De la cueva a la universidad
Los huesos de un doble crimen cuya existencia destap¨® EL PA?S en 2009 llegan a una facultad de medicina. El relato de esas muertes a¨²n est¨¢ sin escribir
Los huesos hablan, pero no lo pueden decir todo. Llevan escrita su historia, pero el tiempo la emborrona, en ocasiones, hasta el l¨ªmite de lo ilegible. Como en otras partes del mundo, en el municipio ourensano de Ver¨ªn hay un hombre que dialoga a diario con calaveras, c¨²bitos y costillas. Es Fernando Serrulla, el responsable de Antropolog¨ªa Forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia, por cuyas manos pasan infinidad de los casos de muerte violenta que se complican en la comunidad. Con 30 a?os de trabajo a sus espaldas, hoy Serrulla viene por primera vez a dar una clase a los alumnos de quinto de medicina en la Universidad de Santiago. Entra cargado con dos cajas de cart¨®n en las que pone a rotulador ¡°caso Cova Arcoia¡±. Dentro de esos embalajes viaja el relato fragmentado de un par de seres que vivieron y murieron en tiempos turbulentos, uno de esos periodos en los que el precio de la vida se desploma.
El forense dispone los dos esqueletos sobre la larga mesa de los ponentes y los futuros m¨¦dicos van ocupando los asientos del aula en anfiteatro. ¡°Esta tarde vengo a hacer con vosotros dos autopsias limpias, solo con huesos¡±, les espeta para empezar. La sangre y la carne de otros cuerpos han venido aparte, esterilizados en versi¨®n PowerPoint, y son exhibidos antes para que los estudiantes se hagan una idea del penoso proceso que empieza con el levantamiento de un cad¨¢ver, algo a lo que ¡°sin lugar a dudas¡±, les advierte, van a tener que asistir, ¡°aunque solo sea como m¨¦dicos de urgencias, para certificar el ¨®bito¡±. ¡°A veces hay much¨ªsimas moscas, y yo las veo con gusto porque nos facilitan el trabajo¡±, detalla: ¡°Las moscas y sus larvas nos dicen la data de la muerte¡±.
Pero las estrellas de la clase son los dos esqueletos limpios de f¨¦mures largos que indican que aquellos dos humanos eran tipos altos. Muy altos, a pesar de la mala alimentaci¨®n que revelan unos surcos conocidos como l¨ªneas de Harris y que indican que hubo pausas en el crecimiento.
El caso sali¨® a la luz en mayo de 2009, cuando la casualidad quiso que unos periodistas de EL PA?S se topasen en un bar de O Courel (Lugo) con unos vecinos de la zona, espele¨®logos aficionados que mataban el tiempo libre explorando las incontables cavernas de esta comarca k¨¢rstica de Galicia. ¡°Sabemos de una cueva en la que hay dos esqueletos humanos¡±, revelaron con voz de misterio.
A los pocos d¨ªas, la expedici¨®n con cuerdas y linternas a la gruta conocida como Cova Arcoia estaba organizada. Para llegar a los huesos, hab¨ªa que vencer una ca¨ªda libre de ocho metros o recorrer muchos m¨¢s a gatas por una claustrof¨®bica galer¨ªa. Los gu¨ªas, que conoc¨ªan aquella boca negra como la palma de su mano, optaron por el gran salto. Bajo cascotes de derrumbes, entremezclados con infinitos huesos de animales que hab¨ªan ca¨ªdo al pozo y nunca pudieron salir, estaban los restos que hoy, en clase, Serrulla deja tocar a los j¨®venes.
Los vecinos de O Courel tambi¨¦n hab¨ªan localizado un viejo casquillo. Y uno de los esqueletos conservaba una bota de cuero a¨²n anudada. ¡°Parece un pisamierdas¡±, comenta esta tarde una alumna. Los reportajes que se publicaron inauguraron una investigaci¨®n judicial que tuvo que cerrarse sin completar el relato de aquellos hombres. Los vecinos hac¨ªan rom¨¢nticas c¨¢balas, quer¨ªan leer alg¨²n d¨ªa en la prensa la historia de lo que, imaginaban, eran un Romeo y una Julieta de O Courel rematados por un amor tempestuoso.
Y algo de fundamento ten¨ªan. Por los pueblos cercanos sobreviv¨ªa el recuerdo de las dos calaveras, una con maxilar inferior, la otra no, que hac¨ªa 17 a?os un grupo de investigadores del Instituto Xeol¨®xico de Laxe hab¨ªan rescatado de la misma cueva sin lograr ver el resto de los cuerpos. Entonces, aquellos cr¨¢neos tambi¨¦n hab¨ªan ido a parar a manos de Serrulla, y el estudio de una anatom¨ªa tan incompleta le hab¨ªa llevado a concluir que se trataba de las cabezas de un hombre y una mujer algo m¨¢s joven que ¨¦l, de unos 18 a?os. Esto aliment¨® la leyenda que muchos quer¨ªan o¨ªr.
Pero la verdad que pudo leer el antrop¨®logo forense en los huesos, cuando en 2009 consigui¨® los dos cuerpos que completaban el puzle y comprob¨® que las piezas encajaban, era otra bien distinta: se trataba de un var¨®n adulto de menos de 30 a?os y de un cr¨ªo de entre 10 y 14. El menor ten¨ªa un tiro en la cabeza (esa calavera que tantos a?os antes se crey¨® de mujer) y el mayor presentaba traumatismos en cr¨¢neo y piernas. Un hueso roto mostraba signos de haber empezado a curar, como si el hombre hubiera sobrevivido un par de semanas despu¨¦s de ser dado por muerto y arrojado a las entra?as de la tierra por sus enemigos. La juez autoriz¨® solo la prueba de ADN del ni?o, y nunca se pudo comprobar si eran padre e hijo. El carbono 14 daba un margen muy amplio de error, pero la munici¨®n y la bota, con la que sin duda el menor corri¨® monte arriba para huir antes de caer de un balazo, ce?¨ªan las posibilidades a un tiempo comprendido entre la Tercera Guerra Carlista y la Guerra Civil. El delito hab¨ªa prescrito. El trabajo del juzgado se acababa aqu¨ª.
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