El sorprendente caso de Vivian Maier, la ni?era fot¨®grafa
Colectania expone las obras de la ¡®tata', convertida en un fen¨®meno viral tras su muerte
Cuando muri¨® en una residencia para indigentes de Chicago, Vivian Maier no se imaginaba ni de lejos que en los a?os siguientes se convertir¨ªa en un fen¨®meno viral, capaz de mover masas dispuestas a guardar largas colas para acceder a sus muestras. De ser una completa desconocida, en cinco a?os Vivian Maier (Nueva York, 1926-Chicago, 2009), fot¨®grafa amateur y ni?era de profesi¨®n, pas¨® a codearse con los grandes. Se la compara con Diane Arbus y Lee Friedlander y pese a las altas cotizaciones, las copias modernas de sus obras se venden a tal ritmo que muchas ya est¨¢n agotadas.
Pleitos y conspiraciones
El salto a la fama de Vivian Maier fue tan repentino que dio origen a toda clase de especulaciones. Hubo incluso una teor¨ªa de la conspiraci¨®n, seg¨²n la cual no hab¨ªa existido nunca y era fruto de una h¨¢bil operaci¨®n de marketing. Lo que si existe es un pleito contra John Maloof, ¨²nico propietario de un patrimonio de 120.000 negativos, que impresos alcanzan cotizaciones entre los 2.500 y los 5.000 d¨®lares por cada uno de los 14 ejemplares de las ediciones modernas. Luego est¨¢n las copias vintage, que suben mucho m¨¢s.
El pleito ha sido interpuesto por el abogado y ex fot¨®grafo David C. Deal, que habr¨ªa identificado a un pariente de Maier m¨¢s directo del que encontr¨® Mallof y con el que lleg¨® a un acuerdo. Debido a las complicaciones de las leyes federales estadounidenses sobre el derecho de autor, la cuesti¨®n sigue alarg¨¢ndose desde finales de 2014, sin que Maloof y los dem¨¢s coleccionistas y galeristas, como la Bulger Gallery de Toronto, hayan visto esclarecida su situaci¨®n. En una entrevista al New York Times, Maloof asegur¨® haberse ocupado del legado de Maier de forma ¨¦ticamente correcta y haber empezado a ganar s¨®lo varios a?os despu¨¦s de haber gastado mucho dinero para promover su obra y preservar su memoria.
Ahora el fen¨®meno llega a Espa?a, de la mano de la Fundaci¨®n Foto Colectania de Barcelona, que exhibe 79 fotos y 9 pel¨ªculas reunidas en la muestra Vivian Maier. In her own hands, abierta hasta el 10 de septiembre. ¡°Una gran parte del material no s¨®lo es in¨¦dito sino que se ha revelado por primera vez, ni siquiera la propia Maier lo hab¨ªa visto. Era una ni?era y pese a que en la casa donde sirvi¨® 17 a?os hab¨ªa montado un cuarto oscuro en el ba?o, su posibilidad econ¨®mica era reducida de modo que s¨®lo hay 5.000 fotograf¨ªas reveladas de los 120.000 negativos que componen su archivo¡±, indica Anne Morin, comisaria de la exposici¨®n que proseguir¨¢ por Italia y Canad¨¢.
¡°He fotografiado los momentos de vuestras eternidad para que no se perdieran¡±, escribe Maier a los ni?os ya crecidos de la familia Ginsburg. Sin embargo, s¨®lo el destino, bajo la semblanza del historiador John Maloof, salv¨® estos momentos del olvido para entregarlos a la historia del arte. ¡°Era mayor y sin recursos, habr¨ªa podido destruir su archivo, pero lo guard¨® en un almac¨¦n y cuando ya no pudo pagarlo sus pertenencias se vendieron en una subasta¡±, explica Pepe Font de Mora, director de Colectania. As¨ª fue como en 2007, Maloof, que buscaba fotos de ¨¦poca para su libro sobre Chicago, compr¨® por 380 d¨®lares la caja de negativos, que hoy se considera una de las colecciones de street photography m¨¢s importantes del siglo XX. ¡°Maloof no la aprovech¨® enseguida y a los dos a?os empez¨® a colgar alguna foto en Internet y a vender piezas suelta por eBay, hasta que el fot¨®grafo y cineasta Allan Sekula las vio y le avis¨® de que estaba a punto de desperdigar un patrimonio¡±, dice Morin.
Como todos los grandes fot¨®grafos, Maier ten¨ªa una mirada especial, capaz de poner en valor im¨¢genes banales y personajes cotidianos. Los panoramas urbanos de Nueva York y Chicago se alternan con las im¨¢genes de sus ni?os y de la vida diaria que captura con su Rolleiflex. Al pertenecer al silencioso y an¨®nimo ejercito de sirvientes, su presencia invisible le permite franquear el per¨ªmetro de cortes¨ªa para captar primer¨ªsimos planos de se?oras burguesas y c¨¦lebres actores como Kirk Douglas o Audrey Hepburn. Hay muchos autorretratos de su imagen en espejos y vitrinas, que a menudo son utilizados conscientemente para realizar atrevidos juegos de sombras y reflejos. Se la ve mucho m¨¢s alta y fuerte de la media con una mirada atenta y penetrante, la sonrisa esquiva y el cuerpo oculto tras estrictos uniformes y abrigos amorfos.
¡°Era una mujer atrevida y peculiar. Cuando recibi¨® una peque?a herencia, tom¨® un a?o sab¨¢tico y se la gast¨® toda en un viaje alrededor del mundo. Tuvo una vida muy dura. Sus padres se divorciaron siendo peque?a y nunca tuvo la oportunidad de formar una familia y tener sus propios hijos. La fotograf¨ªa era su manera de relacionarse con los dem¨¢s pero nunca intent¨® dar a conocer su obra y nadie ni sus m¨¢s allegados conocieron su talento¡±, apunta Morin, recordando que era muy culta y conoc¨ªa a los grandes fot¨®grafos de su ¨¦poca, lo cual no le impidi¨® terminar en la pobreza m¨¢s absoluta. Hija de una familia de emigrantes, pese a ser autodidacta, Maier desarroll¨® muy r¨¢pidamente su vocabulario. Antes de disparar con la Rolleiflex o la Leica, que usaba para las fotos en color, a menudo utilizaba las c¨¢maras S¨²per 8 y 16 mm para grabar una escena hasta identificar una determinada imagen. ¡°Sus pel¨ªculas nos ense?an como se desplazaba su mirada¡±, concluye Morin.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.