Las villas de Benic¨¤ssim, la vanguardia del pasado siglo
Hemingway, Gellhorn, Dos Passos o Cartier-Breson dan esplendor a una ruta cultural
Debe haber pocos placeres m¨¢s accesibles que un ba?o de sol en un s¨¢bado de mayo en una playa del Mediterr¨¢neo. 21 grados, sol, brisa y el agua del mar, que apetece probar ya a pesar de que todav¨ªa est¨¢ un poco fr¨ªa. No importa nada m¨¢s en ese tiempo y en ese lugar: la playa del Voramar en Benic¨¤ssim. Un monumento al carpe diem.
Se trata de una playa tranquila, con una extensi¨®n de arena inusual en el Mediterr¨¢neo por su anchura, situada en un recodo de tierra que conforma una bah¨ªa. El conjunto lo cierra al norte un peque?o risco y al sur la vista aparece despejada durante varios kil¨®metros hasta Castell¨®n.
De estos placeres sencillos y cotidianos en la envidiable primavera del litoral valenciano se viene disfrutando en distintos puntos de la geograf¨ªa costera desde finales del siglo XIX. All¨ª, la burgues¨ªa, que se hizo rica con las exportaciones agr¨ªcolas, construy¨® viviendas para poder pasar temporadas m¨¢s o menos largas y disfrutar de los recomendados ba?os de mar.
Desde hace unos a?os, una ruta permite recorrer estas villas cuyas construcciones mezclan diversos estilos arquitect¨®nicos y describen a la perfecci¨®n el momento social de la instalaci¨®n de sus hu¨¦spedes en el municipio.
Partiendo desde el Hotel Voramar, ¨²ltima construcci¨®n antes del peque?o risco que cierra la bah¨ªa, las villas se presentan una a una ante el observador a trav¨¦s del paseo mar¨ªtimo. De u total de 52 villas diseminadas en tres zonas, sorprenden al primer vistazo Villa Amparo y Villa Victoria, ambas construidas bajo el estilo colonial americano. Pero es su historia cultural, social y pol¨ªtica la que transciende sus muros.
Villa Amparo, construida entre 1880 y 1920 es una edificaci¨®n en dos plantas con un porche horizontal, grandes portones de madera en las ventanas y elegantes forjados de hierro decorados que se prolongan hasta el techo. Contemplando el jard¨ªn no es dif¨ªcil imaginarse a dos de sus inquilinos, el escritor Ernest Hemingway y la periodista de guerra Martha Gellhorn, animando la vida social del municipio en plena Guerra Civil espa?ola. Unas vivencias que tambi¨¦n disfrutaron escritores como John Dos Passos y fotoperiodistas como Henry Cartier-Bresson, tambi¨¦n inquilinos de la villa.
En cambio, Villa Victoria es m¨¢s se?orial, pero no menos interesante. Construida en 1911 a imitaci¨®n de las casas burguesas de Biarritz, la escalera palaciega en dos vertientes da paso a la parte alta de la villa, cuya terraza preside un frontis con el nombre y el a?o de construcci¨®n y que corona una c¨²pula de cer¨¢mica azul y blanca.
En la referencia cultural no se queda atr¨¢s de Villa Victoria. En el municipio se la conoce como el infern, mote que se debe a las reuniones culturales y de propaganda pol¨ªtica socialista que alberg¨® en los a?os treinta. En este sentido, Villa Amparo fue durante la guerra un hospital para enfermedades contagiosas, Villa Victoria escenario de reuniones pol¨ªticas y un centro de reuni¨®n cultural, mientras que Villa Paquita alberg¨® un hospital.
En las primeras d¨¦cadas del siglo XX Castell¨®n experiment¨® de cerca la vanguardia cultural del pa¨ªs, destacando en la hemeroteca publicaciones como La Grillera (1902), Ayer y Hoy (1902), Arte y Letras (1911), Veu de la Plana (1916). Aunque por encima de ellas, sobresale a partir de 1920 un aut¨¦ntico contenedor y divulgador cultural como es el Bolet¨ªn de la Sociedad Castellonense de Cultura (1920).
A lo largo de los primeros a?os, las villas respetaron cierto sentido del espacio y de la est¨¦tica, manteniendo entre ellas una homogeneidad, hasta que el pol¨ªtico carlista y tradicionalista Joaqu¨ªn Bau, banquero y alcalde de Tortosa, y su esposa Elisa Carpi, levantaron Villa Elisa para sus estancias veraniegas. Construida en 1943, la villa parece querer apropiarse de la vanguardia y el prestigio cultural de sus predecesoras, pero lo hace al estilo de la postguerra: acaparando mucho m¨¢s terreno que las otras.
Desde 1982 es propiedad municipal. En la actualidad, se encuentra abandonada y casi en la ruina en una espera silente entre expedientes y documentaci¨®n en una b¨²squeda de fondos y un uso que le devuelva el esplendor. Por su parte, las otras villas sobreviven en manos privadas. Algunas se mantienen fieles a la vanguardia cl¨¢sica, pero otras han sobrevenido a las modas actuales y han cambiado templetes de reuniones culturales por una pista acristalada de p¨¢del. Prioridades de cada ¨¦poca.
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