El ¡®Aleph¡¯ de Borges
Una exposici¨®n resume en Casa Am¨¦rica la vida y obra del escritor en el 30 aniversario de su muerte
En su celeb¨¦rrimo relato El Aleph, el escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), describe un punto del espacio que contiene todos los puntos del Universo (curiosamente ese punto se encuentra en un lugar bastante prosaico: el s¨®tano de una vieja casa porte?a). Mirando a ese Aleph, seg¨²n la ficci¨®n borgiana, uno puede verlo todo al mismo tiempo y desde todos los ¨¢ngulos posibles. Algo as¨ª, esa visi¨®n pan¨®ptica, pero en este caso sobre la obra y la figura del escritor, es lo que intenta aportar la muestra El infinito Borges, que se puede ver en Casa Am¨¦rica hasta el 25 de mayo, coincidiendo con el 30 aniversario de su muerte.
¡°Creo que es una de las exposiciones m¨¢s completas que se han hecho sobre la figura de Borges, y no solo porque conste de 300 objetos originales, sino porque la hemos encarado a trav¨¦s de diferentes ejes tem¨¢ticos, 25 secciones que incluyen todos los aspectos: su familia, su obra propia y compartida, sus pr¨®logos, su relaci¨®n con el cine o la de su familia con el presidente Sarmiento, etc¡±, dice Claudio P¨¦rez M¨ªguez, comisario de la exposici¨®n junto con Ra¨²l Manrique.
Su idea es transmitir que, aunque la obra de Borges no es demasiado extensa comparada con la de otros grandes escritores, tiene una diversidad que raya en el infinito: poeta, relatista, articulista, editor, autor de letras de tango y, curiosamente, bibliotecario ciego: cuando le nombraron director de la Biblioteca Nacional argentina, en una cruel iron¨ªa del destino, lo ojos de Borges ya no pod¨ªan leer el casi mill¨®n de vol¨²menes que le rodeaban. ¡°Una obra finita pero con infinitas lecturas¡±, seg¨²n explican los comisarios.
Aqu¨ª se encuentran primeras ediciones de todos sus libros (y de algunas de sus traducciones de William Faulkner o Virginia Woolf), manuscritos, plumas, cartas, discos, revistas, fotos y todo tipo de rarezas para deleitar el paladar de los mit¨®manos de Borges, esos que tambi¨¦n aman los senderos que se bifurcan, las bibliotecas infinitas, las mitolog¨ªas n¨®rdicas, los espejos y los laberintos. Esos que buscan significados ocultos en las manchas de los tigres.
Se ve un ejemplar de firmado El Aleph que perteneci¨® a Cort¨¢zar, otro de sus Poemas 1923-1943 que fue G¨®mez de la Serna, tambi¨¦n la grabaci¨®n en audio de una entrevista que el escritor concedi¨® a Victoria Ocampo para la realizaci¨®n del libro Di¨¢logo con Borges. De sus dos a?os de estancia en Espa?a se recupera el Wine, water and songs, de su adorado Chesterton, que compr¨® de muy joven (en 1919) en la Granada y dat¨® a l¨¢piz. Adem¨¢s se encuentran aqu¨ª esas fotos del viejo Borges, ya con el pelo cano, acompa?ado de su mujer Mar¨ªa Kodama (que fue tambi¨¦n sus ojos) y con la mirada perdida porque ya no miraba este mundo pero quiz¨¢s s¨ª los mundos fant¨¢sticos que creaba en sus relatos.
P¨¦rez M¨ªguez y Manrique son, a la saz¨®n, los responsables del Museo del Escritor (Galileo, 52), un lugar consagrado a mantener viva la memoria de los escritores en lengua espa?ola. En su espacio guardan m¨¢s 5.000 objetos originales que han pertenecido a unos 150 autores: desde la pitillera de Miguel Delibes hasta la boina de Ernesto Cardenal, pasando por las gafas de Max Aub, los mu?ecos (luchadores mexicanos) de Rodrigo Fres¨¢n o un abrebotellas de Ram¨®n G¨®mez de la Serna.
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