Miseria social y crisis pol¨ªtica
Las intermitentes y ocasionales movilizaciones ciudadanas han sido insuficientes para denunciar el drama cotidiano que soportan reservadamente muchas personas
Asistimos at¨®nitos al drama de los refugiados ante la pasividad de una Europa deshumanizada y subyugada al funcionamiento de los mercados; la pol¨ªtica espa?ola es incapaz de gestionar el pluralismo parlamentario; en Catalu?a se prepara la independencia con una hoja de ruta ambigua y cambiante. Y en Europa, en Espa?a y en Catalu?a la crisis econ¨®mica ha generado grav¨ªsimas condiciones de miseria social, sin otra respuesta pol¨ªtica que la indolencia o la protesta est¨¦ril. Y hay quien todav¨ªa niega la crisis de la pol¨ªtica, tanto desde la derecha como incluso desde la izquierda.
La derecha trata de despolitizar los conflictos y celebra la dificultad para generar una indispensable conciencia ciudadana sobre la injusta distribuci¨®n de los recursos. La izquierda considera que la movilizaci¨®n social, la llamada "nueva" pol¨ªtica y el surgimiento de nuevas formaciones pol¨ªticas son pruebas de buena salud pol¨ªtica, aunque las movilizaciones sean poco eficaces, la nueva pol¨ªtica no resuelva la desigualdad social y las nuevas formaciones pol¨ªticas mantengan un funcionamiento olig¨¢rquico. La derecha se siente c¨®moda con la buena sinton¨ªa entre el poder pol¨ªtico y el econ¨®mico, y la izquierda parece sentirse satisfecha con una nueva simbolog¨ªa pol¨ªtica que, a falta de resultados, solo alberga algunas esperanzas de futuro.
La pol¨ªtica (vieja y nueva) est¨¢ siendo ineficaz para dar respuestas colectivas satisfactorias y se muestra torpe para contrarrestar la cruel asimetr¨ªa en la distribuci¨®n de recursos y oportunidades. Las desigualdades sociales imposibilitan la cohesi¨®n social y si, como consecuencia de la crisis de la pol¨ªtica, se elude politizar el conflicto, no se pueden expresar demandas ni propuestas unitarias para cambiar la realidad. Se oculta la tensi¨®n y el sufrimiento social bajo la alfombra de la despolitizaci¨®n o del quietismo pol¨ªtico. La pol¨ªtica deber¨ªa reaccionar ante las tesis fatalistas y la acci¨®n pol¨ªtica deber¨ªa enfrentarse a los argumentos sobre la inevitabilidad del desequilibrio y la marginaci¨®n social. Las intermitentes y ocasionales movilizaciones ciudadanas han sido insuficientes para denunciar el drama cotidiano que soportan reservadamente muchas personas. Los gobiernos, los parlamentos y los partidos pol¨ªticos (viejos y nuevos) han demostrado una grave ineptitud para regular el conflicto y para transformar escenarios pol¨ªticos inseguros en contextos civilizados.
Es ilusorio y enga?oso afirmar solo est¨¢ en crisis la vieja pol¨ªtica con el argumento de que estamos una nueva etapa de profundizaci¨®n democr¨¢tica, con nuevas pr¨¢cticas participativas y nuevas organizaciones pol¨ªticas de estructura horizontal. Sin duda ha habido cambios sociales en Espa?a, pero la pol¨ªtica, como instrumento de gesti¨®n de las desigualdades y como garant¨ªa de cohesi¨®n social, no consigue satisfacer unos m¨ªnimos objetivos colectivos ni evitar excesivas condiciones de vida infrahumanas. Espa?a es uno de los Estados con mayor desigualdad de Europa y el gobierno de Espa?a, m¨¢s pendiente de la deuda econ¨®mica que del drama social, no ha sabido afrontar las situaciones de vulnerabilidad que sufren los espa?oles. La pol¨ªtica laboral de puestos de trabajo precarios y de salarios rastreros no ha logrado frenar la pobreza.
En Catalu?a tampoco hay recetas pol¨ªticas para moderar las alarmantes cifras de exclusi¨®n social. El paro asciende al 19% y el juvenil (menores de 25 a?os) al 42%; los que llevan m¨¢s de dos a?os en el paro se han multiplicado por cinco en los ¨²ltimos siete a?os y ya son 295.000; m¨¢s de 300.000 personas viven en hogares en los que todos sus miembros est¨¢n en el paro; desde 2008 ha habido m¨¢s de 55.000 desahucios (una media de unos 20 desahucios al d¨ªa); una quinta parte de los catalanes (y un 29% de los ni?os y ni?as) vive por debajo del umbral de pobreza y la cifra sigue aumentando; el abandono escolar prematuro asciende al 22%, y no hay recursos para dar una respuesta digna a las casi 540.000 personas que sufren alguna discapacidad en Catalu?a. La pobreza crece y no hay pol¨ªticas para redistribuir los recursos y para garantizar los servicios b¨¢sicos. Al contrario, pagamos una de las energ¨ªas m¨¢s caras de Europa, y en los ¨²ltimos ocho a?os los recibos de la luz y del agua han subido m¨¢s del 60%.
S¨ª que hay una profunda crisis de la pol¨ªtica, aunque la nieguen aquellos insensibles al sufrimiento ajeno que despolitizan la miseria social, o los que se complacen con manifestaciones populares y con el surgimiento de movimientos ciudadanos. A quienes est¨¢n sin comida, sin vivienda o sin trabajo no les basta con el efecto placebo de la llamada nueva pol¨ªtica.
Jordi Matas Dalmases es Catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UB.
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