¡°Una voz telep¨¢tica me orden¨® matar a la ni?a para salvar el mundo¡±
La madre del beb¨¦ asesinado en un hotel de Santiago confiesa por primera vez en el juicio. Presa de la esquizofrenia, asfixi¨® a la cr¨ªa al o¨ªr en su mente que era "la encarnaci¨®n del mal"
La peque?a Victoria, que hab¨ªa cumplido seis meses el 25 de agosto de 2015, muri¨® asfixiada seis d¨ªas m¨¢s tarde por su madre, sobre la cama de una habitaci¨®n de hotel en Santiago. No es tarea lenta y dif¨ªcil acabar as¨ª con la vida de un beb¨¦. Seg¨²n la autopsia, Marisol Fabiola S.M., de doble nacionalidad chilena y alemana, presion¨® la "zona cervical" de su hija sin que esta pudiera ponerle obst¨¢culo alguno. Antes, seg¨²n su propio relato, le puso el chupete para dormirla. La acusada, que guard¨® silencio durante nueve meses (tal y como justifica, por el bloqueo que sufri¨® y la dificultad de ser consciente de lo que hab¨ªa hecho), ha confesado hoy durante la primera sesi¨®n del juicio por asesinato que tiene lugar en Santiago, en la Secci¨®n Sexta de la Audiencia de A Coru?a. Y ha relatado una historia delirante ante el jurado popular, de mayor¨ªa femenina. Unos minutos antes de matar a su ni?a, en la cafeter¨ªa del hotel, el hijo de unos conocidos le meti¨® el dedo en el ojo a Victoria, y esa fue la se?al. Entonces, la acusada, ahora diagnosticada de esquizofrenia paranoide, empez¨® a o¨ªr dentro de su cabeza "una voz telep¨¢tica": "Me dijo que ten¨ªa que matar a mi hija para salvar el universo, porque la ni?a era mala".
El gesto del otro beb¨¦ de un a?o toc¨¢ndole el ojo a la peque?a de seis meses precipit¨® los acontecimientos aquella tarde de domingo del ¨²ltimo d¨ªa de agosto. Empujada por esas voces en su interior, seg¨²n ha asegurado la acusada, dej¨® la cafeter¨ªa y subi¨® rauda a su habitaci¨®n. All¨ª, tras adormilar a la ni?a, impidi¨® su respiraci¨®n y cuando la dio por muerta tap¨® el cad¨¢ver por completo con una manta y una toalla blanca de las del hotel. Luego asegur¨® la tela con dos piedras puestas a los lados. La ni?a, le dec¨ªan esos ecos telep¨¢ticos, era "la encarnaci¨®n del mal", y tras llevar a cabo esa haza?a "para salvar" a la humanidad, a Marisol vendr¨ªa a buscarla "una nave espacial para viajar a Sirius, que es el planeta donde viven los cristos que dieron la vida por el mundo".
"Es una idea loca, descabellada", reconoce ahora la asesina confesa, cuya abogada pide la absoluci¨®n bas¨¢ndose en la "eximente completa" de un trastorno mental que anul¨® sin resquicio aquel d¨ªa sus "capacidades cognitivas y volitivas". Arancha San Jos¨¦, la fiscal del caso -instruido por la magistrada de Santiago Ana L¨®pez Suevos-, reconoce esa eximente completa, adem¨¢s de la circunstancia agravante de parentesco, pero recalca que el delito de asesinato no deja de serlo por el hecho de que la autora no estuviese "en su sano juicio", inmersa en "una visi¨®n distorsionada de la realidad". "La patolog¨ªa que padece es muy grave, ha demostrado su peligrosidad", ha defendido ante los jurados la fiscal, por eso exige para la acusada 25 a?os de internamiento en un psiqui¨¢trico penitenciario. No como pena de prisi¨®n, advierte, sino "como medida de seguridad", para que "est¨¦ controlada y se supervise su medicamento". La defensa de la mujer chilena es contraria al internamiento, habla de otras medidas de control pero, de momento, no concreta cu¨¢les.
La explicaci¨®n dada por Marisol Fabiola, completamente desconocida hasta ahora, no deja de sorprender. Se sab¨ªa, hasta hoy, que ella hab¨ªa acudido con su marido Ra¨²l, venezolano pero residente junto a ella en Alemania, a un congreso gn¨®stico internacional que reun¨ªa en Compostela, y en concreto en un conocido hotel situado a la entrada del Camino Franc¨¦s en la ciudad, a seguidores de esta corriente llegados de varios pa¨ªses. Tambi¨¦n se hab¨ªa publicado que la muerte del beb¨¦ tuvo lugar horas despu¨¦s de una fuerte discusi¨®n entre la pareja, y que en el momento de los hechos el hombre se hallaba en el centro de la ciudad, asistiendo a la Misa solemne del Peregrino que se celebra en la catedral. Por ¨²ltimo, se conoc¨ªa la circunstancia de una enfermedad mental, porque tras su detenci¨®n, la madre permaneci¨® un mes ingresada y bajo tratamiento. Ahora vive, tambi¨¦n con fuerte medicaci¨®n, en la c¨¢rcel coru?esa de Teixeiro, y en el juicio ha llorado en alg¨²n momento y ha hablado con voz entrecortada. "Nunca quise hacer da?o a mi marido... ni a mi hija. Fue un accidente, yo no quer¨ªa hacerlo". El hombre, que sigue unido a ella, no est¨¢ personado en el caso y hoy, como familiar, se ha acogido a su derecho a no testificar para no perjudicarla.
Pero esta jornada, en la sala, la historia ha mostrado esa multitud de ¨¢ngulos enrevesados e inimaginables que ocultaban el secreto de sumario y el propio silencio de la acusada. La asesina confesa ha contado que Victoria fue reconocida por su marido, que llevaban cinco a?os de pareja y que se casaron durante la gestaci¨®n a pesar de que exist¨ªan "dudas" acerca de la paternidad. En junio de 2014, en Alemania, Marisol sufri¨® un primer brote de su esquizofrenia paranoide y hay informes m¨¦dicos que lo acreditan. Las voces que esta vez, seg¨²n defiende, le indujeron a matar a su hija le obligaron en aquella ocasion a marchar de casa, dejar a su compa?ero y comprar un billete de tren de ida y vuelta a Suiza. Antes de completar la ida, se ape¨® del vag¨®n en "un lugar desconocido" y pag¨® otro billete, igualmente con destino incierto. Esa l¨ªnea la llev¨® a Stuttgart, y all¨ª pas¨® cinco d¨ªas en su estado de alucinaci¨®n conviviendo en la estaci¨®n y los alrededores con un "vagabundo" que la "viol¨®".
En el congreso gn¨®stico, tras aquella fuerte discusi¨®n en la madrugada del domingo cuyos gritos y llamadas de socorro hicieron salir a los hu¨¦spedes de las habitaciones, Ra¨²l, mientras fumaba un cigarrillo en la puerta del hotel, confes¨® a otra asistente de la misma rama gn¨®stica que Victoria no era su hija. Lo cierto es que la prueba del embarazo dio positivo a los pocos d¨ªas de aquel s¨®rdido episodio de la estaci¨®n, de donde la acusada fue rescatada en pleno desmayo por los servicios sanitarios e internada en un psiqui¨¢trico de Stuttgart durante 10 d¨ªas.
Tras el alta m¨¦dica, de vuelta a casa con su pareja, que hab¨ªa denunciado su desaparici¨®n a la polic¨ªa, Marisol asegura que se sinti¨® tan bien que atribuy¨® el brote a un episodio pasajero, y decidi¨® prescindir de psiquiatras y medicaci¨®n para no perjudicar al feto. "Est¨¢bamos felices"; "nos hicimos fotos con mi panza" de embarazada; "Ra¨²l estaba contento", cuenta. Y la felicidad completa cundi¨® cuando llegaron a casa los ¨²ltimos papeles que le faltaban para divorciarse de su anterior marido, con el que hab¨ªa tenido un ni?o, ya de 11 a?os, al que no ve¨ªa desde hac¨ªa mucho.
Nada le hac¨ªa sospechar que en el viaje a Santiago, que empez¨® tan bien ("era el primero que hac¨ªamos con la ni?a"), fuese a desencadenarse otro brote que le llevar¨ªa a cometer la mayor atrocidad de su vida. En un relato por momentos deslavazado, Marisol Fabiola ha contado que su ca¨ªda en barrena comenz¨® porque se puso "celosa": "Me vino como una crisis, comenc¨¦ a sentirme mal, discut¨ª con mi marido y me fui al aeropuerto de madrugada. Quer¨ªa regresar a Alemania". Pero no pudo comprar el pasaje y retorn¨® en taxi a Santiago. A las pocas horas de volver a estar juntos, los c¨®nyuges discutieron de nuevo. "Ra¨²l me dio miedo, se rascaba la cabeza y la espalda... y por eso pens¨¦ que me pod¨ªa hacer da?o". Entonces fue cuando, seg¨²n una testigo que ha declarado hoy, ella grit¨® "socorro", y los hu¨¦spedes se levantaron alarmados por el ruido.
Marisol hab¨ªa echado a su esposo de la habitaci¨®n, en pijama, bruscamente. "Le lanc¨¦ un zapato", cuenta, y luego "puse todas las maletas en la puerta para que no pudiese entrar". ?l volvi¨® al rato para pedirle ropa, y ella le lanz¨® unas prendas por encima del parapeto montado con los equipajes. Despu¨¦s se qued¨® sola. Y as¨ª estuvo el domingo (mientras Ra¨²l cambiaba de hotel y se entreten¨ªa en visitas organizadas al casco hist¨®rico de la ciudad), hasta que llam¨® al cuarto aleda?o, ocupado por un matrimonio brit¨¢nico de congresistas gn¨®sticos. Los tres juntos bajaron con sus hijos a dar una vuelta por los alrededores del hotel y a tomar un caf¨¦. La otra pareja ten¨ªa un beb¨¦ de un a?o, ese ni?o que en un momento dado se?al¨® con su dedo inocente el ojito de Victoria.
Durante aquel paseo, la acusada estaba ausente. Ensimismada y ajena a todo lo que acontec¨ªa a su alrededor. Creyeron que estaba "agotada" y "triste", pero no le dieron mayor importancia. Fue la mujer, de nacionalidad brit¨¢nica y portuguesa, la que, tras la estampida inopinada de Marisol hacia su cuarto con la excusa de darle el pecho a Victoria, sinti¨® que algo le pasaba y decidi¨® subir a preguntarle. El beb¨¦ de seis meses ya estaba muerto. "?Y la ni?a?", le pregunt¨® la conocida. Marisol se?al¨® el bulto de la cama. "No puedes tapar tanto a la cr¨ªa", le aleccion¨® la otra madre sin sospechar lo que inmediatamente, al descubrirla de los cobertores, comprob¨®: que "ya no respiraba".
Entonces, la compa?era sali¨® corriendo escaleras abajo para pedir ayuda a su marido, que en Inglaterra "trabaja en primeros auxilios". Este trat¨® de "resucitar" a la peque?a v¨ªctima mientras esperaban la ambulancia que pidieron. Estuvo todo el rato intentando reanimarla en el suelo de la habitaci¨®n con ayuda de otro asistente al congreso.
Mientras tanto, la acusada permanec¨ªa sentada, callada. Pero cuando aquellos hombres pretendieron "darle ¨¢nimos" y le dijeron "tranquila, tal vez va a respirar", seg¨²n dos testigos que han declarado hoy la mujer se levant¨® como un resorte y fue directa hacia la peque?a para "apretarle fuerte" el cuello. Como si realmente fuese consciente de aquello que estaba pasando y de la posibilidad (remota) de que Victoria se salvase.
Cuando llegaron polic¨ªa y ambulancia tuvieron que sacarla en volandas cuatro hombres, agarrada por brazos y piernas, porque Marisol se resist¨ªa. Dicen que march¨® gritando palabras ininteligibles.
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