Segura, maestro de obras. Ante la amenaza de perder una mano por su delito, aquel hecho determinar¨ªa el autoexilio del joven a Italia, su enrolamiento all¨ª en los Tercios y al poco, en la Armada que ir¨ªa a guerrear a Lepanto en octubre de 1571, aquella ¡°m¨¢s grande ocasi¨®n que vieron los siglos¡±. All¨ª recibi¨® heridas de arcabuz en el estern¨®n y en la mano zurda. Convaleciente seis meses en Messina, de regreso a Espa?a, con cartas de recomendaci¨®n de su jefe Don Juan de Austria, ser¨ªa apresado junto con su hermano Rodrigo por piratas turcos. No se sabe a ciencia cierta si fueron capturados frente a Cadaqu¨¦s o en el Golfo de Le¨®n, ya que en tiempos del rey de Francia Francisco I, el puerto de Tol¨®n era fondeadero de bajeles turcos. Sufrir¨ªa pues Cervantes un cautiverio argelino de cinco a?os, en los cuales protagoniz¨® otros tantos intentos de fuga masiva de presos espa?oles de los que valientemente se declarar¨ªa responsable.
Amor¨ªos madrile?os
Salvado por intercesi¨®n de su madre, que recaud¨® gran parte del cuantioso rescate exigido por sus captores de Argel, y por mediaci¨®n de los religiosos mercedarios y trinitarios, Miguel regres¨® a Madrid con la ilusi¨®n de viajar a Am¨¦rica y hacer carrera como poeta y dramaturgo. No consigui¨® cruzar el Atl¨¢ntico. Sin embargo, en el ambiente de corralas y teatrillos de Madrid Cervantes escrib¨ªa con ah¨ªnco y lleg¨® a ser feliz, tanto, que all¨ª cosechar¨ªa algunos amor¨ªos, como el de Ana Villafranca -mujer de un tal Su¨¢rez, tabernero- que ampliar¨ªan su estirpe: se sabe que en 1584 tuvieron una hija, llamada Isabel, a la que algunas fuentes atribuyen haber profesado en el convento trinitario de la calle de Cantarranas, donde su padre dispusiera ser enterrado. Casado con Catalina de Salazar en la manchega villa de Esquivias, Cervantes y su esposa llevar¨ªan una distante vida matrimonial, sin prole.
Se especula sobre la posibilidad de que la amistad de Cervantes con un testigo directo del asesinato en clave pol¨ªtica de Juan de Escobedo, secretario de Juan de Austria -padrino militar de Cervantes- resultara ser determinante de su errante vagar hacia destinos oficiales distintos como el de cobrador de impuestos por la Alcarria o el de recaudador de abastos en Andaluc¨ªa para la Gran Armada contra Inglaterra, con estad¨ªas en prisi¨®n.
El enigma del apellido Saavedra
Otro enigma se cierne sobre su segundo apellido: Saavedra. No era el de su madre, Leonor de Cortinas, con arraigo familiar en la localidad agr¨ªcola madrile?a de Arganda del Rey ¨Clos abuelos maternos de Cervantes fueron enterrados en la iglesia local de San Juan Bautista-, sino el de un linaje gallego, lucense, que tuvo en varios enclaves norte?os castillos que fueron arrasados por las huestes de los Reyes Cat¨®licos durante la centralizaci¨®n impuesta a sangre y fuego contra nobles locales levantiscos. Entre ellos se ha cre¨ªdo ver los verdaderos ancestros de Cervantes, cuyo apellido inicial, luego camuflado por ¨¦ste cervantino -propio de una aldea de Lugo-, ser¨ªa el de Saavedra. Traducido como r¨ªo de piedra, sugiere la calzada romana. La sorpresa est¨¢ en que todos los tratados de Her¨¢ldica y Genealog¨ªa, desde el siglo XVI al XIX, se?alan que Saavedra y Sotomayor fueron los dos ¨²nicos linajes hispanos emparentados con estirpe imperial romana.
?Por qu¨¦ Cervantes decide en Madrid firmar en 1605 su obra universal sobre el hidalgo manchego con el de Saavedra como segundo apellido? Tiempos aquellos en los que los artistas, pintores como Vel¨¢zquez, literatos como Lope y muchos otros, buscan ennoblecerse o acreditarse en la Corte madrile?a como caballeros de Santiago, de Alc¨¢ntara, Montesa¡?Pretendi¨® Cervantes, con fina sorna, esgrimir el supuesto abolengo romano-imperial de su linaje para acallar a sus pares e ironizar sobre la conducta de sus cong¨¦neres de la pluma, tan aplicados a conseguir fatuos cr¨¦ditos de nobleza? Muy posiblemente, ya que el monarca al cual la legendaria Her¨¢ldica le emparentaba era, ni m¨¢s ni menos, que¡ ?Cal¨ªgula!
Diabetes hidrop¨¦sica
El m¨¢s adverso de los episodios vividos en Madrid por Cervantes fue el de su propia muerte, aquel 22 de abril de 1616, a los 68 a?os de edad, de una diabetes hidrop¨¦sica, seguida de su entierro en el convento de las Trinitarias. En ¨¦l sus restos, localizados la pasada primavera junto con los de 16 personas m¨¢s por un equipo cient¨ªfico multidisciplinar dirigido por el forense Francisco Etxeverr¨ªa, reposan desde entonces en la cripta conventual, analizada con georradar por el t¨¦cnico Luis Avial bajo la supervisi¨®n documental del historiador Francisco Jos¨¦ Mar¨ªn Perell¨®n. Hoy se sigue laborando en la hechura de su perfil gen¨¦tico, ¡°una especie de c¨®digo de barras vital¡±, asegura el forense vasco.
Tributo de Alcal¨¢ a su hijo m¨¢s egregio
Durante d¨¦cadas, distintas villas, ciudades y comarcas espa?olas se han disputado el nacimiento de Miguel de Cervantes, desde la manchega Alc¨¢zar de San Juan a la zamorana comarca de Sanabria o, incluso, a Catalu?a. Tales hip¨®tesis proliferaron tiempo atr¨¢s por la falta de documentaci¨®n solvente al respecto. Pero en Alcal¨¢ de Henares, las dudas se han visto definitivamente disipadas. As¨ª lo atestigua documentalmente Vicente S¨¢nchez Molt¨®, historiador local y cronista alcala¨ªno. En los pr¨®ximos d¨ªas saldr¨¢ a la luz su biograf¨ªa "Miguel de Cerbantes natural de Alal¨¢ de Henares..", donde da fundada cuenta de la llegada de sus abuelos en 1508, el nacimiento de su padre, Rodrigo, un a?o despu¨¦s, del natalicio all¨ª del escritor universal en 1547 y su bautizo en la iglesia de Santa Mar¨ªa la Mayor, con prueba escrita. All¨ª se conserva la pila bautismal, restaurada, que a¨²n mantiene bloques de granito originales del hito de caliza donde fuera bautizado. "Por cierto, en 1947, cuando se restaur¨® la iglesia con motivo del cuarto centenario del nacimiento de Cervantes, un sillar de la pila original fue regalado a Francisco Franco: no sabemos d¨®nde fue a parar", explica.
S¨¢nchez Molt¨® no admite duda sobre el nacimiento del escritor universal en la ciudad complutense. Despliega un repertorio argumental que va desde los documentos de titularidad sobre la casa de la Calzonera hasta la casa natal de la calle Mayor, propiedades documentadas ambas como de su familia; y se extiende a la vida, priorato y entierro, en el convento carmelita de la Imagen, de la hermana de Miguel, la religiosa Luisa de Bel¨¦n, recordada en una l¨¢pida junto a otra que evoca la presencia all¨ª de Teresa de Jes¨²s.
Tras acopiar todas las citas referidas a Alcal¨¢ de Henares que surgen en las obras cervantinas, desde La Galatea ¨Cque se imprime en Alcala en 1585- hasta El Ingenioso hidalgo¡ S¨¢nchez Molt¨® detalla una de aquellas que ¨²nicamente cabe atribuir a alguien que conoce en profundidad la historia de la villa del Henares: "Se refiere a la leyenda del moro Muza Araque y al Jebel Tarik, ese cerro trapezoidal que corona Alcal¨¢ de Henares surcado por el camino de Zulema, que lleva hasta Arganda del Rey de donde proced¨ªa la familia materna de Cervantes". Seg¨²n el historiador complutense, "la leyenda asegura que a ese mismo cerro fue a parar la Mesa de Salom¨®n, tomada por el emperador Tito de Jerusal¨¦n, llevada a Roma y rescatada de los b¨¢rbaros, para ser enviada hasta Toledo y de all¨ª a la colina complutense". La ¨²ltima visita de Cervantes a Alcal¨¢ fue en 1613, tres a?os antes de su muerte. Una d¨¦cada antes, dos compa?¨ªas de teatro hab¨ªan representado obras suyas en la corrala de la plaza que hoy lleva su nombre.
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