Silencio en el circo
Mientras Otegi se entrevistaba con un grupo de diputados de JxS¨ª, el PP y C's se reun¨ªan con los representantes de las v¨ªctimas
El hemiciclo ha vuelto a convertirse en el hemicirco, esta vez con motivo de la recepci¨®n a Arnaldo Otegi por parte del Parlament. Hace tiempo que la vida parlamentaria catalana vive en un parque de atracciones, montada en un martillo que va dando tumbos de la nada al espect¨¢culo. De la decepci¨®n y el muermo a la histeria colectiva. Este mi¨¦rcoles tocaba funci¨®n. A primera ahora, bueno, a las diez, durante la sesi¨®n de control, los portavoces de la CUP y del PP interpelaron al president Puigdemont para que se mojase respecto a la visita del secretario general de Sortu. Apenas faltaban tres horas para que llegase. Anna Gabriel llam¨® a Otegi ¡°nuestra compa?era¡±, dijo que ¡°nuestro pa¨ªs puede ser un referente en una nueva forma de entender la geopol¨ªtica en el Mediterr¨¢neo y en el mundo¡± y termin¨® dando la bienvenida por adelantado: ¡°Ongi etorri, Arnaldo Otegi¡±. Garc¨ªa Albiol aprovech¨® para anunciar su contraprogramaci¨®n, que consist¨ªa en recibir a la misma hora a dos asociaciones de v¨ªctimas del terrorismo, llam¨® a Otegi repetidamente ¡°individuo¡± e invoc¨® tambi¨¦n repetidamente la memoria de los cincuenta catalanes asesinados por ETA, ¡°muchos de ellos ni?os¡±. En ambas ocasiones el President hizo todo lo posible por escurrir el bulto.
Esto se plasm¨® a continuaci¨®n en los pasillos del Parlament. Mientras por un lado Otegi se entrevistaba con un grupo de diputados de JxS¨ª (sector ERC), CUP y CSQP, que forman parte de la comisi¨®n de Acci¨®n Exterior (pero que en ese instante no eran comisi¨®n, pues cuando hay pleno no se celebran comisiones), y por otro lado PP y C's se reun¨ªan en una sala que tiene una mesa muy grande con un agujero en medio con los representantes de las asociaciones de v¨ªctimas, el president Puigdemont se hac¨ªa una foto de recuerdo con un grupo que hab¨ªa venido de visita, como si nada. Pero esa nada esta ma?ana estaba repleta. Mont¨®n de periodistas, como casi nunca se ha visto aqu¨ª. Fot¨®grafos y teles agolp¨¢ndose tras las tiras de tela que intentaban poner un l¨ªmite, acaso una contenci¨®n. El mogoll¨®n se prolongaba a lo largo de la balaustrada de m¨¢rmol que rodea la escalera principal, la de la alfombra roja. Y sin embargo lo verdaderamente alucinante no era esto sino el tremendo silencio que se hizo al distinguirse a Otegi ya en los primeros pelda?os de la escalera. El silencio colectivo no s¨¦ si de un ambiente, de una sociedad o de un oficio. Ni un murmullo, ni un comentario entre compa?eros. Nadie dec¨ªa nada. S¨®lo mirar y grabar. Silencio expectante y tambi¨¦n opaco, denso, religioso, entre sacramental e in¨²til. En absoluto un silencio pol¨ªtico, sino m¨¢s bien como cuando en el circo el trapecista hace una pirueta mortal.
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